Martin Luther King resucita en Alabama
La película 'Selma', de la cineasta afroamericana Ava DuVernay, cuenta los acontecimientos pro derechos civiles ocurridos en 1965 A pesar de no haberse llevado los Globos de Oro a mejor película, actor y director, ya es un éxito de crítica y público en EE UU
Efecto del afianzamiento de un grupo de figuras afroamericanas en el mundo del espectáculo, con Oprah Winfrey a la cabeza, o de la revisión y reconocimiento de la historia afroamericana en Estados Unidos, el caso es que, en los últimos años, se han venido sucediendo en las pantallas biopics de grandes figuras políticas (Malcom X), del mundo de la música (James Brown, Ray Charles, Miriam Makeba, Harry Belafonte) y del boxeo (Hurricane Carter, Muhammad Ali). La ausencia de Dr. Martin Luther King Jr. (MLK) resultaba lacerante e inexplicable. Que uno de los máximos exponentes de la lucha pacífica por la igualdad racial y promotor de la derogación de las leyes de Jim Crow de segregación racial en EE UU en 1965 haya tenido que esperar casi medio siglo desde su asesinato en 1968 para que Hollywood se atreviese con él se debe, y MLK se habrá estado revolviendo en su tumba, a la avaricia de unos herederos que han impedido sistemáticamente la materialización de proyectos por abyectas razones económicas, convirtiéndose en máximos obstaculizadores de la transmisión del legado de su padre.
Selma, que toma el nombre de una pequeña ciudad de Alabama, se concentra en tres meses de 1965 cuando MLK y su grupo hicieron campaña desde este enclave sureño para lograr la aplicación efectiva del derecho al voto de los afroamericanos. En Selma comenzó la marcha pacífica hacia Montgomery que se convertiría en una de las mayores victorias del movimiento por derechos civiles, forzando al presidente Lyndon Johnson a acelerar su política de igualdad. En un principio, Lee Daniels se alzaba como la persona indicada para hacerse cargo de Selma, pero en 2013 pasaría la batuta a Ava DuVernay, quien se había dado a conocer tras su éxito en Sundance con Middle of Nowhere, convirtiéndose en la primera mujer afroamericana haciéndose con el premio a la mejor dirección.
¿Por qué abandonó Daniels un proyecto que ofrecía tantas posibilidades? El productor devenido director contaba con el apoyo mediático gracias a Precious (2009, debut cinematográfico como actriz de Gabourey Sidibe: The Big C, Empire), una historia de superación personal en una zona deprimida de Harlem que le valdría a Daniels nueve nominaciones a los Oscars, incluido mejor director. Sin embargo, la colaboración en el guión con Danny Strong para The Butler (2013), en el mismo momento que se empezaba a perfilar Selma, debió parecerle un proyecto más apetitoso y menos complicado. The Butler, adaptación libre de la vida de Eugene Allen (uno de los mayordomos afroamericanos de la Casa Blanca), fue recibida con cierta ambivalencia por la crítica, pero la interpretación soberbia de Forest Whitaker (quien, para acabar de redondear la historia, debía encarnar a MLK en la película Memphis nunca realizada de Paul Greengrass) nos permite asistir a cierta distancia del desarrollo de los acontecimientos históricos que marcarían la política racial estadounidense del siglo pasado.
Selma y The Butler tienen tantos puntos en común (su reparto, el momento histórico elegido, el enfoque de recuperación histórica de la comunidad afroamericana, de su lucha, de sus contradicciones y de sus consecuencias en el presente…) que, ahora que las dos películas han sido estrenadas, una lectura contrapuntística de ambas resulta un ejercicio de lo más placentero. Por último, quizás a Daniels le estuviesen tentando ya por aquel entonces los ejecutivos de la FOX con los preparativos de Empire, serie recién estrenada sobre una familia en el mundo del hip hop, nuevo trabajo en colaboración con Danny Strong y con el productor musical, rapero y compositor Timbaland a cargo de la banda sonora, una serie que, en su episodio piloto estrenado la semana pasada, ha obtenido una respuesta muy favorable por parte de la audiencia.
Pero ¿quién es Ava DuVernay? En el último mes, los artículos se repiten en los medios anglosajones situándola como la primera directora afroamericana en ganar el premio al mejor director en Sundance y la primera en ser nominada en los Globos de Oro en un año en el que Boyhood ha barrido en sus categorías. Ava DuVernay, proveniente del mundo del periodismo y la publicidad, se ha hecho un hueco en el cine pasando fugazmente del documental a la ficción, firmando tres películas en cuatro años: I Will Follow (2011), Middle of Nowhere (2012) y la Selma (2014). Cuando DuVernay tomó el relevo a Lee se encontró con varias dificultades: a la responsabilidad de hacerse con un proyecto de 20 millones de dólares (su anterior producción había costado unos 200.000) y a la importancia simbólica de la historia, se unía las dificultades de no poder utilizar los discursos originales de MLK por el copyright de la familia.
