Estructuras de Estado

El domingo cientos de miles de catalanes participaron en un remedo de consulta de autodeterminación y, escrutados casi todos los votos, la inmensa mayoría lo ha hecho a favor de un Estado “propio” o “independiente”. Si las razones de los votantes coinciden con las de los apóstoles políticos y mediáticos del soberanismo, lo habrían hecho principalmente para que Cataluña dispusiera de “instrumentos” o “estructuras” estatales con que solucionar los problemas de sus habitantes. Sin embargo, la columna de Moisés Naím en la edición de ese día del diario, Diagnosticando a Obama, ofrece una perspectiva que pone en entredicho la solidez de ese argumento. Según Naím, los críticos con el mandatario norteamericano “exageran el poder que tiene el presidente de Estados Unidos hoy en día”, ya que, en realidad, “Washington tiene más restricciones que nunca para moldear la realidad dentro y fuera de sus fronteras”. “Creo que algo parecido les pasa a todos los demás Gobiernos del mundo”, concluye. ¿Es razonable creer que el govern de un hipotético Estado catalán sería la excepción? ¿No es más sensato concentrar las energías colectivas en “estructuras” supranacionales con capacidad de mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos?— Daniel Díaz Talavera. Madrid.

El 9-N ya es historia. Y resulta que todos aparentemente han ganado. Pero los únicos que hemos salido ganando somos los ciudadanos que hemos votado en una jornada festiva de la democracia para expresar nuestra opinión. No tendrá ninguna validez jurídica, sí, pero los que emprendieron la cruzada legal para impedir que la Generalitat celebrara la “butifarrada castellera”, para ellos ha sido un fracaso. Más de dos millones de personas mayores de 16 años han acudido a las urnas. ¿Podrá Rajoy darse cuenta que le ha estallado el suflé catalán “suavemente” en su cara? ¿Se atreverá a meter al triunfador Mas en la cárcel? Dice Rajoy que el president ha puesto las cosas difíciles, cuando han sido su cerrazón y falta de miras las que han aparcado el problema en una vía muerta, sin visos de solución. Al menos la sagacidad de Mas ha evitado el choque de trenes. Y todo el mundo lo ha visto.— Cristo Antonov. Sitges, Barcelona.