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La humanidad está a 126 casos de erradicar su segunda enfermedad

La enfermedad del gusano de Guinea está casi erradicada, según anuncia el expresidente de EE UU Jimmy Carter Una nueva exposición en el Museo de Historia Natural de Nueva York repasa los avances científicos y sociales que permiten librar al mundo de dolencias antiguas

Fatawu Yakubu (izquierda) y Sadia Mesuna leen un cómic sobre el gusano de Guinea en un centro de pacientes en Ghana, en 2007.
Fatawu Yakubu (izquierda) y Sadia Mesuna leen un cómic sobre el gusano de Guinea en un centro de pacientes en Ghana, en 2007. The Carter Center/L. Gubb

Sus víctimas son anónimas. No despiertan grandes manifestaciones de solidaridad o indignación. No convocan a millones en las calles ni motivan grandes proclamas. Son asesinos sin siglas, ideario, ni líderes mesiánicos. De hecho, a muchos ni se les ve a simple vista. Pero matan a millones, y destrozan la vida de muchos, o machacan la economía de un país haciéndolo inviable. El combate mundial contra las enfermedades es silencioso, frustrante casi siempre, lleno de fracasos, pero ineludible. Pese a los incuestionables avances científicos y médicos, solo una enfermedad ha sido borrada del mapa definitivamente, la viruela, lo que da idea de la dificultad de la empresa.

Pero a veces hay motivos de celebración, aunque no sean aptos para hipocondríacos. El pasado lunes, el Museo de Historia Natural de Nueva York disfrutó de uno de esos raros momentos. Con motivo de la inauguración de una humilde pero importante exposición, Cuenta atrás: derrotando a la enfermedad (Countdown to zero: defeating disease), el Centro Carter, que preside el ex presidente de los Estados Unidos Jimmy Carter, anunció que ya solo quedan 126 casos en el mundo de la enfermedad del gusano de Guinea, o dracunculiasis, un mal milenario provocado por un parásito que se ingiere en el agua de determinados países africanos.

La larva se desarrolla durante un año en el organismo humano. Convertida en lombriz, se desplaza hasta las extremidades inferiores, donde rompe la piel para depositar sus crías. La extracción del parásito puede durar horas o días. Es muy dolorosa y provoca fiebre y vómitos. La prevención de la dracunculiasis es muy simple: se trata de que la gente tome agua no contaminada. Cuando el Centro Carter comenzó a liderar la primera campaña mundial para erradicar al gusano de Guinea en 1986, 3,5 millones de personas eran infectadas cada año en África y Asia. El 99,9% de las batallas están ganadas, pero no la guerra.

“El número de casos de la enfermedad del gusano de Guinea continuó cayendo en 2014 desde los 148 de 2013. Estamos cerca de la línea de llegada. Creemos que puede ser erradicada en los próximos años, pero lograrlo va a requerir un gran esfuerzo”, declaró Carter en Nueva York. El Centro que lleva su nombre estima que, con su labor, 80 millones de personas pobres y desasistidas han podido evitar el contagio. De erradicarse la dracunculiasis, sería la segunda enfermedad humana que desaparece por completo del planeta, después de la viruela. Sería la primera provocada por un parásito y el primer triunfo logrado sin vacunas o medicinas.

Sería la segunda enfermedad humana que desaparece por completo después de la viruela, y el primer triunfo logrado sin vacunas o medicinas

Erradicar, eliminar y controlar son cosas bien distintas, como bien se encarga de explicar la exposición del Museo de Historia Natural. Erradicar es librar al mundo entero de un mal; eliminar supone acabar con la enfermedad en determinados países; controlar es evitar que los contagios aumenten. Las fotos de la muestra ilustran las dificultades del trabajo sobre el terreno, la falta de medios, la necesidad de educación e información, aspectos en ocasiones más importantes que las vacunas.

