Crear sostenibilidad
En la era de la inteligencia colectiva y de la máxima información, tenemos que empezar cuanto antes a adaptarnos y a solucionar el tema del cambio climático
El cambio climático no es una broma. Cualquier chaval de 12 años ya sabe que el clima está cambiando y que ya se están notando los cambios. Tanto el aumento de las temperaturas como la irregularidad de las precipitaciones o la frecuencia de episodios climáticos extremos. En el informe decisivo del IPCC se expone el cambio del clima y las evidencias en todos los continentes donde ya se han detectado estos efectos.
El documento que ha sido “una de las empresas científicas más ambiciosas de la historia de la humanidad", analiza los efectos “en la actualidad, a medio plazo (entre 2030 y 2040) y largo plazo (2080-2100), basado en proyecciones actuales”. En el caso de Europa, se alerta de más sequías, inundaciones e incendios forestales tanto a corto como a medio plazo. El cambio climático provocará un incremento de las restricciones de agua debido a la "significativa reducción de la extracción de los ríos y de acuíferos subterráneos" combinado con el aumento de la demanda para irrigación, energía e industria y uso doméstico. Este proceso se intensificará en determinadas áreas del continente debido a una mayor pérdida de agua a través de la evaporación natural, "particularmente en el sur de Europa”. El aumento de las olas de calor, podría tener un impacto negativo en la salud y el bienestar público, además de una mayor probabilidad de sequías e inundaciones en las zonas costeras y cuencas de ríos a causa de la urbanización creciente, el aumento del nivel del mar y la erosión de la costa. El IPCC ha alertado de que la seguridad alimentaria es un aspecto que desata especial preocupación: las previsiones contemplan pérdidas de hasta el 25% en las cosechas de maíz, arroz y trigo en el periodo que se extiende hasta 2050. Además se advierte del incremento de las migraciones vinculadas a las condiciones climáticas, así como los conflictos y las amenazas a la seguridad nacional derivadas de las mismas. Para aumentar más la inquietud, dice: “Se trata de uno de los más amplios informes científicos de la historia" que incluye "sólidas evidencias de todas las disciplinas", según apuntó en rueda de prensa el secretario de la Organización Mundial de Meteorología (OMM), Michel Jarraud. Es decir todo muy tranquilizante.
Lo de la pérdida de biodiversidad tampoco es una broma. En la reciente cumbre COP12, en Corea del Sur donde tuve la suerte de representar a Ecologistas En Acción, se manifestó la importancia del momento actual, la magnitud de la perdida de especies, que se están manifestando y la necesidad urgente de actuaciones. En los recientes informes GEO -5 asi como el Global Biodiversity Outlook de 2014, se advierte que si no se detiene la pérdida de biodiversidad para 2020 se alcanzaría un umbral, pasado el cual se acelerarán los procesos de degradación de la biodiversidad que repercutirán de forma muy drástica sobre el medio ambiente, sin posibilidad ya de recuperarse. Es decir, el proceso será irreversible. El modelo económico global, que busca maximizar el beneficio económico a corto plazo sin tener en cuenta los límites ecológicos del planeta, propicia factores que destruyen la biodiversidad: la producción y el consumo insostenible está provocando el cambio climático, la contaminación de hábitats terrestres y marinos y la transformación de los ecosistemas en zonas artificiales para satisfacer las demandas de la sobreproducción de la parte del mundo rico. Estas causas además no suelen ser abordadas al no haber una sensibilidad y un conocimiento suficientes sobre la importancia que la biodiversidad y sus valores tienen para la sociedad humana. La comunidad científica a través de recientes publicaciones como las realizadas en Science también afirman la necesidad de extremar los esfuerzos detener esta pérdida de biodiversidad.
No tiene sentido que sigamos con subvenciones perjudiciales para el medio ambiente
El sistema financiero ya ha visto las orejas al lobo. Su negocio es adelantarse a lo que va suceder. Saben que los países que antes adopten medidas para adaptarse al cambio climático y antes reduzcan la pérdida de biodiversidad mejor les irá. Saben que las empresas que emiten mucho CO2 y que no inicien una transición hacia otras tecnologías tienen cada vez más riesgo y exposición. Saben que las aseguradoras relacionadas con fenómenos extremos también tienen más exposición. También que algunos países son más vulnerables por su situación geográfica, clima u ocupación de los suelos, y que en muchos casos suelen estar menos preparados y están siendo menos previsores. También los países que no inicien una transición hacia una economía mas baja en carbono también presentan más riesgo. Por otra parte saben que determinados sectores, los más sostenibles, van a ser favorecidos en los próximos años y como no son estúpidos, van a empezar a invertir en estas industrias, productos y negocios.
