Los beneficios dan confianza
En las cuentas de resultados de las empresas aparece un detalle crucial: el final del desapalancamiento y el retorno de la deuda
El crecimiento de los beneficios empresariales puede interpretarse como una ratificación más de que la economía española ha iniciado una senda relativamente segura de reactivación que, por cierto, y en contra de toda prudencia, empieza a suscitar una gran euforia oficial, muy evidente en el debate parlamentario sobre el estado de la Nación, y todavía fuera de lugar si se tiene en cuenta la debilidad de las rentas salariales. El resurgimiento de las ganancias de las empresas suele ser uno de los indicadores más claros de que se recupera el crecimiento; pero el análisis de ese crecimiento del beneficio presenta algunos matices. Las empresas ganan más, sobre todo las grandes, pero sería un descuido inaceptable olvidar que una parte de esos beneficios generados se deben bien a operaciones atípicas (las más evidentes son las de Endesa o Repsol) o bien a estrategias de ahorro drástico para aprovechar la todavía muy tímida recuperación del consumo.
En una coyuntura de transición desde una fase recesiva hacia otra de recuperación, los detalles son cruciales. En las cuentas de resultados aparece uno muy significativo: el final del desapalancamiento y el retorno de la deuda (incipiente, todavía). Sugiere una mejora de la confianza y la convicción de que la reactivación de la demanda se va a consolidar durante 2015. Por el momento, las empresas elevan sus beneficios sin acrecentar lo suficiente las plantillas y, desde luego, sin recurrir a la contratación permanente. Todavía es pronto para asegurarlo, pero los indicios apuntan a que la recuperación —es decir tasas de crecimiento y de generación de empleo similares a las registradas en los trimestres previos a la recesión—, cuando llegue, no se sostendrá sobre empleo estable, sino sobre el empleo parcial o temporal.
La cuestión empieza a ser no tanto la continuidad del crecimiento sino la calidad del empleo que genera
Durante 2014 no se han registrado aumentos significativos de las ventas; esta circunstancia permite concluir que el consumo fue todavía demasiado débil como para sostener una tasa de crecimiento superior al 2%. La cuestión es que para este año mejoran las expectativas de consumo, tanto en la prospectiva oficial como en los cálculos de los empresarios. Por lo tanto, en el supuesto de que se mantenga la estabilidad financiera y continúe la tendencia a la baja del euro respecto al dólar y la moderación del precio del petróleo, una proyección de crecimiento del 2% o el 2,2% no es descabellada.
La cuestión empieza a ser no tanto la continuidad del crecimiento sino, como se ha apuntado, la calidad del empleo que está generando o puede generarse en los próximos trimestres gracias al crecimiento. Hasta el momento, la mejora de la situación empresarial se ha conseguido gracias a una utilización intensiva de la contratación laboral y a tiempo parcial. Está por ver que la recuperación de la demanda acelera la creación del empleo fijo y, de esta forma, se afiance el aumento del consumo y de la inversión a medio plazo. La reforma laboral vigente ha permitido a las empresas flexibilizar el empleo en un periodo de contracción de las ventas; un cambio de tendencia en la demanda y en el crecimiento reclama una modificación progresiva de la legislación laboral. El contrato único, con una indemnización por despido proporcional al tiempo trabajado, merece otra oportunidad política.
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