_
_
_
_
El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Amo mi brazo biónico

Varios pacientes reciben prótesis capaces de captar los impulsos nerviosos y convertirlos en movimiento

Marcos Balfagón

La ciencia avanza a tal velocidad que cada 10 o 15 años puede cambiar un paradigma. Antes de que la farmacéutica Sandoz descubriera en 1983 la ciclosporina, que evita el rechazo y que permitió el boom de los trasplantes, la medicina trataba de encontrar soluciones para las partes del cuerpo dañadas a través de la ingeniería y la informática. Así se desarrollaron los prototipos del corazón artificial y las primeras prótesis inteligentes.

En el caso de las extremidades, la solución biónica ha tenido siempre una gran limitación: cómo incardinarse en el cuerpo de manera que pueda obedecer los impulsos cerebrales y lograr así una mayor funcionalidad. En ese objetivo se ha invertido mucho tiempo y dinero, pero el avance ha sido lento, de modo que la medicina se ha volcado el trasplante. Varios equipos han trasplantado con éxito brazos y manos que han logrado una aceptable funcionalidad. Esta solución ha chocado, sin embargo, con un inconveniente inesperado: con el tiempo, algunos de los trasplantados no soportan su nueva extremidad. La ven diferente, como un cuerpo extraño. Hasta el punto de que alguno ha pedido que le fuera de nuevo amputada.

Ahora volvemos a la solución biónica. La mecanotrónica, es decir, la confluencia de mecánica, electrónica e informática, ha permitido desarrollar prótesis muy sofisticadas capaces de interpretar órdenes del sistema nervioso y traducir esos impulsos en movimiento. La revista The Lancet explica que entre 2011 y 2014 se han implantado tres prótesis en personas que tenían la mano atrofiada a causa de una lesión en el plexo branquial (la red nerviosa que transmite las señales desde la columna vertebral hasta el hombro y permite mover el brazo).

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Estos pacientes aceptaron ser amputados a la altura del antebrazo para que se les pudiera implantar la prótesis. De momento, aunque lentamente, pueden servirse agua, abrir una puerta o cortar la carne con un cuchillo. Pero la decisión ha tenido que ser difícil: con la amputación renuncian a lo que promete ser el siguiente paradigma: la bioingeniería. Es decir, la posibilidad de regenerar tejidos muertos o dañados mediente el cultivo en el laboratorio de las células del propio paciente.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_