Desde las profundidades del futuro
Hay noticias que consiguen conmovernos apenas se conocen y otras que tardan días en saltar el muro de la indiferencia
Cuanto más globalizado, más fragmentado y ajeno es nuestro mundo. Hay noticias que consiguen conmovernos apenas se conocen los primeros detalles y otras que tardan días o semanas en saltar el muro de la indiferencia. Este ha sido el caso del secuestro de más de 300 niñas en el norte de Nigeria por parte de un grupo de delincuentes que se identifican como islamistas y responden a un nombre que es lema bien expresivo de sus aviesas intenciones: Boko Haram, lo que significa en lengua hausa “la educación occidental es pecado”.
El secuestro fue el 14 de abril, pero el Gobierno de Abuja tardó 15 días en balbucear alguna respuesta, a pesar de las protestas de las familias y del escándalo internacional. La especialidad de los secuestradores es atacar iglesias cristianas y quemar escuelas, actividad a la que se dedica con creciente frenesí desde 2011 en castigo al pecado de occidentalización. En una sola noche de marzo de 2012, los fanáticos quemaron 123 escuelas y dejaron a 10.000 niños sin colegio. Su objetivo, similar al de Al Qaeda o al de los talibanes, es implantar un Estado islámico regido por la sharía, que en su opinión aconseja incluso el secuestro, esclavización y venta de mujeres.
Nigeria tiene unos Gobernantes salidos de las urnas democráticas, pero inútiles, corruptos e incapaces de dar seguridad, educación y un mínimo de bienestar
La pasividad y la arrogancia del presidente nigeriano, que responde al nombre de Goodluck Jonathan, y sobre todo de su esposa, Patience, han sembrado la indignación entre los familiares de las niñas. La reacción y la campaña en las redes sociales, con Michelle Obama en cabeza, arrancó desde los movimientos de protesta contra la pasividad del Gobierno, pero solo alcanzó la notoriedad internacional en las vísperas de la inauguración del Foro Económico Mundial en su versión africana, que se ha reunido esta pasada semana en la capital Abuja. En el momento en que se ha inaugurado el Davos africano, siempre bajo el simpático lema Comprometidos en mejorar el estado del mundo, han anunciado iniciativas para liberar a las secuestradas al menos cuatro grandes potencias como Estados Unidos, Reino Unido, Francia y, naturalmente China, uno de los mayores inversionistas en la región y en el país.
Esa Nigeria superpoblada de 174 millones de habitantes, el 43% de ellos por debajo de los 14 años, superará a Estados Unidos en población a mitad de siglo XXI y es ya actualmente la mayor economía y el primer productor de petróleo de África. Combina así la doble condición de país a la vez emergente y subdesarrollado, con unos Gobernantes salidos de las urnas democráticas, pero inútiles, corruptos e incapaces de dar seguridad, educación y el mínimo de bienestar a sus crecientes poblaciones urbanas. Los repugnantes crímenes de Boko Haram parecen surgir de las nieblas medievales, pero a poco que afinemos la mirada veremos que llegan acompañados de inquietantes signos premonitorios acerca del futuro.
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