Belletti, los griegos y las odiosas comparaciones
Cerramos la semana pasada con dos noticias muy diferentes pero relacionadas entre sí, tanto, que han terminado por llamar nuestra atención. Qué casualidad que se hayan dado casi al mismo tiempo. El 23 de febrero leemos en los medios de comunicación que un chico camerunés llamado Renaud Taffou Nyam ha sido arrestado y trasladado al Centro de Internamiento de Extranjeros de Barcelona presuntamente por negarse a ser un chivato para la policía. Dos días después, tenemos otra noticia de titular espectacular: Grecia empieza a liberar a los inmigrantes sin papeles retenidos en sus centros de detención: unos 3.500 según cifras oficiales. Más de un millar, según las organizaciones no gubernamentales. Lees las dos historias y piensas: ¿Cómo es posible que en dos países Mediterráneos que ven el mismo drama día sí y día también, gestionen el fenómeno migratorio de manera tan diferente?
Las comparaciones son odiosas, sí, pero en este caso es difícil no llevarse las manos a la cabeza. La noticia de la apertura de los centros de detención griegos no pilla tan de sorpresa: era una de las promesas electorales del partido ganador de las últimas elecciones, Syriza. La decisión sí ha venido precipitada por dos razones: el suicidio de un preso paquistaní de 28 años el pasado día de San Valentín y una reciente visita a uno de los centros del ministro adjunto de Protección Ciudadana, Yanis Panusis. Por lo visto, le dio tanta vergüenza ver las condiciones de vida de los internos que decretó automáticamente la apertura de los cinco centros del país. Ahora, todos esos miles de hombres y mujeres -incluyendo 218 menores no acompañados- están saliendo progresivamente con un permiso de residencia de seis meses encima. Todos menos los que tienen cuentas pendientes con la Justicia o una orden de expulsión vigente.
Y mientras unos salen, otros entran. Como le ha pasado a Belletti, o como les ha ocurrido a los 4.500 internos que pasaron por los CIE de Madrid o Barcelona en 2013, según el último recuento de la organización Pueblos Unidos. Y como les pasará a muchos de los que están por venir, pues el Gobierno planea construir tres centros más en Madrid -donde ya hay uno-, en Málaga -que cerró en 2012 el que tenía por carecer de condiciones dignas de habitabilidad, y en Algeciras (Cádiz).
En España todavía no llegamos a las condiciones infrahumanas en las que vivían los inmigrantes griegos. Quienes salen de allí relatan horrores. La presión migratoria fue tan grande en el último año (en parte propiciada por el desplazamiento de sirios que huían de la guerra en su país) y el periodo de estancia era tan extenso (18 meses en Grecia frente a los 60 días en España) que los centros de detención estaban a rebosar. La periodista María Antonia Sánchez Vallejo de El País tuvo la ocasión de charlar con algunos de los recién liberados y estos relataban la falta de duchas y aseos y una vida "hacinados entre contenedores, entre alambradas y sin móviles, bajo custodia policial y con una comida que los dos últimos meses, después de que el Estado dejara de pagar a proveedores- se reducía a raciones de arroz y patatas", describe la crónica. Tampoco había atención sanitaria en el centro de Amygdaleza, el mismo en el que se suicidó el emigrante paquistaní, desde que el pasado 30 de diciembre el Gobierno anterior dejara de pagar.
Los centros españoles repito, aún no llegan a las condiciones de los centros griegos. ¿De verdad? Hay que pensarlo dos veces porque se sabe que el CETI de Melilla está acogiendo a más de mil residentes cuando su capacidad es de 480. Amygdaleza tiene capacidad para 400 y allí había más de mil también. Que la asistencia sanitaria no se está garantizando. Que hasta el Supremo ha eliminado cuatro puntos del Reglamento de los CIE porque no se ajustaban a la legalidad. ¿Estamos tan lejos de lo que antes había en Grecia? El documental Centros de sufrimiento, que pone los pelos de punta, dice que no.
Y mientras nos hacemos esta pregunta, en el país heleno siguen recuperando la libertad y aquí tenemos a unos cuantos miles de personas encerradas y entre ellas a ese chico, Belletti. Su caso es sangrante por las razones que le han hecho acabar allí. Son acusaciones muy fuertes, acusaciones que, por otra parte, la Guardia Civil no ha querido aclarar ni desmentir a los medios. Podría parecer todo mentira si no fuera porque el joven tuvo la precaución de grabar las conversaciones que mantuvo con supuestos agentes que le ofrecieron colaborar con ellos a cambio de papeles. Eso y un vídeo grabado previamente a su detención en el que ofrece su versión del problema con todo lujo de detalles son pruebas que deberían sacar los colores a más de uno.
Además, en esta ocasión ocurre que este joven está contando con un fuerte apoyo ciudadano que inició Teresa G. Palomo, una fotoperiodista que lleva largo tiempo documentando las continuas violaciones de derechos humanos en la valla de Melilla y que, además,es pareja de este camerunés. Ella ha enviado una carta al ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz, que ha sido también recogida por varios medios de comunicación. En la misiva, la reportera recuerda unas declaraciones del ministro de hace unos meses en las que decía lo siguiente:
"Si me dan la dirección donde a esa pobre gente los podemos trasladar y garantizan su manutención y que les dan trabajo, le aseguro que les enviamos. Pero hay mucha hipocresía".
Teresa recrimina al ministro estar privándola de poder dar a Belletti una casa y reclama su puesta en libertad.
Si no se le privase de su libertad, le aseguro que:
1- Puedo encargarme de su completa manutención. 2- Tiene un trabajo esperando por él. 3- Y lo más importante, tiene una familia, deseando acogerle y que además le necesitan.
Por todo esto, le facilito mi dirección y exijo su puesta inmediata en libertad, puesto que cumple todos los requisitos que usted nombra en su declaración, citada anteriormente. De no cumplirlo, quedará claro, que la única hipocresía será la suya.
Al mismo tiempo, los padres y hermanos de Teresa han enviado otra misiva pidiendo la libertad del camerunés. Estas cartas han iniciado una campaña en las redes sociales donde, bajo el hashtag #misterministro, decenas de usuarios se han ofrecido para acoger a un inmigrante en su casa. Por otra parte, también se ha iniciado una recogida de firmas, se ha creado un grupo en Facebook que cuenta con algo más de 300 miembros que piden la puesta en libertad del joven y recogen algunas iniciativas ciudadanas como concentraciones que van a realizarse en los próximos días, dibujos de niños melillenses dedicados al camerunés, etc.
De momento, el ministerio no se ha pronunciado y Belletti sigue internado en el CIE de Barcelona a la espera de ser expulsado con una prohibición para entrar en España durante los próximos cinco años. "Hemos visitado a Renaud en el CIE de Barcelona. Esta bien y tranquilo. Os aseguro que ha oído nuestro grito ante lo que esta pasando y quiere darnos las gracias y decirnos que el va a luchar hasta el final", relata Teresa, su pareja, en uno de sus últimos mensajes en las redes sociales.
Así marchan las cosas en España mientras, en Grecia, hoy son unos pocos más los que han recuperado la libertad.
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