Viajar como agente de cambio
Yago Álvarez Barba (@econocabreado)autor del blogwww.economistacabreado.com.
Siempre me atrajo el mundo de la cooperación y envidiaba a la gente que se armaba de valor y se marchaba a algún país del Sur a dedicar su tiempo a ayudar a los demás. Muchos consideran que las ataduras de la vida cotidiana son las que frenan sus ganas de coger una mochila y dedicar parte de su tiempo a otras personas. Otras veces puede que ese freno venga impuesto por el miedo a lo desconocido o a dejar atrás la placentera vida de agua potable y cómodos sofás en la que vivimos.
Entonces descubrí los Campos de Solidaridad. Una manera diferente de viajar en la que pasas un tiempo como voluntario implicado en las tareas del día a día de una organización local en América Latina, África o Asia. Una manera de acercarte al mundo de la cooperación y el voluntariado sin tener que cortar por lo sano con tu vida normal y una forma distinta de pasar tus vacaciones.
Recuerdo con claridad el día en que asistí a una reunión para informarme sobre los Campos de solidaridad. Cientos de preguntas me abordaban:¿Será bastante un mes?, ¿servirá de algo lo que haga?, ¿qué puede aportar alguien como yo?Entonces uno de los voluntarios nos dijo una frase que creo que no olvidaré nunca:“Quitaos la capa de superhéroe, que aquí nadie va a salvar el mundo”. La sinceridad de aquellas palabras me dejó de piedra y liquidó de un plumazo todas esas preguntas que rondaban mi cabeza para dar paso a una nueva: ¿Y de qué sirve entonces?
La finalidad de la experiencia es crear lo que ellos llaman “agentes de cambio”. No sólo se busca concienciar y sensibilizar a la persona que viaja, sino que se intenta que esa persona cambie y contagie esta nueva percepción de la realidad a los que le rodean. Pasar un tiempo en un país del Sur te otorga un punto de vista que cambia tu manera de ver las cosas. Está claro que en un mes nadie puede cambiar el mundo, pero es tiempo más que suficiente para que cambie la percepción de tu mundo.
Tuve la oportunidad de viajar aNepaly compartir la experiencia con cuatro personas a las que hoy considero parte de mi familia. Pasamos un mes en unacooperativa de pequeños productores con sede en Kathmandu. Las artesanas (en su mayoría eran mujeres), reciben un salario digno por su trabajo, pues sus productos son elaborados bajo los criterios del Comercio Justo. Viví con una familia nepalí, empapándome de su cultura, su alegría y su filosofía de vida. Tuve la suerte de pasar horas en un pequeño taller artesanal donde un grupo de mujeres me enseñó cómo convertían unos papeles reciclados en preciosas libretas, pero sobre todo me enseñaron su valor y coraje ante la vida.
Aquella experiencia marcóun antes y un despuésen mi vida. Aprendí que detrás de lo que compramos hay personas, lo que provocó un cambio en mi modo de vida y transformó algunos de mis comportamientos diarios, como mis hábitos de compra. También me enseñó que desde el Norte tenemos una responsabilidad con el Sur y quepodemos hacer mucho con nuestros actos cotidianos. Pude percibir que no hace falta cambiar radicalmente tu vida o romper con todo para contribuir en la transformación hacia un mundo más justo e igualitario. Además de todo eso, aprendí a valorar lo que tenemos y a luchar por ello.
Nota del autor:
Hay muchas organizaciones que tienen propuestas de este tipo. En mi casoSETEM MCMfue la organización que me brindó esta posibilidad. La primera reunión informativa de este año es el próximo sábado 29 de marzo, encontraréis toda la información al respecto enhttp://www.setem.org/site/es/campos-de-solidaridad-setem-mcm/reuniones-informativas/Podréis escuchar de primera mano en qué consisten los Campos de Solidaridad, además de conocer elprograma de formaciónprevio al viaje en el que durante varios fines de semana se profundiza en temas como las relaciones económicas entre el Sur y el Norte, los derechos humanos o la economía solidaria.
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