Julianne Moore: “De diva solo tengo los zapatos”
La actriz no se siente una ‘celebrity’, para ella todo lo que rodea Hollywood es su trabajo. Prefiere disfrutar de su vida familiar lejos de Los Ángeles Enamorada de la moda, la intérprete apoya al diseñador Tom Ford, a quien ha donado muchos de sus vestidos de alfombra roja, para que abra un museo
Con Julianne Moore todo parece sencillo. Aunque la actriz estadounidense, de 53 años, ha interpretado algunos de los mejores papeles femeninos de los últimos años, trabajos que le han reportado cuatro candidaturas al Oscar por Boogie Nights (1997), El fin del romance (1999), Las horas (2002) y Lejos del cielo (2002), ella no goza del estrellato y la expectación que rodean a algunas compañeras de profesión de su generación, como Nicole Kidman o Cate Blanchett. Pero al menos una cosa tiene en común: sus paseos por las alfombras rojas son espectaculares. Eso sí, Julianne Moore no va de diosa.Y en su vida personal no hay escándalos. Forma uno de los matrimonios más estables de Hollywood junto al director Bart Freundlich, de 44 años. Casados desde hace once años, el matrimonio —el segundo para ella— tiene dos hijos.
A las puertas de una nueva candidatura para alcanzar al fin la preciada estatuilla de poco más de treinta centímetros por su trabajo en Maps to the stars, Moore no esconde su alegría pero deja claro lo mucho que la separa de su personaje de actriz despótica venida a menos que podría conseguirle su primera estatuilla.
Pregunta. Desde fuera siempre nos fijamos en los egos, las divas, las puñaladas de Hollywood. ¿Es lo que vive a diario siendo parte de esta industria?
Respuesta. Me encanta ser actriz, el cine, contar historias. Pero ese es mi trabajo. Mi vida es mi marido, mis hijos, mi casa, nuestro perro. Y por mucha ilusión que me hagan las buenas críticas me siento genial cuando mi hija comienza el curso o mi hijo está feliz con su novia. Freud dijo que necesitas trabajo y amor para mantener el equilibrio y es cierto.
P. ¿No tiene ni un punto de diva?
R. Pregúntale a mi marido y te dirá que son mis zapatos. Siempre me dice eso de ‘¿cuántos necesitas?’.
P. ¿Necesita más que Imelda Marcos [ex primera dama filipina y propietaria de más de mil pares de zapatos]?
R. No llego a eso ni de lejos. Tengo muchos pares. Los Birkenstocks, los de vestir, marrones, azules, blancos, otros franceses, estos de Nicholas Kirkwood…
P. Suena al armario de Sarah Jessica Parker, icono de la moda tras ser el alter ego de Carrie Bradshaw (protagonista de la serie Sexo en Nueva York) durante seis años.
R. No lo conozco pero no me quejo de armario. El mejor que he tenido.
P. ¿Cuál es su pieza preferida?
R. Probablemente el vestido que llevé al festival de Cannes para el estreno de Maps to the stars. Uno de mis favoritos, de Chanel, tan bien diseñado que se vestía como una camiseta. ¡Y con plumas! Es una de las ventajas de ser actriz, el acceso a la moda, que es algo que me encanta.
P. Y luego ¿qué hace con todo el vestuario? Porque supongo que es una puesta y ya no los vuelve a usar.
R. Sí, nunca los vuelvo a vestir. Los que significan algo los guardo por si algún día se los pone mi hija [que hoy tiene 12 años]. Y le he dado muchos vestidos al diseñador Tom Ford para que abra de una vez su museo.
Tuve Facebook para ver qué era y a mi hija le cerramos Instagram hasta que compranda lo que conlleva”
Julianne Moore también alterna su prolífica carrera como actriz con su trabajo escribiendo cuentos infantiles. Pero su mayor preocupación sigue siendo su familia, para lo que sigue contando con la ayuda de la que antes fue su niñera y que hoy le es indispensable en su día a día de madraza y no de estrella que vive en Nueva York, lejos de las fiestas y los paparazi.
P. Sigue sin trasladar su residencia a Los Ángeles.
R. Mi primer viaje a Hollywood fue con mi hermana e hicimos todo lo que nos correspondía hacer como turistas. El recuerdo que me llevé es que todo parecía salido de Superdetective en Hollywood, algo que me sigue haciendo gracia.
P. Ahora se codea con un Hollywood más joven, en su nueva película junto a Robert Pattinson; en Still Alice con Kristen Stewart, con Jennifer Lawrence en Los juegos del hambre…
R. Robert es un encanto. Tan parlanchín... No me lo esperaba así. Y gente como Jennifer… Será todo lo joven que quieras pero como le digo a mis hijos me asombra el ejemplo que da alguien que no tiene ni... ¿24 años? [La oscarizada intérprete cumplió esa edad el pasado mes de agosto].
P. ¿Qué piensa de la presión que viven los jóvenes, sobre todo los jóvenes famosos, en las redes sociales?
R. Llámame vieja pero me he distanciado de la cultura de Internet. Pasará mucho tiempo hasta que sepamos utilizarla con propiedad. Tuve mi página de Facebook por dos minutos para ver qué era y a mi hija le hemos cerrado la cuenta de Instagram hasta que comprenda lo que conlleva. No me gustan los selfies, no me gusta ese culto a la imagen.
P. ¿Un consejo para mantener un cuerpo Moore?
R. Las patatas fritas. Las que no te comes. Me hace gracia que ahora venga The New York Times con un estudio diciendo que los carbohidratos son el mayor problema en nuestra dieta. ¡Cualquier actriz te lo habría dicho hace años! Antes de un rodaje trato de comer menos y saludable, más fruta y verdura, menos pan y pasta. Hago ejercicios de cardio y yoga. Pero no soy ninguna santa y entre rodajes me dejó llevar por la tentación.
P. ¿Y la edad? ¿Le preocupa hacerse mayor?
R. En Estados Unidos siempre que se habla de la edad se habla de pérdida. ¡Como si alguien quisiera volver a los 20 años! Madurar también significa ganar en conocimiento y eso es un privilegio. Porque nuestro mayor temor del envejecimiento es la mortalidad y eso sí que está fuera de nuestro control.
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