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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Puentes abiertos

No hay mucho que celebrar, pero Rajoy y Mas rebajan la tensión pese a discrepar sobre la consulta

El encuentro entre Artur Mas y Mariano Rajoy deja las espadas en alto en cuanto a la consulta soberanista, pero abre la vía a la negociación en cuestiones concretas que afectan a la economía y a la sociedad catalanas. Mas accede a dialogar cuestiones al margen del referéndum, al contrario de lo que su entorno venía diciendo —dialogar sí, pero solo sobre la consulta—; y Rajoy está dispuesto a hablar sin condicionarlo a que Mas se retracte del propósito de convocarla, aunque le deja claro la imposibilidad de llevarla a cabo en la medida en que es ilegal.

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Mas presenta una lista de 23 asuntos que “nada tienen que ver con la consulta” y La Moncloa afirma que Rajoy se ha comprometido a estudiarlas “con ánimo constructivo”. La lectura correcta es que se aplaza lo más difícil. No era realista pensar en una marcha atrás del presidente de la Generalitat, pero de sus palabras tampoco se deduce otro casus belli, más allá de las alusiones a la fuerza del pueblo catalán y a la demostración “espectacular” que pronostica para el próximo 11 de septiembre.

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A juzgar por las explicaciones de Mas, ha ocurrido lo que los empresarios y los sectores más dialogantes de Cataluña y del conjunto de España pedían que sucediera. La cuerda no se ha roto y le toca al Gobierno dar respuesta, entre otras, a la cuestión de facilitar liquidez: Mas insistió en la contradicción de que “la economía más productiva” de España es la que menos puede pagar a sus empleados públicos, y en la “situación límite” de la sanidad y los servicios de la dependencia. Hay que tratar sobre la mejora de la financiación, la realización de infraestructuras o las demandas sobre la educación, objeto de fuerte discrepancia entre la Generalitat y el Gobierno de Rajoy.

Mas se ha movido respecto a las posiciones inflexibles sostenidas durante los últimos meses, que centraban el acuerdo con el Estado en la cuestión de la consulta soberanista. Le gustaría un pacto “a la británica” para la celebración del referéndum —es decir, por medio de acuerdos entre el Gobierno central y el de la autonomía—, pero le ha quedado claro la ausencia de posibilidades para ello, además de constatar que en la posición de Rajoy no hay, hoy por hoy, otras alternativas.

Es pronto para saber si existe un plan B al bloqueo del referéndum. La convocatoria inmediata de elecciones es una opción poco realista para el campo del nacionalismo, que está afectado de lleno por la crisis de la casa Pujol; y dejarlas para 2016 abre un plazo muy largo, por más “plebiscitarias” que se presenten. Una hoja de ruta tan rupturista como la que estaba planteada parece ahora mucho menos probable.

Aunque no haya solución del conflicto político, el clima es más constructivo que el de los últimos tiempos. Ambos mandatarios han hecho caso a los llamamientos para mantener los puentes abiertos. Lo mejor que pueden hacer es seguir hablando todo lo que haga falta.

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