Naufragio de la revolución libia
Se plantea la cuestión de si fueron acertados los bombardeos contra Gadafi para apoyar a los rebeldes
Libia se descompone. Las escasas estructuras político-administrativas construidas desde 2011 se hunden. La vida económica se para. Una tras otra, las grandes misiones diplomáticas se van, lo mismo que la ONU y numerosas ONG. Trípoli, la capital, y Bengasi y las grandes ciudades, en las que vive la mitad de una población en torno a los 7 millones de habitantes, son el teatro de los enfrentamientos entre bandas armadas rivales. Se combate con armas pesadas, en la ciudad, y aún más en los dos grandes aeropuertos, inutilizados por los disparos (...).
Secuestros, asesinatos, mezcla frecuente del gran bandidaje y de los arreglos de cuentas políticas, todo ello entrecortado por bombardeos de artillería: el sueño de una Libia tolerante se ha disipado. A la dictadura feroz, tribal, depredadora que era el régimen de Gadafi le ha sucedido el reino de las milicias, también depredadoras, tribales y completamente extrañas a la idea misma de un Estado de Derecho.
Imposible no plantearse la cuestión de la pertinencia de la intervención de Estados Unidos, Francia y Reino Unido en apoyo de la rebelión de 2011 —intervención aprobada en su día sin reservas por Le Monde—. ¿Washington, París y Londres tenían razón al llevar esa campaña de bombardeos aéreos que permitió a los rebeldes ganar a Gadafi? Cuestiones fáciles de plantear a posteriori: la decisión política de la intervención se toma a veces en la urgencia, a menudo por razones humanitarias. Pero cuestiones a las cuales es difícil escapar hoy día, a la vista del caos que reina en Libia.
París, 30 de julio
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