El poder del consumidor
Inditex deja de producir y vender productos con lana de angora tras la denuncia de una organización de defensa de los animales
Los consumidores tienen poder. Un poder difuso que ejercen cada vez que toman una decisión de compra. Un poder atomizado, ciertamente, pero poder. La emergencia de las redes sociales ha demostrado que ese poder puede materializarse de forma súbita en forma de boicoteo o de descrédito de un determinado producto. Las grandes marcas lo saben y lo temen porque son conscientes de que el consumo se mueve en general por impulsos racionales, pero también emocionales, y lo peor que le puede ocurrir a un producto es verse envuelto en acusaciones de abuso o maltrato.
El grupo Inditex, que reúne marcas como Zara, Bershka, Pull&Bear o Massimo Dutti, ha decidido dejar de producir prendas de lana de angora. La razón: la denuncia de que algunas empresas proveedoras radicadas en China utilizaban procedimientos crueles para obtener las pieles de los conejos que permiten fabricar este tipo de lana. En concreto, que los animales eran despellejados vivos. El grupo Inditex ya dejó de comercializar pieles de animales criados para producir prendas de abrigo hace 10 años, tras adherirse al programa Fur Free Retailer por el que los asociados se comprometen a no vender este tipo de prendas.
El programa contempla como excepción que se trate de pieles o pelo obtenidos de animales criados para el consumo. Una denuncia de la Asociación Personas por el Trato Ético de los Animales (PETA en sus siglas en inglés) motivó hace ya un año que Inditex dejara de fabricar prendas con lana de angora mientras investigaba los hechos. PETA es una entidad fundada en 1980 en Estados Unidos que tiene más de dos millones de asociados en todo el mundo. Se trata, pues, de la más influyente y poderosa organización de defensa de los animales, y sus campañas suelen tener un gran impacto.
Inditex ha anunciado ahora el abandono definitivo y ha donado las 23.000 prendas que tiene de angora a los campos de refugiados sirios en Líbano. Ya que se han hecho con sufrimiento, está bien que ahora sirvan para aliviar sufrimiento. El episodio demuestra que el consumo ético progresa y se está convirtiendo en un factor de vigilancia muy necesario.
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