La vida resuelta

Ahora que la crisis del ébola —a pesar de los políticos y gracias a los profesionales— parece que se está encauzando, sería el momento adecuado para irse planteando la asunción de responsabilidades por parte de quienes gestionaron, o debieron haber gestionado la crisis, y no lo hicieron. Me refiero, claro está, a la ministra, que permaneció muda, desorientada o ausente; y al lenguaraz consejero de Sanidad de Madrid, ese señor a quien parecía interesarle poco la vida de los demás ya que la suya la tenía resuelta. Sus declaraciones, como poco, carecían de la más mínima sensibilidad, por no utilizar otros adjetivos que impedirían que esta carta fuera publicada. Y para aparentar cierta sensibilidad aunque no se tenga, no creo que haya que hacer ningún máster. De dignidad tampoco anda sobrado el consejero, ya que sigue en su cargo y parece que ni él está dispuesto a dejarlo ni nadie le va a desalojar.

Solo queda, pues, enviar las condolencias a los profesionales sanitarios de Madrid, que tendrán que seguir sometidos a su mandato y a los millones de ciudadanos madrileños, usuarios de la Sanidad Publica, que además de soportarlo, deberán contribuir con sus impuestos a que este señor siga teniendo su vida resuelta.— Sebastián Fernández Izquierdo.