Los olvidados
Casi siempre que se habla sobre la Guerra Civil (en películas, tertulias, periódicos, publicaciones varias y charlas de café), tengo la sensación de que todos los que no hemos vivido el conflicto y sus consecuencias en primera persona no tenemos una visión completa de la misma. Siempre se nos presenta un país completamente dividido en dos bandos; acérrimos enemigos desde tiempos inmemoriales desde los que habían ido acumulando agravios a lo largo de la historia.
Partiendo de la gran calamidad que supuso todo lo que originó el golpe de Estado del 36; la destrucción, muertes, represión y probablemente el volver a sumir a España de nuevo prácticamente en el siglo XIX; deberíamos tener en cuenta que ni mucho menos todos los hombres y mujeres a los que les tocó vivirlo supieron o quisieron tomar partido por uno de los dos contendientes. La gran mayoría de la población seguramente no entendía nada de lo que estaba pasando, la gente sencilla no sabía nada de política y, para casi todos, la ideología no iría mas allá de poder ganarse el sustento.
Pero fue toda esta gente la que se vio arrastrada por la ferocidad de la guerra, los que se vieron movilizados a terribles trincheras cuando seguramente nunca habían salido de su pueblo y solamente querían recoger la cosecha de ese año; los que sufrieron los bombardeos, el hambre y la represión.
Y aunque es cierto, que la represión del Estado franquista fue brutal con los perdedores de la guerra, no olvidemos que a partir de ese momento el miedo fue para todos. Ese miedo a hablar, a contar cualquier cosa de la guerra fue lo que seguramente haya hecho que muchas historias de esa gente anónima, que se vieron arrastrados por la catástrofe de una guerra sin tener claro lo que pasaba, se hayan perdido para siempre.— Elena Rodríguez Julián.
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