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Sírvase un buen trago de fama

George Clooney, Justin Timberlake o el rapero Sean Combs encuentran un filón invirtiendo en marcas de tequila

George Clooney y su amigo y socio Rander Gerber.
George Clooney y su amigo y socio Rander Gerber.CORDON

Justin Timberlake acaba de volver a la lista de las celebridades más poderosas de Forbes, y no solo porque sea uno de los artistas más reconocidos del planeta. A los varios discos de platino que tiene en su poder desde que comenzó como miembro de ‘N Sync hace tres décadas, y a la más de una docena de apariciones en la gran pantalla, como en La red social, hay que sumarle su faceta de empresario, que empezó con la marca de ropa William Rast en 2005.

Ha encontrado su último gran negocio en el tequila. Ha reconocido que siempre tuvo una debilidad por este alcohol de alta graduación. Decidió crear su propia marca hace cinco años, tras visitar una destilería en Jalisco. La llamó originalmente 901, por el código postal de su ciudad natal, Memphis. La maniobra de Timberlake no es casual. Tras la última crisis, los jóvenes de entre 20 y 30 años empezaron a gastar más dinero en licores que en cerveza, según revela un reciente estudio de Gallup.

La estrella del pop llevó el negocio a otro nivel a comienzos de 2014 con Beam Suntory, la compañía que produce Sauza. Las estadísticas de la Distilled Spirits Council muestran que el tequila es de los alcoholes que más está creciendo en EE UU. En la última década, las importaciones casi se doblaron. Y eso pese a que botellas como el Sauza 901 se pagan a 30 dólares. La suya se presenta como la versión moderna del licor de Don Cenobio Sauza, padre del tequila.

El gran reto de Timberlake es cambiar la percepción que la generación del selfie tiene hacia este tradicional alcohol. El artista es uno de los maestros a la hora de explotar las redes sociales para apoyar ciertas marcas, como Callaway en el golf, las cervezas Bud Light, Audi, Givenchy o la cadena de comida rápida McDonalds, para la que puso voz al jingle I´m lovin it. Su cuenta en Twitter tiene más de 30 millones de seguidores, como la de Facebook.

Justin Timberlake.
Justin Timberlake.GETTY

No es el único famoso reconvertido en empresario que se atreve con el tequila. Mientras Timberlake forjaba una alianza con la licorera de Suntory, el cantante Sean Diddy Combs lo hacía con la británica Diageo para comprar la marca DeLeón, la favorita de las celebridades en Hollywood. El rapero, también conocido como Puff Daddy, ya puso la imagen de la marca de vodka Ciroc. Aquella primera tentativa en el mundo del alcohol fue todo un éxito. Las ventas de Ciroc se dispararon, de 55.000 a casi dos millones de cajas anuales.

Con DeLeón, el noviazgo de Diddy con Diageo pasó a algo mucho más serio. Los dos comparten la propiedad a partes iguales. Como Timberlake, lo que atrae a las licoreras es la capacidad que tiene el artista para dar visibilidad a marcas de lujo. Si el precio de la botella de Sauza 901 es alto, la más barata del tequila creado por el financiero Brent Hocking se paga a 120 dólares y el chupito llega a los 90 dólares en la variedad Leóna.

Las botellas del tequila DeLeón se presentan como si fueran perfumes. Diageo y Diddy está definiendo mejor el plan de marketing para romper con el nicho en el que estaba atrapado hasta ahora el tequila, más conocido como un componente para las margaritas que como un licor que se consume solo. El precio, admiten, es demasiado alto cuando se compara con Don Julio, Patrón o Milagro, los grandes rivales a batir.

Lo cierto es que el tequila tiene muchas historias y provoca reacciones extremas entre los consumidores: o es una bebida horrible o es lo mejor que has probado nunca. Los jóvenes suelen ser los más negativos mientras que los más adultos aprecian la tradición y su leyenda. George Clooney pretende estar en esta última categoría con Casamigos, que produce junto a su amigo Rande Gerber, marido de la modelo Cindy Crawford.

Mientras Timberlake, Diddy, George Clooney y el guitarrista Carlos Santana se hacen fotos con sus tequilas, la actriz Drew Barrymore, el actor Brad Pitt y el director de cine Francis Ford Coppola muestran su orgullo con sus vinos. También le da al tinto una antigua estrella de baloncesto, el chino Yao Ming, que hace tres años estableció su propio viñedo en Napa Valley, no muy lejos de donde tiene los suyos el maestro de El Padrino.

Wine Spectator dedicaba la portada de su edición de junio a Brad Pitt, bajo el título “Estrellas en Provenza”. En la mano llevaba una copa con el rosado Miraval, que la publicación considera entre los mejores caldos del año en esa categoría. Está producido con uvas de un viñedo cercano a la propiedad que tiene con Angelina Jolie en Francia. La botella se vende a 25 dólares.

Barrymore se estrenó con un Pinot Grigio del Triveneto hace dos años, dice que inspirado en la cultura italiana y dedicado a su legado familiar. Es un caldo para las tardes del verano. Aunque quizás se pueda acompañar en las sobremesas con el Old Whiskey River de Willie Nelson, un bourbon inspirado en la canción del mismo título que publicó en 1978, o con el Limoncello de Danny DeVito, que también trata de explotar sus raíces italianas.

Dan Aykroyd, conocido por su papel en Cazafantasmas, apuesta en su aventura empresarial por el vodka. En 2013 se hizo con un galardón en una cata internacional celebrada en Moscú, donde saben de este licor fuerte. No puede contar lo mismo el cantante Pharrell Williams, que también lo intentó con una crema dedicada a la “belleza, independencia y sofisticación de la mujer”. La llamó Qream with a Q. El negocio no le duró ni dos años, después de que Diageo rompiera su contrato por las pobres ventas.

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