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En el mundo de la música pop, el 'hashtag' es rey

#Beautiful, #WillPower, #Selfie... Últimamente, la cultura comercial fuerza su propio hueco en las redes sociales por defecto

Si uno mira las superventas estadounidenses se queda con la fría sensación de que, hoy en día, la amohadilla importa más que un acorde completo. Will.i.am levantó la liebre titulando su último disco #willpower y su single #thatpower reventó en las listas de éxito… aunque claro, hay que tener en cuenta que tenía la colaboración de Justin Bieber ayudó mucho a vender 600.000 copias en una semana. Sea como sea, parece que quien tiene un hashtag tiene un tesoro: The Chainsmokers reventaron las discotecas en primavera con #Selfie, un triple mortal carpado en el que sumaban las modas de Instagram y Twitter con una canción pegadiza. Todo por es poco por colar la música en un smartphone aunque sea por las redes sociales.

So parece de rabiosa actualidad, hay pruebas de que el truco tiene casi más tiempo que las maracas de Machín. Hagamos historia: la primera canción documentada entre las grandes discográficas con una almohadilla en el título fue #1Nite de Cobra Starship, un temilla de chiringuito ibicenco con vocecillas castradoras de rigor.

Busta Rhymes decidió sacarle provecho al trasero de Miley Cirus y su escandalazo en los premios de MTV con el tema #TwerkIt, a ver si alguno se animaba. En su lugar, uno disfrutaba de las cárnicas posaderas de Nicki Minaj.

A partir de ahí, los que no le ponen un hashtag al título de sus canciones, los introducen en los vídeos con la esperanza de viralizar. Mariah Carey le dio a la almohadilla en #Beautiful, en el que el título de la canción no se justificaba por lo mucho que se quiere la cantante a ella misma, sino por ser una de las palabras que más se utilizan en Twitter.

No es solo cuestión de música o de Estados Unidos. En España, Risto Mejide ha ejercido con su Annoyomics, el arte de molestar para ganar dinero. Como Sophia Amoruso en EE UU con su #Girlboss.

Hablando de España, sería cruel no mencionar que hace ya cuatro años el madrileño Juan Zelada experimentó con el “almohadilla-canción” con #YoConfieso. Lo suyo tiene todavía más mérito porque la canción se compuso con retazos de mensajes de Twitter, en un ejemplo colaborativo que no soportarían las espaldas (ni las cachas) de las estrellotas estadounidenses.

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