Fútbol y alquimia fiscal
No hay una cruzada de Hacienda contra los clubs y los futbolistas; más bien se practica una tolerancia excesiva, como demuestra la deuda tributaria acumulada
La fiscalidad del fútbol (la de los clubes y la de los futbolistas) siempre ha sido un arcano para el común de los mortales. Los jugadores y sus abogados protestan ahora sobre una supuesta cruzada fiscal contra los futbolistas de élite que la Agencia Tributaria niega. La protesta está fundada sobre todo en la interpretación de la norma de 1996 conocida como 85/15, según la cual los futbolistas tienen que declarar el 52% (marginal máximo del IRPF) por el 85% de su retribución y el 30% (Sociedades) por el 15% de la remuneración, esta última parte gravada como derecho de imagen gestionada por una sociedad. La ventaja para los futbolistas era evidente; pero como Hacienda llegó a la conclusión de que los jugadores utilizaban esta sociedad para liberarse de cargas fiscales de otras retribuciones o especies, a partir de 2006 la Agencia Tributaria consideró que las operaciones vinculadas (las que existen entre el club y la sociedad del futbolista) debían valorarse a precio de mercado; en la práctica los jugadores tienen que tributar al 52% por el 100% de su remuneración.
Y aquí es Troya. La puerta está abierta a que se pueda investigar, desde 2006, si se ha tributado de acuerdo con la nueva interpretación o no. Varios futbolistas están siendo investigados o ya lo han sido (Casillas, Xabi Alonso, Ramos, Mascherano, Iniesta, Piqué). Por añadidura, Hacienda considera que las comisiones pagadas por los jugadores a los agentes también deben tributar como remuneración propia. Una interpretación que muy pocos considerarían disparatada.
Antes de que el caso mute en conflicto —hay indicios en la declaración de Javier Tebas, presidente de la LFP (“Hacienda quiere liquidar los clubes”)—, ambas partes deberían puntualizar que: 1) No hay una cruzada contra los clubes, sino más bien una tolerancia que permite, por ejemplo, una acumulación de deuda con Hacienda insólita en cualquier otra Liga; 2) Hacienda debería aclarar qué interpretación aplica en la tributación fiscal —no puede haber normas ni interpretaciones divergentes— y abrir, si lo cree conveniente, un periodo de adaptación; y 3) Basta ya de histeria y de transmitir la idea perversa de que el sufriente mundo del fútbol no puede vivir sin alquimia fiscal.
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