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Little Haiti de Miami: ideas para reducir la pobreza a través del arte

De cómo el arte se ha convertido en un recurso prometedor para los inmigrantes haitianos emigrados y los que quedaron en el país

Durante cinco décadas, decenas de miles de haitianos que escapaban de la adversidad de su tierra rehicieron sus vidas a unos seis kilómetros al norte del centro de Miami, en un vecindario conocido como Little Haiti. Se convirtió en la primera parada en el camino hacia el sueño americano y uno de los lugares más eficaces para recoger donaciones y enviar remesas de vuelta a casa. Incluso durante los apagones provocados por los huracanes, Little Haiti siempre ha estado abierto. ¿Necesitas velas o una linterna? Sigue la animada música kompa que resuena en los generadores de las tiendas de todo a cien. ¿Quieres una cerveza o un juego de dominó? Déjate caer por Churchill’ s un viejo pub inglés en perpetuo estado de adaptación demográfica que acoge desde jazz haitiano a punk argentino.

Pero, a causa de la aburguesada industria artística, el resistente barrio de Little Haiti podría perder pronto su ecléctica existencia si los habitantes locales no aúnan sus esfuerzos para promover sus propios tesoros artísticos y culinarios entre el turismo y los recién llegados con conciencia social. Animados por Art Basel, una feria de arte conocida mundialmente que se celebra cada diciembre en Miami Beach, los promotores de inmobiliarias de lujo han invertido grandes sumas en los territorios colindantes. Esto ha aumentado tanto los alquileres que los artistas locales cuyas galerías llamaron la atención de los diseñadores haute coutoure se han visto forzados a trasladarse. En su lugar, han entrado tiendas como Luis Vuitton y Cartier.

“La escena artística de Miami está creciendo rápidamente y nosotros los haitianos no queremos quedarnos atrás”, explica el pintor y músico Jude Papaloko, cuya galería de arte Jakmel se ha visto obligada a cambiar de localización dos veces en los últimos 11 años. Quién sabe cuánto tiempo podrá mantener su ubicación actual en la 2ª Avenida NE, unos bloques al sudeste de Wynwood y Design District, dos de los vecindarios más artísticos de Miami.

Te Contaron Haiti de BIDtv sobre la situación que vive hoy Haiti

Sin embargo, Papaloko aún mantiene la esperanza. Este invierno, él se convirtió en uno de los principales muralistas de ART Beat-Miami. Este nuevo colectivo de 25 artistas locales y docenas de negocios y ONG de la zona estarán pintando murales un poco más al norte, en la intersección de la 2ª Avenida NE y la calle 54 NE, el principal punto de entrada a Little Haití. Sus poderosas representaciones de los emprendedores del vecindario ayudarán a los residentes a crecer con el paso del tiempo, atrayendo a los turistas a los restaurantes, las galerías, las librerías, las botanikas (tiendas espirituales caribeñas) locales y a la joya de la corona: el vanguardista centro cultural de Little Haití, que cuenta con un auditorio para eventos especiales y un programa de actividades extraescolares de danza y artes, así como su propio mercado caribeño, recientemente renovado por 1,2 millones de dólares procedentes de la Ciudad de Miami y el Departamento de Asuntos Culturales del condado de Miami-Dade. El mercado, habitualmente abastecido de puestos de comida y artesanía, también servirá para instalaciones especiales de arte durante el Art Basel.

“El cambio es inevitable, pero como comunidad, tenemos que estar preparados para sacar algo nuevo de lo viejo”, cuenta Joann Milord, una especialista haitiana-americana en microempresas que fundó Northeast Second Partnership (NE2P), un grupo de desarrollo comunitario sin ánimo de lucro que se ha asociado con ART Beat-Miami. “Nuestra cultura es lo que hace atractivo este destino”, sentenció Milord, poniendo de relieve que la reputación de Miami como capital de la diáspora latinoamericana y caribeña tiene un atractivo especial.

Foco en la inmigración

Cuando el inmigrante haitiano, Jude Papaloko Thegenus, llegó a Miami a los 21 años en 1986 con el plan de seguir estudiando arte, encontró pocos líderes comunitarios con un interés en la estética y la cultura. “El foco estaba en la inmigración, la lucha por los derechos. Se trataba de los haitianos que llegaban en barcos y necesitaban un sitio donde vivir, comida, trabajo, y papeles”, recuerda.

