Cómo gastar tu dinero para ser más feliz
Imagen: photobunny. Licencia Creative Commons
“El dinero no da la felicidad pero ayuda” dice el refranero español y ha validado el premio Nobel de Economía y psicólogo Daniel Kahneman. Este profesor de la Universidad de Princeton ha demostrado que disfrutamos de un mayor bienestar y de más emociones positivas cuando disponemos de unos ingresos que cubran nuestras necesidades con holgura. Ahora bien, llegado a un cierto nivel económico ganar más dinero no reporta más felicidad. Podemos mejorar nuestra satisfacción vital, pero existen otros factores en la balanza de la felicidad que tienen más peso que nuestra cuenta corriente. Sin embargo, ¿por qué asociamos felicidad a dinero por encima de un umbral mínimo? En este Laboratorio hemos hablado alguna vez de ello, pero podemos añadir la explicación que nos ofrece este economista-psicólogo: la felicidad es difícilmente medible y buscamos otra serie de indicadores objetivos como referencia, véase, por ejemplo, nuestros ingresos. Utilizando dicha medida, creemos que ganar más dinero nos aporta más felicidad, pero no es cierto. Existe un error en el sistema.
Ahora bien, ¿cómo podemos utilizar nuestro dinero para ser más felices? Michael I. Norton, profesor de la Harvard Business School, propone que una forma de hacerlo es invirtiéndolo en los demás en lugar de en uno mismo. Según su teoría, los comportamientos altruistas benefician a la sociedad y a uno mismo como se demostró en un experimento. Les entregaron a un grupo de participantes un sobre con dinero. Los del grupo A tenían que invertirlo en ellos mismos y los del grupo B tenían que gastarlo en otros. Al final del día los investigadores preguntaron a ambos grupos por la experiencia, para comparar cómo se sentían antes y después del experimento. Aquellos que habían dedicado todo el día a comprar cosas para otras personas se sentían más felices que antes de iniciar la jornada, sin embargo, aquellos que habían destinado el tiempo a invertir en sí mismos apenas se percibía ningún cambio.
Una matización importante: para sentirnos mejor con nosotros mismos no necesitamos comprar algo llamativo o caro. El mero hecho de compartir es lo que nos reporta felicidad sin importar tanto qué es lo que compartimos. Y junto con el hecho de compartir, el contacto social nos ayuda a sentirnos más felices. Podemos pensar que vivimos en una sociedad individualista y egoísta, sin embargo, estas investigaciones demuestran que estamos diseñados para compartir. Si no, pensemos en las redes sociales y en el dolor que a veces nos supone el hecho de que nos excluyan de algún grupo…
Si tuviéramos que definir las claves para gastar nuestro dinero y sentirnos felices, podríamos acudir al estudio de Elizabeth W. Dunn, Daniel T. Gilbert y Timothy D. Wilson, quienes proponen las siguientes ideas:
- Comprar experiencias en vez de cosas materiales: las experiencias generan una huella en nuestra memoria por lo que cada vez que las recordemos podemos disfrutar de lo felices que fuimos.
- Invertir en los demás en lugar de en nosotros mismos: como hemos señalado anteriormente esto nos ayuda a reforzar nuestras relaciones sociales e impacta en nuestras emociones.
- Comprar varios pequeños placeres en lugar de uno muy grande: para la mayoría de nosotros es más fácil conseguir pequeñas cosas con las que sentirnos bien que hacer una gran inversión que conlleve un esfuerzo tanto en tiempo como en dinero.
- Pagarlo ahora para consumirlo más tarde: retrasar el consumo supone que anticipemos la felicidad que sentiremos al disfrutar de aquello que hayamos comprado. Pensar en el acontecimiento futuro provoca emociones más fuertes que recordarlo. Pensemos en cómo nos sentimos ante la llegada de las vacaciones, el reencuentro con alguien a quien queremos… Antes de vivirlo saboreamos la experiencia de manera más intensa.
- Comprar experiencias en vez de cosas materiales: las experiencias generan una huella en nuestra memoria por lo que cada vez que las recordemos podemos disfrutar de lo felices que fuimos.
- Invertir en los demás en lugar de en nosotros mismos: como hemos señalado anteriormente esto nos ayuda a reforzar nuestras relaciones sociales e impacta en nuestras emociones.
- Comprar varios pequeños placeres en lugar de uno muy grande: para la mayoría de nosotros es más fácil conseguir pequeñas cosas con las que sentirnos bien que hacer una gran inversión que conlleve un esfuerzo tanto en tiempo como en dinero.
- Pagarlo ahora para consumirlo más tarde: retrasar el consumo supone que anticipemos la felicidad que sentiremos al disfrutar de aquello que hayamos comprado. Pensar en el acontecimiento futuro provoca emociones más fuertes que recordarlo. Pensemos en cómo nos sentimos ante la llegada de las vacaciones, el reencuentro con alguien a quien queremos… Antes de vivirlo saboreamos la experiencia de manera más intensa.
Referencias
Dunn, E., Gilbert, D. & Wilson, T. (2011) If money doesn’t make you happy then you probably aren't spending it right. Journal of Consumer Psychology.
Kahneman, D. & Deaton, A. (2010) High income improves evaluation of life but not emotional well-being. Proceedings of the National Academy of Sciences.
Intervención de Michael I.Norton en REDES.
Comentarios
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.