La mujer culpable de que las estrellas brillen

“Los pantalones de Emma Stone en los Globos de Oro”, con este escuetísimo enunciado argumenta la revista The Hollywood Reporter por qué Petra Flannery es la estilista más poderosa de 2015. Cada año, y tras la temporada de premios, la publicación realiza su ya célebre lista de asesores de imagen influyentes. El criterio no se centra en el número de clientes famosos de cada uno, sino en que en su cartera esté el nombre de la celebridad con el vestido más comentado y laureado en redes sociales y medios de comunicación. Si 2014 fue el año de Elizabeth Stewart, mano derecha de la siempre perfecta Cate Blanchett (y, no por casualidad, ganadora del Oscar a la mejor actriz por Blue Jasmine), o el de la fulgurante entrada en el podio de Micaela Erlanger, artífice de ese fenómeno viral llamado Lupita Nyong’o, los últimos meses han coronado a Flannery y, tras ella, a Leslie Fremar: esta última ha asesorado a dos de las actrices más nominadas de la temporada, Reese Witherspoon y Julianne Moore.

Pero Flannery arriesgó y ganó; la triunfadora absoluta de las alfombras rojas ha sido Emma Stone (Birdman) o, más concretamente, aquel conjunto de Lanvin de pantalón negro con capa trasera y top con pedrería fue (con permiso de los guantes blancos de Amal Clooney) lo más retuiteado de la alfombra roja de los Globos. El premio de The Hollywood Reporter es, en definitiva, un reconocimiento a las excepciones en un universo plagado de trajes con corte sirena, colores nude y vestidos con escote palabra de honor. También una muestra de que en ocasiones el carisma de las actrices pesa más que sus elecciones estéticas. Porque el hecho de que Stone haya sido una de las más fotografiadas en las galas se debe, entre otras cosas, a las tiernas salidas de tono que suele desplegar en este tipo de eventos. Sus pantalones en un mar de faldas largas hicieron el resto.

Pero Petra Flannery no es en absoluto una desconocida. Se rumorea que instantes después de que se conozcan las nominaciones a los Oscar las candidatas (o sus agentes) llaman a los asesores de imagen que idearán sus apariciones mediáticas. Antes de Emma Stone, estuvieron (y están) Mila Kunis, Faith Hill o Megan Fox entre sus clientas. También dos pesos pesados en las listas de mejor vestidas: Zoe Saldana y la Amy Adams del año pasado, esa que epató a la audiencia emulando en la vida real los escotes setenteros que lució en la cinta La gran estafa americana. No es de extrañar que el estrellato femenino se la rife a la hora de aparecer en un evento global. Flannery elige pantalones (Stone), faldas asimétricas cuajadas de tles (Saldana) o vestidos dignos de una pin up de los cincuenta (Fox) para construir imágenes que dan la vuelta al mundo.

Curtida en producciones y editoriales para Vanity Fair, Harper’s Bazzar o Rolling Stone, Flannery, como tantas otras estilistas de prestigio, prefiere permanecer a la sombra de sus clientas y no dar demasiados detalles de su dinámica de trabajo. “Me pruebo la ropa yo misma o se la prueba mi hermana, que trabaja conmigo”, es todo lo que ha dicho en una entrevista reciente a la web de Style. Quizá entre sus cláusulas se encuentre la confidencialidad.