Pragmatismo canario
Paulino Rivero ha suspendido una consulta que ofrecía una falsa opción entre turismo y petróleo
Después de haber presentado a los canarios una pregunta que obligaba a los habitantes del archipiélago a optar entre las prospecciones petrolíferas y el modelo medioambiental que ampara el turismo (como si esa disyuntiva estuviera en discusión), el Gobierno de Canarias ha dado un paso hacia el pragmatismo: ha suspendido esa consulta, que tiene como origen su oposición a que se hagan sondeos petrolíferos ante las costas de las islas.
Paulino Rivero, presidente canario, decidió convertir el asunto de los sondeos autorizados por el Gobierno central en un pulso político con la Administración, y al final de su mandato (ya no se presentará a la reelección) apretó el acelerador y propuso a la ciudadanía que se pronunciara, en una consulta que debería tener efecto el 23 de noviembre, sobre el cambio de modelo ambiental que ahora, según esa formulación, ampara el turismo en las islas. Los sondeos petrolíferos no ponen en cuestión el modelo turístico de las islas, ni puede demostrar Gobierno alguno que ese tipo de análisis vaya a dar al traste con tan importante industria, de modo que la propia disyuntiva presenta ángulos demagógicos que los propios compañeros de Rivero han cuestionado en voz alta o en voz baja en las últimas semanas.
El anuncio de que el Gobierno de Rajoy iba a impugnar esa consulta ante el Tribunal Constitucional ha impulsado esta decisión pragmática: no habrá consulta el 23 de noviembre, hasta que se pronuncie tan alta instancia. En los cinco meses que podría durar la discusión constitucional puede pasar que se inicien esos sondeos, pero también que el propio Gobierno de Paulino Rivero convenza a este de que aquella pregunta sobre si los canarios quieren petróleo o turismo (que básicamente es lo que dice la interrogante propuesta) es un disparate que sólo alimenta confusión sobre la naturaleza de estos sondeos.
Se trata de saber si frente a las costas canarias hay petróleo, o gas; en ningún momento se ha planteado que la consecuencia de esos análisis sea la destrucción automática de la principal fuente de riqueza del archipiélago. La pragmática suspensión de la consulta, pues, es adecuada, como lo sería tachar definitivamente la pregunta que la sustenta.
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