A por ellos
El deporte es educativo, pero el deporte de equipo necesita un cuidado muy especial que evite la creación de enemigos colectivos como si fueran nacionalistas
Todos los padres han tenido un hijo que ha sido seguido por los ojeadores del Barça o por algún socio de Bill Gates. No es mi caso. Ni el fútbol ni la informática han paseado por delante de mi puerta.
Lo del fútbol casi lo agradezco, porque sé bien lo que sucede en ciertos ambientes.
Cuando escucho a alguien decir que no entiende lo que ha pasado en Madrid entre los hinchas del Atleti y los del Dépor, pienso que esa persona no ha asistido nunca a un partido de fútbol entre tiernos jugadores de ocho años de pueblos o barrios rivales. Los padres de los niños se suelen apostar cerca de la demarcación que ocupan sus chavales y dicen cosas como:
—¡Mata a ese hijoputa!
—¡Al salir voy a rajar a tu padre!
El juego sigue como si no pasara nada y los padres raras veces se acuchillan. Pero queda un cierto resquemor, una vaga idea de que el fútbol está ligado a la satisfacción de algunos instintos violentos. Yo creo que los de la pelea de Madrid son casi todos padres de familia que no han podido ver a los blandos de sus hijos machacar la cabeza de algún rival.
Ahora, conmovidos por los hechos del Manzanares, subrayados por una estúpida corte guardando un minuto de silencio en Riazor, nos echamos las manos a la cabeza pensando qué hemos hecho mal.
Pues casi todo. El deporte es educativo, pero el deporte de equipo necesita un cuidado muy especial que evite la creación de enemigos colectivos como si fueran nacionalistas.
No estaría de más empezar por lo de “a por ellos, oé” que a mí me da miedo siempre. Pero es que soy un blando.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.