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"El fútbol será mucho más complicado dentro de 50 años"

Mientras Italia se juega esta tarde su futuro en el Mundial, su capitán Gianluigi Buffon habla con ICON de mitos, soberbia y por qué para la FIFA es el mejor guardameta de los últimos 25 años

Gianluigi Buffon, de la clase de 1978, es el capitán de la Juventus de Turín y de la selección nacional italiana. Aquí, lleva chaqueta de Puma y camisa, corbata y pantalón de Salvatore Ferragamo.
Gianluigi Buffon, de la clase de 1978, es el capitán de la Juventus de Turín y de la selección nacional italiana. Aquí, lleva chaqueta de Puma y camisa, corbata y pantalón de Salvatore Ferragamo.Max Vadukul

Aparece repartiendo sonrisas y chistes, pero en cuanto nos sentamos se quita sus gafas oscuras y su expresión se vuelve seria. Me mira a los ojos con la misma expresión que tiene cuando coloca la barrera o guía a sus compañeros. Su capacidad de saltar de un tema a otro es realmente impresionante; de hecho, se refleja en su carrera, desde el niño prodigio del Parma hasta el capitán de la Juventus y de la selección italiana, elegido por la FIFA como el mejor portero de los últimos 25 años. Fiel a su fama, es él quien hace la primera pregunta: “¿De qué hablamos?”. De porteros: iconos, mitos y el glamour del número uno.

Dentro de medio siglo el fútbol será distinto, más difícil, e incluso una referencia como Buffon tendrá poco sentido

Asiente, el tema le gusta, por lo que empieza a hablar lentamente. “Ya mucho antes de jugar al fútbol me fascinaba el papel del portero, empezando por su uniforme. El hecho de que pudiera vestirse como quisiera, llevando guantes y gorra, lo convertía en un personaje a mis ojos”. El término personaje le gusta más que mito: “Crear mitos está bien para tener puntos de referencia, pero hay que desmitificar. Dentro de medio siglo el fútbol será distinto, más difícil, e incluso una referencia como Buffon tendrá poco sentido, no más que el que pueda tener hoy llamarse Zamora o Jašin”.

Nada de mitos, pues; modelos, sí: “Empecé a jugar de portero durante el Mundial de Italia 90, porque me apasioné con las proezas del camerunés N’Kono, mi ídolo hasta el punto de que mi primer hijo se llama Louis Thomas. Luego, cuando ya se convirtió en mi profesión, empecé a seguir más de cerca a una serie de colegas que me gustaban, cada uno por una característica que le hacía especial”. En concreto, Marchegiani, por su elegancia; Peruzzi y Bucci, por su explosividad; Pagliuca, por su seguridad… Todos ellos, auténticos números uno a quienes Buffon fue superando hasta llegar a ser el jugador que en más ocasiones ha lucido la elástica de la Azzurra. “Lo que ha hecho única mi carrera ha sido mi capacidad para llegar a la selección nacional a los 19 años”, argumenta. Hoy, con 36, asiste al nacimiento de una nueva generación de porteros. Le pregunto si cree que para ellos compararse con él es algo bueno o, por el contrario, algo que puede quemarles. Se encoge de hombros y contesta: “Depende de cada carácter. Cuando yo empezaba decían de mí que iba a ser el nuevo Zoff o el nuevo Jašin. De primeras fue agradable, pero luego se convirtió en una carga, pues nunca he querido ser ninguno de los dos, sino sencillamente Buffon. Me imagino que a ellos les estará pasando algo parecido, porque creo que cualquiera que se dedique a este oficio quiere ser él mismo, no el nuevo Buffon o el nuevo Zoff”.

Creo que cada uno de nosotros nace con un destino y que el mío era el de convertirme en Gianluigi Buffon, 'il portiere'

Buffon juega su primer partido con la Azzurra el 29 de octubre de 1997, en Moscú, contra Rusia. Se trata del desempate para entrar en el Mundial de Francia. El portero titular, Peruzzi, está lesionado, y Pagliuca, que le sustituye, se rompe a la media hora. Entra Buffon, cuya brillante actuación resulta decisiva para el 1-1 final. Al día siguiente, una periodista rusa le pregunta si cree que podrá llegar a ser el mejor de la historia después de Jašin –el único portero que haganado el Balón de Oro– y el italiano le contesta: “¿Y quién le dice que no vaya a ser incluso mejor que él?”. Al recordarlo se sonroja: “Confieso que siento un poco de vergüenza por la persona que era y que ya no soy. Sin embargo, al mismo tiempo me doy cuenta de que aquel descaro también ha sido mi fuerza, lo que me permitió imponerme”.

Mirando hacia atrás, Buffon confiesa que su parada más emocionante fue la del penalti lanzado por el rumano Mutu en la Eurocopa de 2008, porque aquello le rescató de quienes decían que en eso era flojo. “En mi carrera he parado el 29% de los penaltis que me han lanzado”, recuerda con matemática precisión. Lo que nunca ha cambiado es su dedicación a la hora de entrenar. “Mis padres eran atletas y me enseñaron el valor del sudor y lo importante que es tener capacidad de autocrítica”.

Vivo por y para las responsabilidades; cuanto mayores son más me gusta el desafío. El día que ya no sienta ese fuego dentro de mí, será el final

¿Se equivocaba entonces Albertosi cuando decía que un portero jamás debe pensar que se ha equivocado, porque si lo hace se acabó? “Pensar en positivo ayuda durante el partido, pero analizar los errores una vez terminado es fundamental para mejorar. Es verdad que hay que cuidar el físico y la técnica, pero también hay que cuidar la mente”. Y tras un breve silencio añade: “Creo que cada uno de nosotros nace con un destino y que el mío era el de convertirme en Gianluigi Buffon, il portiere”. Le pregunto qué le parece haber sido nombrado por el seleccionador italiano como el único titular seguro. Si eso le hace sentirse más orgulloso o más preocupado. No duda: “Vivo por y para las responsabilidades; cuanto mayores son más me gusta el desafío. El día que ya no sienta ese fuego dentro de mí, será el final”.

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