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El prototipo de avión espacial europeo ‘IXV’ cumple con éxito su vuelo

La ESA consigue por primera vez la reentrada controlada de una nave en la atmósfera

Despegue del cohete Vega con el módulo VXI desde la base de Kourou (Guayana francesa) el miércoles 11 de febrero.
Despegue del cohete Vega con el módulo VXI desde la base de Kourou (Guayana francesa) el miércoles 11 de febrero.JODY AMIET (AFP)

El prototipo de nueva nave espacial europea IXV ha realizado este miércoles con éxito su primer vuelo sobrevolando en cien minutos el Atlántico, África y parte del Pacífico, desde el lanzamiento desde la base de Kourou, en la Guyana Francesa, hasta su caída controlada en el océano, al sur de California, donde estaba esperándole un buque de recuperación. El objetivo de este vuelo es “evaluar los rendimientos de sistemas críticos y aspectos tecnológicos del regreso de vehículos espaciales de forma controlada desde órbitas bajas de la Tierra (hasta 2.000 kilómetros de altura)”, explicó José Longo, responsable de Análisis Aerodinámico y Propulsión de la Agencia Europea del Espacio (ESA), en ESAC, el centro de dicha institución en Villanueva de la Cañada (Madrid), que recibió toda la transmisión en directo del lanzamiento, el vuelo y la caída al océano del IXV. Es la primera vez que el sector espacial europeo ensaya en vuelo un prototipo de vehículo espacial capaz de realizar de forma controlada la reentrada en la atmósfera terrestre, una tecnología que dominan hace tiempo potencias espaciales como EE UU y Rusia. Europa lo intentó en los años ochenta con su programa Hermes, un avión espacial del tipo del transbordador de la NASA, que no llegó a volar y que se canceló en 1992.

El IXV flotando en el océano Pacífico a la espera de ser subido al buque ´Nos Aries´.
El IXV flotando en el océano Pacífico a la espera de ser subido al buque ´Nos Aries´.ESA

Con 40 minutos de retraso sobre el horario inicialmente previsto debido a un problema surgido en el último momento en la plataforma de lanzamiento, el pequeño cohete Vega inició el ascenso con el IXV alojado en su punta, a las 14.40 hora peninsular española; 18 minutos después, ya a 6.000 kilómetros de distancia, viajando a una velocidad de 7,15 kilómetros por segundo a 350 kilómetros de altura sobre la superficie terrestre, el IXV se separó de la última etapa del lanzador e inició su vuelo en solitario.

El IXV, de casi dos toneladas de masa y el tamaño de un coche (5 metros de largo, 2,2 de ancho y 1,2 de alto), no es todavía un avión con alas, sino un vehículo cuyo fuselaje, por su forma, genera suficiente fuerza de sustentación para planear. Dos aletas traseras y cuatro pequeños motores le confieren alto rendimiento de maniobrabilidad y control, “pero con la simplicidad de una cápsula espacial”, señaló Longo. En el vuelo suborbital alcanzó una altura de 420 kilómetros, prácticamente la distancia de la superficie terrestre a la que orbita la Estación Espacial Internacional (ISS), antes de iniciar el descenso hacia el Pacífico. La fase de reingreso en la atmósfera terrestre se inició 64 minutos después del lanzamiento, a 120 kilómetros de altura, cuando el IXV viajaba a una velocidad de 7,5 kilómetros por segundo. En esa fase, el vehículo debió soportar (gracias a recubrimientos cerámicos y de fibra de carbono especial) temperaturas de hasta 1.700 grados centígrados por la fricción con el aire. Un sistema de paracaídas aminoró su velocidad hasta los 0,5 kilómetros por segundo para caer en el Pacífico y quedarse a flote con un sistema de globos hasta que llegó el buque de rescate.

Es la primera vez que el sector espacial europeo ensaya un prototipo de vehículo espacial capaz de realizar de forma controlada la reentrada en la atmósfera terrestre

“El objetivo del IXV es probar tecnologías de reentrada que son críticas para misiones, por ejemplo, la recogida de muestras de otros planetas y de cometas, para retornos de la ISS, para reparación de satélites averiados o retirada de los que estén en desuso o incluso para vuelos de turismo espacial”, apuntó Diego Rodríguez, de la empresa española Sener, una de las tres (junto a Elecnor Deimos y GMV) que se han responsabilizado de los sistemas de guiado, navegación y control del IXV, que suponen el piloto automático de la misión. “El guiado indica dónde va la nave, la navegación, dónde está y el control pilota el vehículo, como el mapa, el GPS y el volante del coche”, explicó, Mariano Sánchez, de Elecnor Deimos, empresa responsable del diseño completo de la trayectoria de la misión, que definió como “un hito fundamental en el desarrollo y experimentación de tecnologías de reentrada”. Mariella Graziano, de GMV, destacó en ESAC “la elevada capacidad de maniobra del IXV gracias a sus superficies aerodinámicas”, así como su capacidad de vuelo autónomo.

A los 90 minutos de vuelo del IXV, el centro de control de la misión, en Turín, anunció la recepción de la señal de apertura del sistema de paracaídas para reducir la velocidad de la nave en la última fase. A los 99 minutos de vuelos, apenas uno menos de lo previsto, el IXV cayó al Pacífico culminando con éxito la misión.

En cuanto al cohete Vega, el del IXV ha sido su cuarto lanzamiento y el primero realizado en dirección este, en lugar de norte, como es habitual para la puesta en órbita polar de cargas espaciales.

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El IXV, cuyo coste asciende a 150 millones de euros, arrancó con la fase de diseño en 2006, y participan en el programa 40 empresas e instituciones de siete países europeos (no es un programa obligatorio para todos los miembros de la agencia, sino solo de aquellos que deciden participar en él), bajo la coordinación de la compañía italiana Thales Alenia Espacio como contratista principal.

El éxito del vuelo del IXV no se plasmará en un nuevo paso a corto plazo hacia el desarrollo de un avión espacial europeo. Habrá que esperar hasta 2018, como mínimo, para ver el resultado del Pride, el siguiente programa de la Agencia Europea del Espacio (ESA) en esta trayectoria hacia ese tipo vehículos de reingreso controlado en la atmósfera y aptos para volar al espacio más de una vez. Mientras se produce un intervalo poco productivo para centenares de ingenieros en la ESA y en las empresas que han adquirido la gran experiencia del IXV y ahora se quedan a la espera del siguiente paso. El dilatado tiempo entre uno y otro programa llama la atención sobre todo teniendo en cuenta la competitividad y agilidad del sector en Estados Unidos, por ejemplo, donde algunas empresas privadas están trabajando para la NASA con programas potentes, rápidos y efectivos de lanzadores y naves espaciales reutilizables.

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