Una odisea africana
Conocí a Klaus Brinkbäumer cuatro años antes de que empezara a escribir Una odisea africana, el libro sobre mi vida. Vino por Algeciras cuando llegaban cientos de pateras hasta aquí procedentes de Marruecos y el fenómeno se hizo importante a nivel mediático. Los periodistas venían buscando entrevistar a inmigrantes que hubieran sobrevivido a esta aventura y muchos preguntaban al padre Andrés Avelino, que lleva toda su vida ayudándonos. Yo, por aquel entonces, vivía con Andrés, y éste le recomendó que hablara conmigo. Así llegó hasta mí.
Brinkbäumer , que era reportero del diario alemán Der Spiegel, el mismo del que ahora es jefe de sección, estuvo en mi casa dos semanas que empleó en charlar conmigo sobre mi experiencia desde que emigré de mi país, Ghana, hasta que llegué a España en patera, cinco años después. Una vez que alcanzamos cierta confianza me hizo una proposición: “John, ¿por qué no contamos tu historia en un libro?”. A mí me pareció bien y, de hecho, me volví loco de contento con la idea. Como soy tonto y pienso que todo el mundo va a ser igual de honesto conmigo como yo intento ser con los demás, acepté sin firmar ningún contrato de colaboración. Quedamos en que repartiríamos los beneficios si conseguíamos que el libro fuese publicado. Pero antes, teníamos mucho trabajo: Brinkbäumer y yo planeamos desandar lo caminado, es decir: volar hasta Accra, mi ciudad, y revivir juntos todo el camino que yo en su día tardé cinco años en realizar. Antes de esto, Der Spiegel ya había publicado un reportaje sobre mí y sobre lo que hago, y creo que tuvo mucho éxito.
En el año 2005 me encontraba enfermo, por entonces tomaba casi 25 pastillas diarias pero acepté realizar el viaje porque yo quería que la sociedad supiera por lo que pasa un africano cuando decide emigrar. Se sabe lo que ocurre en la valla de Ceuta y de Melilla, se sabe de los que se ahogan cruzando el Mediterráneo en patera… pero hay mucho más que eso, muchos más peligros, esfuerzo, sinsabores… Nadie sabe la cantidad de gente que atraviesa el desierto y muere en él antes de llegar aquí, nadie sabe que cuando sales de casa emprendes un viaje que puede durar uno, dos, cinco o diez años hasta que alcanzas la tierra prometida. Y yo quería que se supiera todo eso.
Así, y pese a mi estado de salud, en el año 2005 voy a Frankfurt, Alemania, y desde allí cogemos un vuelo con destino a Ghana. Entonces empezamos a repetir mi ruta y, mientras tanto, él fue escribiendo el libro con todos los relatos y recuerdos que yo le iba contando. En esa obra se han publicado los nombres y apellidos de mi familia, mi dirección en Ghana y en España… e incluso secretos relacionados con las mafias que mueven inmigrantes entre África y Europa que le pedí que no publicara. Esto me ha traído muchísimos problemas e incluso he sido amenazado en multitud de ocasiones durante los últimos diez años.
Una de las revelaciones más graves que contiene el libro es la identidad de un hombre de Benin que se dedica a la trata de personas. Un tipo muy poderoso al que no cualquiera puede llegar. Nosotros tardamos tres días en poder reunirnos con él y fue gracias a que recordó quién era yo. Nos concedió una entrevista, pero lo que pasó en casa de este hombre no debía salir publicado, yo facilité esta entrevista para que Brinkbäumer entendiera un poco cómo funcionan las mafias en África. Y, sin embargo, en el libro salieron todos sus secretos, hasta los 80 coches que tiene en su casa y quién es la gente de la que se rodea, y el autor nunca tuvo en cuenta que mi vida podía correr peligro si sacaba a la luz las cosas que sacó. De hecho, poco después de la publicación de la historia comencé a recibir amenazas y si aún estoy vivo es porque este hombre me tiene mucho cariño y sabe que no es culpa mía lo que ocurrió. Cada vez que recibo una nueva le llamo y él , de momento, me ha protegido siempre incluso a costa de haber sido también intimidado. Solo estoy vivo porque este señor me tiene mucho aprecio. Me duele mucho que haya sacado en el libro todos los secretos de una persona que puso su confianza en mí.
El libro fue publicado en 2005 con Brinkbäumer como único autor; a mí solo se me menciona como personaje. Aún así participé en la feria del libro de Frankfurt ese año, en la que me entrevistaron varios medios. Tomó nota de todos mis recuerdos y mis experiencias y lo editó solo con su nombre en alemán, checo y creo que ahora está también en japonés, aunque yo no lo he visto. Me extraña que no se haya traducido ni al inglés ni al español.
En 2007, este periodista ganó el premio Henri Nannen de periodismo en la categoría de reportaje gracias a mí. Ese libro es mi vida, es mi historia, pero yo no salgo como autor por ninguna parte. Yo se lo reclamé porque habíamos acordado que lo que se ganara sería repartido entre él, el fotógrafo que nos acompañó y yo, pero nunca me contestó. Sé que ha habido mucho dinero de por medio porque también hizo un documental del viaje que vendió a una televisión sin mi consentimiento; yo no sabía que también iba a publicar un vídeo. Lo único que me ha pagado fue el vuelo a Frankfurt para hacer una serie de entrevistas y algo de publicidad del libro.
La última vez que lo vi fue en 2006 y ya está, desde entonces no me habla ni me contesta las llamadas, los correos electrónicos ni los whatsapp. Él es ahora jefe de redacción de Der Spiegel, un hombre poderoso. Y lo ha conseguido en gran parte por mi historia, la historia que escribió gracias a mí.
Entre el año 2006 y el 2015 no he intentando hacer nada por la vía legal; me siento mal, me siento tonto. He hablado con muchos abogados durante este tiempo, pero ninguno me ha dado soluciones. El único que me ha contestado algo diferente es un amigo al que conozco desde hace muchos años y cree que el problema es muy complicado porque, como no figuro como autor, no tengo derecho a reclamarle nada. La única manera de llamar su atención e invitarle a que repiense su actitud es publicando este texto e invitándole a que contacte conmigo para llegar a un acuerdo.
Él me ha engañado y ha puesto mi vida y la de mi familia en peligro, y es consciente de ello porque sabe muy bien con quién hablamos y dónde nos metimos para conseguir el material con el que elaboró la novela. Reclamo una parte de los beneficios de libro, que ya va por dos ediciones y una tercera de bolsillo, y quiero que me explique por qué no está en inglés ni español. Es mi vida lo que está vendiendo, y yo soy quien recibe amenazas aún hoy. Pero, sobre todo, quiero que me explique por qué no me habla, que es lo que más me duele.
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