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"Internet es una droga más poderosa que el 'crack"

Tras 25 años en el más oscuro ‘underground’, Ian Svenonius publica un libro sobre el mundo del rock donde vuelca sus teorías sobre todo

Carmen Mañana
Ian Svenonius retratado para ICON horas antes de actuar en Madrid el pasado mes de mayo. Parace que se cae, pero él no se cae; si acaso, se tira.
Ian Svenonius retratado para ICON horas antes de actuar en Madrid el pasado mes de mayo. Parace que se cae, pero él no se cae; si acaso, se tira.Ximena Garrigues & Sergio Moya

Si existiese un Roland Garros del underground, Ian Svenonius (Chicago, 1968) sería Rafa Nadal, pero con mejor calidad capilar. Músico prolífico y autor afinado, es experto en movimientos sociales del siglo XX y odia el término hipster. Aunque no por razones manidas. Porque este cantante afincado en Washington D.C. ha hecho del no pensar ni actuar como los demás una profesión además de una actitud. “Hipster es una palabra muy conservadora, que se utiliza para descalificar a cualquiera que no se conforme con una forma específica de ser. Es un concepto destructivo para las subculturas porque, bajo su sombra, nada puede existir. Pero seamos sinceros, se usa porque hay mucha gente haciéndolo mal”, explica horas antes de actuar en Madrid con Chain & The Gang, la enésima banda que capitanea desde que debutara en 1988 al frente de Nation of Ulysses.

Ahora, la editorial Blackie Books publica en castellano su libro Estrategias sobrenaturales para montar un grupo de rock, donde recopila lo aprendido a lo largo de 25 años de carrera y “algunos consejos susurrados por los espíritus de las estrellas”. Este volumen de autoayuda paranormal supone su segunda incursión literaria después de The Psychic Soviet (2006), una selección de 19 ensayos en los que el autor reflexiona sobre la depresión cósmica que siguió a la caída de la Unión Soviética o el ascenso del dj en la cadena trófica musical.

Internet es una droga más destructiva que la heroína o el crack. Alimenta el narcisismo introspectivo y es muy difícil desengancharse de ella. ¿Has visto lo que la gente escribe en Facebook? Son como borrachos en un bar a las cuatro de la mañana

Sin renunciar a la política y a la sátira, Svenonius centra su última obra en la tríada sexo, drogas y rock and roll. Y como cabría esperar, su ficción supera nuestra realidad. Para empezar, asegura que muchos grupos “son un aburrimiento” en directo porque se han acostado con demasiada gente. “No tienen un estímulo para currárselo. Ya han conseguido lo que quieren”, argumenta. Siguiendo este mismo razonamiento, que la crítica le defina como un animal escénico revelaría una vida casi monacal. “Si la rapacidad carnal del artista implica a un seguidor, los demás se sentirán como si le hubiesen puesto los cuernos”, sentencia.

Su aproximación al mundo de las drogas tampoco podía ser la habitual. El cantante asegura que saber predecir las tendencias dentro de este ámbito constituye un activo tan importante para una banda que la eximiría de la necesidad de producir temas de éxito. Para acertar en el pronóstico, nada como seguir el curso de las acciones militares estadounidenses ya que, en su opinión (o en la de los espíritus), “la disponibilidad de los narcóticos está sometida al control que ejerce el Gobierno sobre el crimen organizado”. Así, la nueva sustancia de moda se fabricaría a partir de unos y ceros. “Internet es una droga más destructiva que la heroína o el crack. Alimenta el narcisismo introspectivo y es muy difícil desengancharse de ella. ¿Has visto lo que la gente escribe en Facebook? Son como borrachos en un bar a las cuatro de la mañana diciendo idioteces”.

Hipster es una palabra muy conservadora, que se utiliza para descalificar a cualquiera que no se conforme con una forma específica de ser. Pero seamos sinceros, se usa porque hay mucha gente haciéndolo mal

Bajo el microscopio de Svenonius, el rock muestra una naturaleza distinta. Creado por los trabajadores, considera que ha sido utilizado en su vertiente más tópica como instrumento para promover el modelo de vida americano. Un poder que el cantante cree que puede redirigirse en sentido contrario. “La música es herramienta revolucionaria porque está siendo absorbida constantemente. Los trabajadores de la cultura debemos aceptar nuestra responsabilidad”.

Mientras el grunge se extendía como el ébola, él tocaba punk enfundado en un traje. Una suerte de rebelión que le descubrió que ir contracorriente no era muy rentable en lo económico, pero sí en materia de prestigio. Sobre todo, si el discurso se barniza con la pátina justa de intelectualidad. “El punk es aún relevante porque es heredero del posmodernismo y tanto entonces como hoy busca transformar la vida dentro de un entorno que no trasciende la estética”, argumenta.

A mediados de los noventa, el cantante se pasó al mod politizado con Make Up, y un lustro después creó Weird War, una formación de funk ligeramente tenebroso que iba un paso más allá en su politización. Tuvo incluso un alter ego, David Candy. Pero no problemas con el compromiso o sus compañeros. “Los grupos rompieron porque el contexto cambió. Solo toco con mis amigos. Quizá no me gusten demasiado, pero son mis amigos”, bromea mientras deja al descubierto una sonrisa de púgil.

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