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Las reformas no garantizan la sostenibilidad de la economía de España

Un estudio internacional de la Fundación Bertelsmann Stiftung sobre la calidad de las políticas en 41 países advierte del riesgo para el país –y el Sur de Europa– de quedar varado en la "trampa de la deuda"

A seis años del comienzo de la crisis económica, España está lejos de encaminarse en la senda del cambio de modelo productivo que se ha prometido como solución a los problemas estructurales del país. Es esta una de las principales conclusiones de un amplio estudio internacional realizado por la Fundación alemana Bertelsmann Stiftung, que analiza la calidad y la sostenibilidad a largo plazo de las políticas de 41 países. El análisis, elaborado por más de cien expertos, advierte del riesgo de que las reformas aprobadas en los últimos años, sobre todo en el terreno económico y laboral, no garantizan el cambio que el país necesita para retomar la senda del crecimiento, de forma duradera e incluyente. En la clasificación por la sostenibilidad de sus políticas económicas, sociales y medioambientales se encuentra en el puesto 35 de 41, solo por delante de Italia, Hungría, México, Chipre, Turquía y Grecia.

Con respecto a la anterior edición del estudio, que cubría el periodo 2008-2010, la última, que analiza el bienio que va desde la mitad de 2011 hasta la mitad del 2013, subraya que "los resultados [de España] son peores en la mayoría de los campos: un alto desempleo y un nivel de deuda pública que son difíciles de sostener; inferiores inversiones en educación e investigación; y una creciente desigualdad social. Además, este ambiente recesivo ha tenido un efecto negativo en la interacción entre el gobierno y la sociedad, mientras que la imagen de la influencia de España en el extranjero ha sido afectada significativamente".

La gestión de la crisis, basada casi exclusivamente en políticas de austeridad enfocadas a la reducción del déficit, ha hecho mella en la capacidad de innovación de España a la vez que ha debilitado los sistemas de protección social. "La prioridad dada al manejo inmediato de la crisis, combinada con la escasez de dinero, ha tenido efectos preocupantes sobre otras políticas 'costosas' –social y medioambiental– que requieren una atención estratégica. Es verdad que, a pesar de la recesión, la renta per cápita de España es de 30.000 dólares en término de poder adquisitivo, pero la crisis ha amplificado la desigualdad y debilitado todos los programas sociales", se lee en el informe.

En la categoría de "sostenibilidad económica", España está en el puesto 37 y eso a pesar de haber incrementado la productividad, reducido el endeudamiento del sector privado e implementado reglas fiscales más estrictas. "La competitividad no puede basarse eternamente en la reducción de los costes salariales. Hacen falta muchos más esfuerzos para un nuevo modelo de crecimiento basado en la educación y la innovación". Y es precisamente este uno de los puntos más críticos del informe hacia las políticas adoptadas en España. El estudio deja en evidencia tanto el sistema educativo como la decisión de recortar el presupuesto en I+D (un 1,33% del PIB, por debajo de la media OCDE que está en un 2%). "La promesa del Gobierno de un nuevo modelo de crecimiento económico basado en el conocimiento en lugar de la construcción, después del estallido de la burbuja inmobiliaria, no se refleja en los presupuestos", se lee en el documento.

La "trampa de la deuda"

España comparte debilidades a la hora de plantear un cambio de modelo con los otros países del Sur de Europa, en los que los efectos de la crisis han ahondado carencias estructurales. En las principales clasificaciones de sostenibilidad de las políticas hay una clara división entre los países de esta región y los Estados del Norte de Europa que encabezan las listas, registrando los mejores índices. "La brecha social entre los aún prósperos países del Norte de Europa y lo Estados del Sur se ha ampliado significativamente. Si bien los países nórdicos están sintiendo los efectos de la crisis económica en sus mercados laborales, todos ellos siguen teniendo los mejores resultados. A la cabeza de la lista están Suecia, Noruega, Suiza, Finlandia, Dinamarca y Alemania", comenta Daniel Schraad-Tischler, coordinador del estudio. Para los países como Portugal, España o Italia, a pesar de las mejoras de los resultados y de las perspectivas económicas, hacen falta ulteriores reformas para estabilizar estas mejoras y garantizar una recuperación sostenible, según el experto. "Existe un cierto riesgo de que la dimensión de la deuda existente, el pago de los intereses y el empeoramiento de las perspectivas de crecimiento a medio plazo hagan que estos países queden varados en la ‘trampa de la deuda’. Lo que podría debilitar su potencial de crecimiento", añade.

Por eso, y teniendo en cuenta los bajos niveles de inversión en investigación, educación y políticas que aborden el problema del déficit demográfico al que estos países se enfrentan, Schraad-Tischler invita a evitar cualquier complacencia a la hora de analizar los repuntes de los indicadores económicos. "Pagar la montaña de deuda puede ser enormemente difícil con una diminución de los empleados, el envejecimiento de la población, un aumento del número de jubilados y la reducción del gasto en educación e investigación y desarrollo. La reducción de la deuda pública y la estabilidad financiera no serán posibles si Grecia o Italia siguen pagando más del 5% del PIB en intereses anuales de la deuda. La austeridad fiscal rígida no resuelve todos los problemas. Reformas estructurales son aún necesarias pero el reto es combinar los programas de políticas fiscales con inversión en infraestructuras y capital humano", concluye.

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