En 1991 había 23.735 pueblos en 21 países de África y Asia en los que la transmisión del gusano de Guinea era endémica. A finales del año pasado, solo quedaban 30, todos ellos en cuatro países africanos: Sudán del Sur (70 enfermos), la nación más joven del planeta, Chad (13), Mali (40) y Etiopía (3). “Reconociendo que los casos finales de cualquier campaña de erradicación son los más difíciles y más caros de eliminar, el potencial de mejora permanente de la calidad de vida en todo el mundo es tremendo”, dijo el doctor Donald Hopkins, vicepresidente del Centro Carter.

La exposición de Nueva York, que permanecerá abierta hasta julio de este año (después será trasladada a la Biblioteca y Museo Carter de Atlanta), explora los factores que determinan que una enfermedad sea erradicable o no, así como los avances científicos y sociales que permiten librar al mundo de males antiguos. Además de la dracunculiasis, la muestra aborda otros programas de erradicación, como los de la polio, la filariasis linfática o elefantiasis, la malaria y la oncocercosis o ceguera de los ríos. También cita males no erradicables, como el ébola, la gripe, la tuberculosis, el sida o el sarampión.

El matrimonio Carter, con una niña de 4 años, enferma del gusano de Guinea, en Ghana en 2007.
El matrimonio Carter, con una niña de 4 años, enferma del gusano de Guinea, en Ghana en 2007.The Carter Center/ L. Gubb

“Estamos muy contentos de colaborar con el Centro Carter en esta exposición sobre un desafío de importancia crítica en el siglo XXI, como es el control y erradicación de las enfermedades. El ébola nos ha demostrado que esta tarea ya no será nunca más un asunto local, sino un problema global”, proclamó Ellen V. Futter, presidenta del Museo de Historia Natural.

Frente al éxito sin precedentes que supuso borrar del planeta la viruela, que había matado a 300 millones de personas desde 1900, la exposición Cuenta atrás: derrotando a la enfermedad es, también, una voz de alerta. Apenas dos años después de que los casos de polio alcanzaran sus cotas más bajas, la enfermedad vuelve a repuntar por culpa de los conflictos armados en determinadas zonas del mundo cuyos sistemas de salud han quedado destrozados.

Aunque la polio tiene siglos de historia, no fue hasta 1800 cuando Estados Unidos y Europa conocieron las grandes epidemias. En 1988 comenzó una campaña mundial de erradicación, cuyos éxitos fueron recogiéndose año tras año. Los riesgos de una recaída son ahora temibles. En Nigeria, Afganistán y Pakistán los fundamentalistas se oponen, matando incluso, a las campañas de vacunación. En otros lugares, como Siria, la guerra y los desplazamientos de población han provocado un repunte de los afectados.

La oncocercosis o ceguera de los ríos es una enfermedad causada por un gusano que se transmite por la picadura de insectos. Es la segunda causa de ceguera del mundo. Aunque está prácticamente eliminada en América Latina, todavía 120 millones de personas están en riesgo de padecerla. En el capítulo de horrores destaca la filariasis linfática o elefantiasis, que deforma el cuerpo de sus víctimas en proporciones insospechadas, lo que acarrea el aislamiento social y la marginación. La produce un parásito y amenaza a unos 1.000 individuos en todo el mundo.

Hoy en día podemos erradicar enfermedades. Por eso, es muy importante que la gente recuerde que todavía existen estas enfermedades"

El último capítulo de la exposición está dedicado a la malaria, que mata a un niño en el mundo cada minuto. No hay lugar para el optimismo de una erradicación cercana, pero los avances están ahí: desde el año 2000 los casos se han reducido un 25% en todo el mundo gracias los nuevos tratamientos y a las medidas preventivas. Los científicos exploran cualquier posibilidad para combatir la malaria, incluidos mosquitos genéticamente modificados para que nos puedan transmitir la enfermedad.

“Queremos lanzar un mensaje de ánimo a la comunidad médica: hoy en día podemos erradicar enfermedades por completo. Por eso, es muy importante que la gente recuerde que todavía existen estas enfermedades", dijo el expresidente Jimmy Carter, mientras con el dedo señalaba un gran cartel de la exposición con el número 126 destacado. Son los 126 difíciles pasos que quedan para borrar de la faz de la Tierra una de las muchas enfermedades que amenazan a la humanidad, aunque sus víctimas sean anónimas y no convoquen a millones en las calles.

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