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Columna
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La cultura

¿Quién garantiza el acceso a lo que no son las necesidades mínimas?

Juan José Millás

Qué ocurriría si nos extirparan de la imaginación los martes y luego los miércoles y así hasta arrebatarnos todos y cada uno de los días de la semana? ¿Y si borraran de un plumazo los meses del año? ¿En qué nos quedaríamos si desapareciera de súbito el sistema métrico decimal? Podría ser, ¿no? De hecho, los sábados no existen más que en nuestra fantasía, igual que los eneros o los marzos, lo mismo que los minutos del microondas o los segundos del metrónomo. Hubo un tiempo en el que no existía el jueves próximo ni la primavera que viene. Ya teníamos hígado y riñones y lengua y paladar y tráquea. Pero carecíamos del sábado. Hoy sería más difícil vivir sin sábado que sin tráquea. Casi todos los órganos se pueden sustituir o trasplantar, pero un sábado no se le ocurre a cualquiera. ¿Y un funeral? ¿Cuántos siglos y cuántas cantidades de ensueño fueron necesarios para inventar el culto a los difuntos? ¿Cuánto ingenio fue preciso poner en marcha para descubrir la lástima? ¿Qué clase de delirio nos indujo a enterrar a los muertos en vez de comérnoslos, pese a la suma de proteínas que contiene un cadáver?

Imaginemos a un hombre o a una mujer desposeídos de la utilería fantástica que acabamos de referir, y que no ocupa sino una parte mínima de lo que llamamos realidad (la realidad, otro hallazgo de cojones también); imaginémoslos despertando sin saber qué hora es, qué día, en qué estación del año se encuentran, adónde deben ir a trabajar. Algo de eso ocurre en momentos de implosión como los actuales. Se desechan conquistas, se eliminan derechos, se reduce a las personas a sus necesidades básicas, necesidades que cubre la solidaridad individual porque el Estado no llega. ¿Pero quién garantiza el acceso a la cultura?

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Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

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