Haciendo de la necesidad virtud, DuVernay reescribió con Paul Webb todos los discursos de MLK sin que el espectador note la diferencia, gracias a una actuación de Oscar del británico de origen nigeriano David Oyelowo (quien deja el listón muy alto para futuras interpretaciones de King) y al trabajo de fotografía de Bradford Young, quien logra equilibrar el aspecto íntimo de MLK con su figura pública. Young, conocido por haber trabajado con DuVernay en Middle of Nowhere y encumbrado en Sundance con Mother of George del nigeriano Andrew Dosunmu, es en buena medida responsable del éxito de una generación transnacional de directores africanos que se están dando a conocer a escala global. Recuerden este nombre. La cámara colorista e incluso claustrofóbica de producciones anteriores de Young evoluciona aquí en base a necesidades narrativas que encuentran su anclaje en un férreo guión. El resultado es magnífico, especialmente en las escenas íntimas entre MLK y su esposa Coretta, de MLK con su equipo y las colectivas de la marcha cruzando el puente de Selma, que tantas veces habíamos visto repetidas en televisión. La gran cantidad de tomas de perfil y descentradas sitúan al espectador en una posición algo incómoda, rompiendo con las expectativas creadas por las imágenes de archivo de MLK centrado en su púlpito arengando a las multitudes. DuVernay consigue así otorgarle una intimidad que oscurece a King, volviéndolo más complejo, accesible y humano.
Selma, estrenada comercialmente el 9 de enero en todo el país, tuvo una première simbólica en Noche Buena en los cines AMC Magic Johnson de Harlem, situados en calle 125, con una sala de espera en el tercer piso con vista privilegiada al mítico teatro Apollo. Este cine es, a día de hoy, el único multiplex en activo de un proyecto lanzado en los 90 por el mítico base de los Lakers en colaboración con Sony Pictures Entertainment. El que fuera un empeño personal de Magic por llevar entretenimiento a los barrios negros que años después abandonaría, conserva en sus paredes murales del jugador de la NBA rodeado de niños y fotos de los más grandes de la cultura afro-americana, donadas por el vecino Schomburg Center for Research in Black Culture, con sede a diez manzanas de distancia en el bulevar Malcolm X.
Lugar ideal para presentar la película y disfrutarla rodeada de gente del barrio en Noche Buena, con comentarios durante todo el metraje y ronda de aplausos ininterrumpida mientras los créditos finales aparecían en pantalla. La campaña publicitaria con cartelones en el Metro y artículos en prensa, ha venido sazonada con la obligada peregrinación del protagonista David Oyelowo a los platós de televisión, consiguiendo crear un ruido mediático que engancha al público de prime-time con historias multiculturales en pleno siglo XXI. Sirvan de ejemplo los vídeos colgados en Youtube sobre la manera en la que el padre de Oyelowo pronuncia nombres de famosos americanos y la clase al más puro estilo Barrio Sésamo que Brad Pitt (uno de los productores de la película) da a la audiencia para que no se confundan en la dicción de “Oyelowo”. Que Pitt fuese productor de 12 años de esclavitud y que Lupita Nyong’ó grabase un video similar el año pasado para esclarecer dudas a los americanos sobre la sonoridad de su apellido demuestran la importancia de una campaña de publicidad bien orquestada.
En similar línea de visibilidad mediática se pueden encuadrar las críticas de la prensa americana a la manera caricaturesca y negativa en la que se presenta al presidente Lyndon Johnson (interpretado por Tom Wilkinson). Frente al papel de mera comparsa u oposición que tiene en el filme, Johnson fue en realidad una figura clave que promovió activamente la firma de la Ley de derecho al voto de 1965 y que, en el momento de hacerlo, lanzaría el famoso presagio: “Creo que acabamos de entregar el sur a los republicanos durante un buen periodo de tiempo”. Con esa histórica cita, uno de los presidentes más progresistas que ha tenido EE UU, aludía al daño de una legislación adelantada a su tiempo cuyos coletazos se sienten todavía. Igualmente, la mano derecha de MLK, el reverendo Ralph David Abernathy, apenas se deja ver, cuando en realidad trabajaban codo con codo y había estado presente en los encuentros con el presidente Johnson (flagrante omisión en la película).