Este escenario obliga a aplicar soluciones que creen sostenibilidad. Además de emitir menos CO2 o detener la pérdida de biodiversidad es evidente que no podemos seguir haciéndonos trampa al solitario. Por ejemplo, no tiene sentido que sigamos con subvenciones perjudiciales para el medio ambiente o el cambio climático, como las ayudas al carbón. O con compras por parte de la administración pública que afecten a la biodiversidad o que impliquen muchas emisiones. Pero aparte de estas evidentes medidas habrá que empezar a aplicar soluciones. Las diferentes ingenierías especializadas en infraestructuras, en abastecimiento de aguas, en realización de depuradoras, en defensas de costas, etc. van a tener mucho que decir. Y va a ser necesario aprender y usar, una palabra que va a ser cada vez más común, la resiliencia (del latín resilire: saltar hacia atrás, rebotar), es decir tenemos que ser capaces de responder de una forma rápida y de una forma inteligente a las perturbaciones que se van a producir, en muchas ocasiones sin saber muy bien por dónde vienen.
Las actuaciones tendrán que hacerse en las ciudades, (del total de la población del planeta, más de la mitad, 3.600 millones viven en ciudades, uno de cada dos ciudadanos, y de ellos uno de cada cuatro viven en suburbios). Muchas ciudades ya están haciendo los deberes. Nueva York se está adaptando, después de los brutales impactos del huracán Sandy se han lanzado varios concursos internacionales con el objeto de rediseñar la ciudad para hacerla más resiliente y ya tiene ambiciosos proyectos barrio a barrio. Otro tanto ocurre, en Londres, donde existen ya infraestructuras y planes para adaptarse desde a inundaciones a posibles olas de calor.
La arquitectura y la ingeniería van a tener que considerar siempre los aspectos ecológicos
La arquitectura y la ingeniería van a tener que ir de la mano y siempre considerando los aspectos ecológicos. Muy probablemente han acabado los tiempo de obras innecesarias o con graves impactos sobre el medio ambiente, la biodiversidad o sobre la sostenibilidad. Las obras despilfarradoras —desde aeropuertos sin utilizar o vías de ave, o puertos sin uso— en las que no se tenía en cuenta el costo, donde se traían los materiales de miles de kilómetros o con impactos irreversibles serán probablemente cosas del pasado. Y siempre teniendo en cuenta los costes, la era de la energía barata ya se ha terminado. En la medida que las obras estén más en consonancia con el medio ambiente y los procesos ecológicos menores serán los costes de las actuaciones correctoras y de compensación. Es decir, buscando soluciones basadas en la naturaleza (en ingles suena mejor, nature based solutions) que van a ser otra idea clave para los próximos años. Por ejemplo, en el caso de la subida del nivel del mar, que durante el período 1901-2010, se elevó una media de 0,19 metros y desde mediados del siglo XIX, ha mantenido un ritmo de elevación superior a la media de los dos milenios anteriores, serán necesarias actuaciones para reducir la exposición y la vulnerabilidad. La hipótesis más favorable estima en 43 centímetros de subida para el próximo siglo. Se estima en 634 millones de habitantes la población cercana a las costas. Por ello serán necesarias actuaciones. “No se trata solo de construir más obras de ingeniería. Hay otras opciones”, como la regeneración de playas, conservar o restaurar ecosistemas que dan protección —humedales, marismas, praderas de posidonia, dunas— en los sistemas naturales, adaptarse, retirarse de las costas, dejando zonas de amortiguación, estudiando los procesos y dejándole al mar lo que es suyo.
En otros ecosistemas hay que reforestar las cuencas, preservar los acuíferos, realizar una gestión forestal para adaptar los bosques a estas nuevas situaciones, prevenir los incendios forestales y, además, reforzar los sistemas de vigilancia temprana y alerta. También pasa por las políticas públicas, diseñar un escenario para una economía baja en carbono, cambiar de política energética, de diseño de infraestructuras, modificar el transporte en las ciudades, apostar por el coche eléctrico o el transporte público, aplicar incentivos para reforestar, diseñar grandes corredores ambientales, realizar una compra verde, incentivar a las empresas en sus contrataciones con compromiso ambiental, etc. Todos los agentes implicados empiecen a hacer sus deberes y los que antes lo hagan salgan beneficiados.
En la era de la inteligencia colectiva, del mayor conocimiento científico y de la máxima información a los ciudadanos, tenemos que empezar cuanto antes a adaptarnos y a solucionar el tema el cambio climático, o la detención de la pérdida de biodiversidad. Las decisiones políticas no pueden seguir negando la realidad y deben presentar estos problemas a al ciudadanía. La sociedad es y será cada vez más exigente con las instituciones y empresas, demandando que se tomen más en serio estos procesos cruciales y en definitiva se empiece a actuar ya “creando sostenibilidad.
Fernando Prieto es doctor en Ecología y director del Observatorio de la Sostenibilidad.
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