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LA PUNTA DE LA LENGUA
Columna
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‘Invencible’ no es ‘unbroken’

En español tal vez expresaríamos mejor esa idea con “indómito”, “íntegro” o “indemne”

Álex Grijelmo

Muchos comentaristas deportivos decían hace años que “el marcador se mantiene inalterable”. La denuncia sobre lo incongruente de tal expresión tuvo eco, y hoy ya señalan que “el marcador se mantiene inalterado”. Lógico, porque un marcador inalterable nunca podría ser un marcador, salvo que todos los partidos en ese estadio terminasen por decreto con empate a cero; y entonces carecería de sentido no sólo el marcador sino su mero propósito informativo, pues a nadie habría que informar porque nadie asistiría a unos encuentros que proporcionan resultados tan aburridos.

El sufijo –ble sirve, entre otras funciones, para formar adjetivos a partir de verbos, y para significar que el sustantivo al que acompañan tiene la capacidad de recibir la acción verbal referida. De ese modo, “discutible” es un adjetivo según el cual la idea con la que se vincule ofrece la virtualidad de ser discutida. Y, lógicamente, “indiscutible” quiere decir lo contrario: que no se puede discutir. Por ejemplo, si dijéramos “es indiscutible que en México vive más gente que en Guatemala”.

Así pues, –ble se encarga de significar una capacidad teórica proyectada hacia el futuro, mientras que los vocablos que se completan con el sufijo –ado denotan una capacidad concreta verificada en pasado. Véase la diferencia entre “comprable” y “comprado”, entre “comible” y “comido”.

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Obviamente, lo comprable suele ser comprado; y lo indiscutible, indiscutido. La gente no pierde el tiempo en negar que México tiene más habitantes que Guatemala. Se trata de un asunto indiscutible, y por tanto nadie en sus cabales lo discute.

Pero algunas personas, por ejemplo, se creen insustituibles por el hecho de no haber sido sustituidas; y cuando esto último ocurre, se aperciben de que su posición inicial era realmente discutible, aun no habiendo sido una posición discutida.

Ha llegado a nuestros cines la película titulada Invencible, que dirigió Angelina Jolie. Y en los carteles aparece entre paréntesis el título original: Unbroken.

La traducción literal

En inglés, esa palabra se forma con tres elementos: un- (prefijo de negación que equivale en español a in-); brok (raíz de tiempo pasado de un verbo que significa en nuestro idioma “quebrantar” y similares) y –en (sufijo que cumple la misión de nuestro –ado). Por tanto, la traducción literal daría “inquebrantado”. No es una palabra usual, aunque sí bien formada. En español tal vez expresaríamos mejor esa idea con términos como “intacto” para referirnos a aspectos físicos, y otros como “indómito”, “íntegro” o “indemne” para aplicarlos también al espíritu.

Sin embargo, la película se ha titulado en España Invencible; y en América Latina, Inquebrantable.

Esa traducción para España no responde fielmente a la idea original. Si en inglés hubieran deseado decir “invencible” habrían utilizado el término “invincible”. Y habrían acudido por tanto en ese idioma al sufijo –ble, que coincide con su primo español en significar una cualidad del sustantivo adjetivado, en este caso la cualidad de que no se le podrá vencer.

El atleta que protagoniza la película ofrece una gran fuerza de voluntad, mucha entereza, sí; pero no es invencible. Y se ve pronto porque pierde alguna carrera.

La versión latinoamericana, por su parte, se muestra más precisa en la traducción de la raíz: quebrant- se acerca aquí más a brok-; pero luego se remata con -ble cuando, a tenor del original, encajaría mejor -ado (es decir, “inquebrantado”).

Si quien decidió el título en inglés hubiera querido resaltar la idea “inquebrantable” habría acudido al término “unbreakable”, en vez de “unbroken”. Porque no todos los imbatidos son imbatibles, no todos los invictos son invencibles. El Real Madrid estuvo tres meses invicto, pero eso no lo hacía invencible, como acabamos de ver.

Y esto se afirma aquí con la sana intención de que nadie deduzca de la cartelera que Invencible es la traducción más correcta de Unbroken, y con la vana esperanza de que este artículo lo consideren ustedes irrebatible o irrefutable. Incluso indiscutible.

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Sobre la firma

Álex Grijelmo
Doctor en Periodismo, y PADE (dirección de empresas) por el IESE. Estuvo vinculado a los equipos directivos de EL PAÍS y Prisa desde 1983 hasta 2022, excepto cuando presidió Efe (2004-2012), etapa en la que creó la Fundéu. Ha publicado una docena de libros sobre lenguaje y comunicación. En 2019 recibió el premio Castilla y León de Humanidades

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