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El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La buena estrella de Resines

El actor llega a la presidencia de la Academia cuando el cine español recupera el aliento

SOLEDAD CALÉS

ntonio Resines, reputado actor, tiene buena estrella. Llega a la presidencia de la Academia de Cine, en sustitución de Enrique González Macho, cuando el cine español recupera el aliento gracias al boom de Ocho apellidos vascos, el éxito incipiente de Perdiendo el Norte (¿vuelve la comedia española?) y el descubrimiento de un sendero poco transitado del cine de género (negro). El triunfo de películas como Todo por la pasta, No habrá paz para los malvados, La celda 211 y La isla mínima, más el mérito corajudo de Negociador, sugieren que hay un horizonte (algo que antes no existía) y que en él aparecen algo más que astracanadas raciales y dramas de pesado calibre. Si Resines prolonga su buena suerte —seguro que sí—, incluso puede concretarse el amago de reducir el IVA y liberar al cine de carga tributaria. Resines no parece un doctrinario, sino un pragmático, y seguro que contribuirá a arrimar el ascua de la rebaja del IVA a la sardina del cine.

Tanto almíbar no es bueno para el páncreas; a pesar de los augurios favorables, resulta saludable recordar dos o tres evidencias. El problema del cine español no procede del IVA, aunque el 21% estrangule la demanda en taquilla y el ingreso de productores y distribuidores. Si el IVA baja, el cine español tendrá un respiro, pero no un remedio estructural. Que tiene más que ver con la falta de una industria —es decir, con un aparato de producción, autofinanciado en todo o en parte, que detecte las exigencias del espectador— que con un impuesto regresivo. Y con la aparición de nuevos soportes donde se ven las películas. ¿Está el cine español en condiciones de captar la atención de los jóvenes, en el caso de que sean su mercado objetivo?

Pues depende. Muchos jóvenes carecen de empleo y no tienen nueve euros para pagar una entrada; y los que disponen de nueve euros acostumbran a degustar el envoltorio pulido de la gran producción; o suspiran por los superhéroes; o (una minoría), se inclinan por contenido social. ¿Disponemos de esa oferta? Conclusiones probables: las rentas superiores a 36.000 euros anuales seguirán soportando el consumo cinematográfico durante un tiempo.

Piensa, Resines, piensa; debe haber un camino para la renovación, pero está oculto.

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