Aunque la familia aduce como motivo del olvido “la fuerza de la historia simplificada con un único héroe”, la razón de fondo fue el atrevimiento del reverendo de incluir en su autobiografía And the Walls Came Tumbling Down (1989) que MLK habría pasado la noche anterior al famoso discurso “Mountaintop” (que predecía su asesinato) con una o incluso dos mujeres. Estas declaraciones le valdrían a Abernathy ser acusado como traidor y su posterior ostracismo. A pesar de estas precisiones históricas (críticas habituales para una película de este género) uno de los grandes méritos de DuVernay reside en mostrarnos la cualidad colectiva de las acciones de MLK, quien aparece habitualmente acompañado y pidiendo consejo a sus amigos más cercanos, con las mujeres en un papel central y sin ocultar las infidelidades que se le imputan. En línea con las enseñanzas de sus modelos cinematográficos de la L.A. Rebellion de la UCLA (el etíope afincado en DC Haile Gerima, Julie Dash y Charles Burnett), DuVernay diluye la centralidad del personaje de MLK supeditándolo a una lectura colectiva de agencia histórica, en la que amigos, colaboradores y su mujer Coretta (Carmen Ejogo) tienen papeles que muestran la complejidad de la situación vivida en Selma y enriquecen al personaje de King.
Para quien busque mayores datos históricos a través del celuloide, recomiendo acudir al documental King: a Filmed Record… Montgomery to Memphis (1970) de Sidney Lumet y Joseph L. Mankiewicz para esclarecer dudas y reflexionar sobre la reescritura de la ficción. Verosimilitud histórica aparte, DuVernay ha sido capaz de hacer suya una historia ubicada en la ciudad natal de su padre, una ciudad cuyos rincones conocía desde la infancia y que le permitiría, con Young a su lado, convertirla en su personal escenario cinematográfico.
Otro de los valores de Selma radica en su elenco. Enumerar a todos los actores y actrices de esta ópera coral sería interminable así como inexcusable el no intentarlo. Acompañando a los protagonistas citados encontramos caras conocidas como las de Tim Roth (como el detestable gobernador de Alabama; el demócrata George Wallace), Giovanni Ribisi (en el papel del asesor del presidente, Lee C. White), Oprah Winfrey (como Annie Lee Cooper además de productora), Wendell Pierce (como el Reverendo Hose Williams, conocido por las series The Wire y Treme), el rapero Common (como James Bevel y compositor ganador del Globo de Oro a la mejor canción original junto a John Legend por Glory), Ruben Santiago-Hudson (como Bayard Rustin), Colman Domingo (como el casi ausente Ralph Abernathy), los cuales comparten encuadre con caras de una generación nueva que llega empujando con fuerza: Trai Byers, André Holland, Stephan James o Keith Stanfield.
Después de años quejándonos de la falta de interés por parte de Hollywood en historias con afroamericanos como protagonistas, una de las mayores industrias del cine mundial está empezando a responder a las demandas de un público diverso y, en su capacidad para asimilar a las últimas estrella mediáticas, reunirá muy pronto a Lupita Nyong’o (primera actriz africana en ganar el Oscar el año pasado por 12 años de esclavitud de Steve McQueen) con David Oyelowo en dos proyectos: la adaptación de la novela de la nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie Americanah y la producción Disney dirigida por Mira Nair que, partiendo del libro de Tim Crothers Queen of Katwe basado en hechos reales, relata la vida de una prodigiosa jugadora de ajedrez de Uganda: Phiona Mutesi.
En la ceremonia de ayer en los Globos de Oro, la asociación de la prensa extranjera en Hollywood concedió a Selma un único premio: mejor canción original por Glory. Tras la entrega al final de la noche de las estatuillas de mejor película y mejor dirección a Boyhood y mejor actor dramático a Eddie Redmayne por su interpretación de Stephen Hawking, el premio a Common y John Legend se siente de consolación. A la espera de ver qué sucede en los Oscars, Selma es un película necesaria y brillantemente realizada, que nos cuenta con sensibilidad y sin glorificaciones uno de los momentos que cambiarían el rumbo de la historia a la vez que presenta a las nuevas generaciones un colectivo de hombres y mujeres que lucharon por la igualdad en tiempos convulsos.
Premiada por la Asociación de los Críticos de Cine Afroamericanos y por el Círculo de críticos negros, entre otros tantos galardones recibidos en su país, mucho más relevante que todos los premios recibidos es el hecho de que una coalición de empresarios afroamericanos haya aunado fuerzas para recaudar fondos permitiendo que 27.000 estudiantes de secundaria de 12 a 15 años de Nueva York vean de manera gratuita la película del 8 al 19 de enero (día de Martin Luther King) en diversos teatros de la ciudad. Con esta iniciativa se reaviva el legado de MLK de no violencia, lucha y esperanza en un presente en el que se han sucedido un número elevadísimo de atentados racistas policiales contra menores afroamericanos.
(*) Beatriz Leal Riesco es crítica, comisaria e investigadora especializada en cines africanos y programadora del African Film Festival de NYC
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