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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Alianza táctica

El pacto entre Moscú y China es para Putin un elemento de presión en su pugna con Europa

El multimillonario contrato de abastecimiento de gas firmado por Rusia y China supone un paso más de China en la escena global como gran consumidor de energía y generador de desarrollo. Al tiempo, subraya que Moscú, igual que ha hecho EE UU bajo la Administración de Obama, también pone su mirada en el Pacífico y no renuncia a la parte asiática sobre la que se asienta la identidad rusa.

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A corto plazo y desde el punto de vista ruso, el tratado con China tiene mucho más de simbólico que de práctico, y más de táctica que de estrategia. Aunque 38.000 millones de metros cúbicos de gas anuales sean la mayor cantidad que Gazprom se ha comprometido a suministrar nunca en un contrato, el fluido comenzará a cruzar la frontera como mínimo dentro de cinco años a un precio que ha sido objeto de una enrarecida negociación entre ambas partes. El precio final sólo pudo conocerse a partir de un comentario del presidente de Gazprom sobre el volumen de gas anual; aplicando el precio de mercado se puede deducir el coste aproximado. La puesta en marcha del proyecto costará a Rusia un mínimo de 45.000 millones de euros en infraestructuras, en un momento en que su economía trata de sortear la recesión.

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En cambio, la firma de la bautizada alianza del gas supone un punto a favor de Putin en su enfrentamiento con Washington y Bruselas a causa de la crisis en Ucrania y de otras tensiones crecientes en los últimos años. Para el presidente ruso es la demostración de que no está aislado internacionalmente en la disputa y que la segunda gran potencia económica mundial sigue comerciando con Rusia sin interferir en sus problemas en el oeste. Putin sabe que Rusia no puede renunciar a su identidad europea y que la modernización de su país, en busca de su lugar en la esfera internacional desde la caída del comunismo, no vendrá de la mano del régimen de Pekín, sino de una fructífera relación con la Europa democrática. Su socio natural.

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