¿Y si hacer deporte no tiene que ser divertido?
Los cascos con la música, la serie en el iPad, el móvil... ¿Es igual de efectivo un entrenamiento cuando se está distraído?
Estamos en la sede mundial de Technogym, un moderno complejo al norte de Italia donde nacen las máquinas que cada día usan millones de personas en gimnasios repartidos por todo el mundo. Een una sala llena de estudios científicos y prototipos escondidos bajo plásticos que evitan desvelar más de lo deseado, el doctor Silvano Zanuso, director del departamento científico de la compañía, nos enseña orgulloso la última cinta para correr que han sacado al mercado. Un prodigio que mejora el rendimiento adaptando la dureza del suelo al peso y velocidad de cada usuario y que, por supuesto, dispone también de una enorme pantalla para entretenerse durante el entrenamiento. “Por fin hemos encontrado la inclinación perfecta para que no sea incómodo mirarla mientras usamos la cinta”, señala con especial énfasis.
Hay gente a la que ver una serie le entretiene o escuchar determinada música le motiva. Para adquirir el hábito está bien aprovechar estímulos externos. Pero a largo plazo lo ideal es disfrutar del sacrificio sin distracciones David Noguera, entrenador
Bastaría hacer una visita a cualquier gimnasio en hora punta para entender su emoción: imposible encontrar a alguien que no esté mirando una televisión o escuchando música mientras suda. Por no hablar del drama que montamos si se nos olvidan los cascos en casa o se acaba la batería del móvil en mitad de una carrera. La tecnología ha cambiado nuestra manera de enfrentarnos al esfuerzo físico. ¿De verdad necesitamos olvidar que hacemos deporte para hacer deporte?
“Existe un perfil de público al que no le gusta entrenar y necesita esta ayuda extra”, explica David Noguera, entrenador del gimnasio Virgin Active Capitán Haya en Madrid. “Clientes que o bien nunca han hecho nada de deporte y para ellos el gimnasio es un sitio más donde ir a socializar, o clientes que se apuntan por un periodo de tiempo muy concreto para conseguir un objetivo y luego se van. A ellos, ver una serie o un programa en una pantalla de televisión les entretiene y escuchar determinada música les motiva. Para adquirir el hábito está bien aprovechar estímulos externos, aunque a largo plazo lo ideal es aprender a disfrutar del sacrificio sin distracciones. Pero a eso llegan muy pocos”.
Cuando alteramos cualquiera de las entradas sensoriales, nuestro equilibrio y la forma en la que nos movemos van a sufrir las consecuencias Beatriz Crespo Ruiz, profesora de la Facultad de Ciencias del Deporte en la Universidad de Málaga
Por sus palabras cabría pensar que mientras el deporte sea tomado como una actividad lúdica no tiene nada de malo tirar de lista de reproducción para que el sufrimiento se haga más llevadero. Aunque si se es de perfil muy competitivo también podría llegar la desmotivación al sentirnos culpables por necesitar estímulos audiovisuales para entrenar. Como si al hacerlo los demás nos vieran menos atletas.
Claro que hay razones mucho más poderosas que preocuparnos de qué pensarán los demás que aconsejan centrar toda nuestra atención en la ejecución de los ejercicios desde el primer día. “Es importante entender que antes de movemos lo primero que hacemos es percibir de manera inconsciente todo lo que nos rodea a través de los sentidos. Por ejemplo, antes de sentarnos en una silla, lo primero que recogemos es información visual sobre cómo es físicamente esa silla. Luego usamos el oído para ubicarnos en el espacio y, finalmente, entra en juego la propiocepción, que nos informa de cómo tenemos colocado el cuerpo y qué músculos y articulaciones tenemos que mover para sentarnos. Los humanos primero sentimos y luego nos movemos, y cuando entrenamos ocurre exactamente lo mismo”.
Al correr mirando una pantalla, no es solo lo que a nivel neurofisiológico se provoque la alteración de los sentidos, es que a nivel biomecánico estamos modificando el patrón de movimiento y es posible que pronto lleguen las lesiones Beatriz Crespo Ruiz
Quien habla es Beatriz Crespo Ruiz, doctora en rendimiento deportivo y profesora en la Facultad de Ciencias del Deporte de la Universidad de Castilla la Mancha, que a pesar de estar también de acuerdo en que distraerse puede ayudar a determinados deportistas, desaconseja el uso permanente de dispositivos. “Cuando alteramos cualquiera de las entradas sensoriales, nuestro equilibrio y la forma en la que nos movemos va a sufrir las consecuencias. Si lo hacemos de forma ocasional no pasa nada, el problema viene cuando siempre entrenamos mirando una pantalla o con los cascos puestos, que alteran la visión periférica y nuestra capacidad para orientarnos por el espacio de forma coordinada. Aunque nos motive, al final terminamos moviéndonos solamente en dos dimensiones siguiendo un mismo patrón de movimiento y perdiendo riqueza en la calidad del mismo”.
Como en todo, tampoco es cuestión de ponerse extremista. Según David Noguera, es cuánto dominemos la técnica lo que nos dirá si debemos o no entretenernos mientras entrenamos. “Esto es como cuando conducimos con la radio puesta: hay gente que al aparcar necesita bajar el volúmen para concentrarse y gente que puede hacerlo con la música a toda caña. Tú mismo eres el que sabe cómo lo haces mejor”.
Si solo entrenamos por estética, acabaremos dejándolo y volviéndolo a retomar de forma intermitente por el resto de nuestros días. La clave del deporte es hacer de él un hábito constante, disfrutar de varias disciplinas e intensidades
Sin embargo, según Crespo, que también es entrenadora oficial en España de las Spartan Race, es el tipo de entretenimiento el que determina si se debe o no hacer uso de estímulos externos. “Realizar ejercicio físico con un incentivo visual o auditivo es siempre muy motivador. Es más, hay personas que solo con ritmo de base son capaces de moverse. Y no es cuestión de gustos, está demostrado que escuchar música mientras nos movemos (no con cascos, sino ambiental) puede ayudarnos a coordinar mejor nuestros movimientos”, asegura. “Otra cosa son las pantallas. En mi opinión con ellas ocurre todo lo contrario porque centran toda nuestra atención en un punto. Por ejemplo, corriendo en cinta, si miras la pantalla tu cabeza se flexiona hacia delante y la línea de la mirada cae hacia abajo. Ya no es solo lo que a nivel neurofisiológico provoque la alteración de los sentidos, es que a nivel biomecánico estamos modificando el patrón de movimiento y es posible que pronto lleguen las lesiones”.
¿Significa esto que debemos renunciar a divertirnos con el deporte? No necesariamente. Para entrenar sin necesitar distracciones, lo primero es evitar caer en la rutina y variar estímulos: salir a correr a la calle y no hacerlo siempre en cinta, participar en actividades dirigidas y a la vez participar en acontecimientos populares al aire libre... Y sobre todo, emocionarse. “Cada día que entrenes tiene que suponer un nuevo reto. Si solo entrenamos por estética, acabaremos dejándolo y volviéndolo a retomar de forma intermitente por el resto de nuestros días. La clave del deporte es hacer de él un hábito constante, disfrutar de varias disciplinas e intensidades. Apuntarse a diferentes actividades, a veces solos, otras acompañados”, cuenta Crespo. “Lo grande del deporte es que puedes disfrutarlo de mil y una forma diferentes, en todos los sitios del mundo. Basta con echar las zapatillas a la maleta cuando viajes y cuando la abras, tendrás otras tantas posibilidades de descubrir nuevas formas de practicarlo”. Vamos, que menos postureo y más sudar. Lección aprendida.
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