Nadie en la comunidad sabía dónde comprar material de arte, y mucho menos como ayudarle a vender su trabajo en una ciudad que tenía aún que reconocer el arte haitiano como algo más que simple folklore. Pero un boom en la llamada gentrificación, o mejoramiento del barrio, propulsado por el auge de movimientos artísticos, está inspirando a Papaloko, dueño de La Galeria Jakmel, a abrir otra galería en la comunidad de Little Haiti donde originalmente emigró. Esta galería estará enfocada en asesorar a los jóvenes sobre arte, música y cocina haitiana, actividades que su propia ONG Papaloko4kids ofreció durante años en el sistema de educación pública de Florida y en visitas a Haití.

Igual que en la madre patria, es difícil evitar las imágenes de pobreza en una comunidad rodeada de basura y pintura descascarada, donde muchos negocios aún no tienen un sistema de pago con tarjeta de crédito.

El programa de desarrollo comunitario Northeast Second Partnership (NE2P) ya estaba trabajando en estos temas y haciendo campaña a favor de la vivienda asequible, cuando la artista y antropóloga, Aimee Ortiz, se puso en contacto con la organización el verano pasado. Ella ofreció fundar el proyecto de dibujos murales comunitarios ART Beat-Miami, utilizando a Papaloko como artista principal. Ortiz es cubana, no haitiana, pero como muchos miembros de su programa de apreciación de la comunidad artística sin ánimo de lucro, Arte del Barrio, es una emigrante que sabe que el arte puede apaciguar y expandir las mentes de aquellos que luchan por sobrevivir en una tierra ajena. Ortiz, residente en Little Haiti desde hace más de 15 años, no tuvo grandes problemas para convencer a otros negocios y organizaciones locales sin ánimo de lucro como el Centro Cultural Little Haiti, Little Haiti Optimist Club, Chef Creole Seasoned Kitchen, la galería de arte B. Studio e incluso Home Depot para que participasen donando 60.000 dólares en materiales de arte, pintura y las mismas paredes y papeleras de los negocios de la calle 54 NE. Todos ellos experimentarán un colorido cambio de imagen.

“Me quedé impresionada al ver cómo se han sumado al carro los pequeños empresarios”, dijo Ortiz. “Les ha encantado la idea de unir a la gente”. Durante la celebración de Art Basel, utilizando los contactos de ART Beat-Miami con la ciudad, se estima que 23 tranvías de turistas atravesarán Little Haiti cada día. Los visitantes, además de ver los murales, podrán comprar en el mercado caribeño y comer en Chef Creole o en la terraza de Leela’s, que está mejorando sus instalaciones con la ayuda de NE2P. Unificar la protección cultural con la gentrificación es parte de un fenómeno de las industrias creativas que el Centro Cultural del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) denomina “economía naranja”.

“Esta es la forma en la que proponemos que la economía naranja integre minorías y poblaciones desfavorecidas, lo que las separa hoy es lo que pueden ofrecer en el proceso de integración y crecimiento impulsado por la gentrificación”, estipuló Felipe Buitrago, uno de los autores del libro del BID La economía naranja. Una oportunidad infinita, 2014.

A su colega del BID, Fadrique Iglesias, le parece una excelente estrategia utilizar el empuje de Art Basel, que genera más negocio que ningún otro evento anual en el condado de Miami-Dade.

“Cuando una comunidad se da cuenta de que su producción tiene un valor externo, tiene un incentivo para producir más”, dice Iglesias, que espera que ART Beat-Miami genere oportunidades para industrias creativas incluso en el mismo Haití.

Los muralistas de ART Beat-Miami de la calle 54 NE ya van por este camino. En noviembre, Jakmel, la galería de arte de Papaloko, preparó un evento para recaudar fondos y más material de arte, en esta ocasión para artistitas haitianos que vuelven a Puerto Príncipe después de una visita propiciada por Florida Sister Cities International.

“Todo se puede replicar” afirma Papaloko, “de esta manera, Little Haiti se convierte en un recurso”.

Más información sobre el movimiento de arte y desarrollo en Little Haiti y de las investigaciones del BID sobre las industrias creativas y sobre Haiti en este blog

Julienne Gage es especialista en comunicación en el BID. Produce documentales para el programa de Haití de este organismo. Trabajó como reportera de inmigración y arte en Miami entre el 2002 y el 2009.

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