LVMH refuerza su cantera
El grupo de lujo busca nueva savia concediendo un premio a jóvenes diseñadores
Delphine Arnault ha hablado. En un acto sencillo, casi familiar, en la sede de Louis Vuitton en París, la heredera de LVMH, el conglomerado del lujo más importante del mundo, ha dado a conocer el nombre del ganador del primer premio para jóvenes diseñadores que convoca la compañía. El afortunado ha sido el canadiense afincado en Londres Thomas Tait que, emocionado, ha subido a un improvisado escenario en el que le esperaba el jurado, o el besamanos más selecto del actual panorama de la moda. Karl Lagerfeld (Fendi), Nicolas Ghesquière (Louis Vuitton), Marc Jacobs (Marc Jacobs), Phoebe Philo (Céline), Raf Simons (Dior), Riccardo Tisci (Givenchy) y Humberto Leon (Kenzo); además de Pierre-Yves Roussel, presidente de la división de moda de LVMH, y Jean-Paul Claverie, consejero de su propietario, Bernard Arnault. La plana mayor del emporio le ha dado la bienvenida al barco y le ha felicitado por el premio, el más importante de su categoría, con 300.000 euros de recompensa y el asesoramiento de expertos de la casa para ayudar a que su firma despegue definitivamente. En los diez minutos de los que disponía cada candidato, Tait les convenció de que su proyecto es la gran apuesta del futuro.
“Mi firma es totalmente independiente, así que esto me permite respirar y no estar todo el tiempo con el agua al cuello. Ahora los nuevos diseñadores tenemos mucha más presión que los que empezaban en los ochenta o noventa. Cada nueva colección está instantáneamente en Internet, quieras o no, no hay tiempo para fallar. Estos premios hacen posible que podamos mantener el nivel”. Habla en plural porque para Tait, como para resto de sus contrincantes, este no es el primer concurso al que se presenta, ni será el último. Erin Beatty y Max Osterweis (Suno), que ya venden sus creaciones en 70 tiendas de todo el mundo, fueron los ganadores del último premio Swarovski pero no han tenido fortuna en esta ocasión y minutos después del fallo del jurado ya estaban haciendo las maletas, literalmente. Han recogido su showroom hasta la próxima. “Seguiremos haciendo lo mismo. No nos cambia mucho no haber ganado, pero necesitamos financiación, por eso estamos aquí. LVMH es un escaparate enorme y se agradece que la industria vea que nos necesita”.
El galardonado, Thomas Tait, se hecho con 300.000 euros y con el reconocimiento de un jurado excepcional formado por Delphine Arnault, Karl Lagerfeld y Marc Jacobs, entre otros
A los que sí ha cambiado la vida es a los sorprendidos ganadores de los dos premios especiales del jurado, incluidos en el último momento, y que han recaído en Miuniku, la marca de las hermanas de Mumbai, Nikita y Tina Sutradhar, y Hood By Air, de Shayne Oliver, de prendas masculinas.
Renovarse o morir parece el nuevo mantra de la industria de la moda, en especial la francesa, que se ha percatado de la necesidad de nutrir sus banquillos de savia joven por su propia supervivencia. Una revolución que capitanea Delphine Arnault, número dos de Louis Vuitton y actual responsable del rejuvenecimiento de la empresa paterna, cuya facturación anual es de 29.149 millones de euros. A ella se le atribuye el buen ojo para identificar el talento con mayor potencial creativo, y también económico. Se le señala como responsable del ascenso de Nicolas Ghesquière y Simons a la primera línea y es el alma de estos premios y del apoyo de la compañía a otros como los ANDAM o los que otorga el Festival de Hyères. A ellos se pueden añadir el Woolmark, el que otorga Swarovski, el de la CFDA… un calendario que copa la agenda de los creadores emergentes y alimenta la retaguardia de las grandes compañías. “Estoy aquí porque creo que es básico para la industria ayudar a la gente nueva”, insiste Karl Lagerfeld. Él sabe de lo que habla porque allá por 1954, con 21 años, recogió el premio Woolmark para un diseñador incipiente. Compartía honor con un chico de 18 años de nombre Yves Saint Laurent. “Eso fue hace cien años, en otro mundo. Ahora todos tienen ya colecciones hechas, nosotros solo éramos niños que hacían bocetos. Me mandaron un telegrama para decirme que había ganado, no había ningún medio de comunicación en el acto. Todo ha cambiado tanto. Actualmente hay cosas malas, pero muchas buenas, como este tipo de premios”, nos dice. El Kaiser lo confirma: hay futuro y la industria, por el momento, puede respirar tranquila.
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