Cómo no usar desodorante
La actriz Cameron Diaz reniega del producto, como han hecho DiCaprio, McConaughey o Julia Roberts. ¿Tienen razón?
Nadie puede negar que en lo que a higiene personal se refiere, la actriz Cameron Diaz da bastante juego. Primero revolucionó al personal defendiendo el matojo y declarando la guerra a la depilación del vello púbico. Y ahora tiene un nuevo enemigo.
“No creo en los desodorantes, son muy malos, no los uso desde hace casi 20 años”, se ha despachado en una entrevista en Entertainment Wise. “Si apestas es porque usas desodorante, que mantiene dentro el mal olor”, continuó para rematar dándonos su solución: una buena depilación de axilas contra los malos olores. Algo que recomienda por igual a hombres como a mujeres.
Pero esta batalla entre defensores y detractores del desodorante encabezada por Cameron Diaz no es nueva. Matthew McConaughey ya sostuvo hace años la misma teoría al confesar que llevaba más de 30 años sin usar desodorante. Es más, contaba que durante el rodaje de Cómo perder a un chico en 10 días su compañera de reparto, Kate Hudson, le daba roca de sal, que actúa como desodorante natural, para mitigar su mal olor. En su momento actor dijo que varias duchas al día y una dieta sana son suficientes para luchar contra mal olor. Él, ni desodorante ni colonia.
Otros que tampoco le dan al spray o al roll-on es Bradley Cooper –dijo a Esquire que el cuerpo se limpiaba “a si mismo” y que se ducha dos o tres veces al día– o presentadora adicta a la cirugía plástica Joan Rivers. El truco caser de esa última, llamado de Broadway, es cuanto menos curioso: Rociar sus axilas con una mezcla de un tercio de agua y dos tercios de vodka (!). Y hay más: Julia Roberts o Leonardo DiCaprio han entrado a formar parte de la mitología de este movimiento, ya sea con realismo sin él. De DiCaprio se dice que es por cuestiones medioambientales. “Leo ha dejado que su amor por el medio ambiente se haga cargo de todo su mundo y está matando a su vida amorosa. Se ducha un par de días a la semana para conservar agua y considera el desodorante algo antinatural”, comentaba un amigo a The Enquirer, esa publicación que siempre tiene a mano el amigo de un famoso corroborando sus titulares, cuando el actor estaba con la modelo Erin Heatherton.
La polémica sobre desodorante sí o no viene de lejos. Se ha escrito de todo: que son cancerígenos, malos para la piel e incluso que pueden provocar Alzheimer. Bulos y teorías que Paz Cerdá, dermatóloga perteneciente a la Academia Española de Dermatología, niega categóricamente. “No hay nada real en ello. Son mitos. Lo único que puede ocurrir es que a nivel local irrite la piel pero a nivel sistémico, nada. Son modas”, zanja.
La doctora es práctica: “El uso de desodorante es un tema muy personal. Hay gente que asegura que le gusta el olor y luego, además, están las dinámicas culturales, la pertenencia a determinados grupos… Aunque debemos tener en cuenta que las feromonas no huelen. Eso es otro mito muy extendido”.
La función del sudor, que efectivamente es inodoro, es la de regular la temperatura corporal y eliminar toxinas. Pero cuando esta sustancia, compuesta por agua y sales minerales, llega a la piel y se junta con las bacterias que la descomponen es cuando aparece el mal olor. Hay dos tipos de sudor, explica Cerdá: el apocrino, que es el de las zonas que huelen con influencia hormonal como las axilas, el pubis, los glúteos o debajo de las mamas; y el ecrino, que es el sudor normal del cuerpo.
Lo único malo que puede hacer un desodorante es que a nivel local irrite la piel. Nada más. Paz Cerdá, dermatóloga
Pero también hay que diferenciar entre los desodorantes y los antitranspirantes. El desodorante es un cosmético que elimina los males olores gracias a su fragancia y, en muchos casos, el alcohol; mientras que los antitranspirantes bloquean los conductos de las glándulas sudoríparas y regulan el flujo de sudor. Por tanto, su principal diferencia es que “el desodorante controla el olor y lo neutraliza y los antitranspirantes intentan que disminuya la producción de sudor. La única conclusión que hay que tener en cuenta es que el desodorante solo puede irritar, que no provoca reacciones a nivel general y puede usarse sin problema cuando se tolere. Tampoco hay que confundir el desodorante perfumando y los otros que neutralizan el olor, es como los ambientadores de casa. Y como todo, depende de los gustos”.
Aunque también es cierto que no todo el mundo necesita desodorantes, porque esa frase tantas veces repetidas de “a mí no me huele el sudor”, si bien errada porque el sudor en sí no huele, es cierta. Un estudio de la Universidad de Bristol publicado el año pasado en la revista Journal of Investigative Dermatology revelaba que una parte de la población cuenta con un afortunado gen llamado ABCC11 que hace que sus axilas estén libres de hedores. Son pocos, explicaban, un 2% de las más de 6.500 mujeres que investigaron y mucho más común entre los asiáticos. “Un hallazgo importante de este estudio se refiere a las personas que, de acuerdo a su genotipo, no producen olor en las axilas", aseguraba el profesor Ian Day, uno de los investigadores. "Una cuarta parte de estas personas son conscientes y reconocen que no producen olor, no usando desodorante, mientras que la mayoría si hacemos uso desodorante. Sin embargo, tres cuartas partes de quienes no producen olor, usan regularmente desodorantes. Creemos que estas personas siguen simplemente las normas socioculturales. Esto contrasta con la situación en el noreste de Asia, donde la mayoría de las personas no necesitan usar desodorante y no lo hacen”.
También hay que tener en cuenta lo que el sudor, olores o no mediantes, puede decir de nosotros. No solo a nivel estético (a nadie le gustan esas horribles marcas en las camisas o camisetas) sino también de la imagen que proyectamos: parece que nos vuelve inseguros y menos confiables para los demás. Al menos esto afirma otro estudio, este realizado por el Monell Chemical Senses Center para Procter & Gamble Beauty y publicado en la Public Librery of Sciences. En él asegura que el olor corporal altera las percepciones sociales. La muestra, todas mujeres, reveló que las mujeres con sudor por estrés no tratado con desodorante o antitranspirante eran percibidas como estresadas mientras que las que sí usaron estos productos eran tomadas por seguras de sí mismas, competentes y dignas de confianza.
En cualquier caso, aboguemos por desodorantes, desodorantes naturales (basados en plantas como el aloe, los cítricos o el cristal volcánico, también conocido como piedra de alumbre, ya sean comercializados o en forma de remedio casero), antitranspirantes o nada. “Es que lo fundamental antes que el desodorante es la higiene”, agrega Cerdá. Una dieta sana que evite los picantes, el ajo o la cebolla así como utilizar ropa de algodón y evitar la ajustada y de materiales sintéticos también son claves para controlar los malos olores. Está eso o ser Cameron Díaz.
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