La escuela de las oportunidades
Javier Domínguez Reguero (@javidmgz)periodista afincado en Malaui desde donde escribe el blog CaminosEstrechos.
Varios alumnos de Primaria muestran su trabajo artístico -©JacarandaF
El colegio Jacaranda en Malaui, fundado por Marie Da Silva, facilita a niños huérfanos de sida la opción de una vida corriente
Hace un día imprevisible a las afueras de Blantyre, la capital financiera de Malaui, en el sudeste de África. Las nubes se amontonan y descargan agua con violencia sobre los árboles de aguacates. Tras el chaparrón vuelve el sol que da un respiro al encharcado patio de la escuela Jacaranda. Es un día festivo para los alumnos pero aún así hay muchos que han venido a sus actividades extraescolares y miran con curiosidad la grabadora que apunta a la directora, Marie De Silva.
Jacaranda School es el único colegio gratuito de Malaui. Marie De Silva, su fundadora, es una malauí que trabajó 19 años como niñera en los Estados Unidos y que supo luchar para asentar las bases de un proyecto pedagógico que a día de hoy acoge a más de 400 huérfanos de sida.
Marie trabajaba en Nueva York cuidando a los niños de distintas familias cuando el colegio que dirigía la Iglesia Baptista de su aldea cerró dejando a 50 niños sin clases. “Necesitaban las instalaciones de vuelta”, dice Marie quien convenció a su madre para que la casa que esta alquilaba se convirtiera en un colegio para esos jóvenes.
“Mi madre creía en la educación como única salida de la pobreza”, explica Marie que convirtió la casa en la que ella había crecido en un centro educativo que abrió sus puertas en 2002. Ya no hay literas en su habitación sino pupitres en los que se sientan los niños de 4º de Primaria. El dormitorio de sus padres, justo enfrente, es el aula de los de 5º mientras que el cuarto de sus hermanos se enseña 6º y el salón acoge a los alumnos de 7º curso. Todas las clases cuentan con pizarras y están presididas por algún animal pintado en una de las paredes de las que también se descuelgan tablas de multiplicar, abecedarios, pósteres con las partes del cuerpo y una pequeña estantería donde se acumulan varios libros.
“No teníamos pupitres ni sillas. Pintamos las paredes de negro porque no teníamos pizarras. No teníamos nada”, recuerda Marie del comienzo de Jacaranda, un proyecto que siempre ha avanzado paso a paso exprimiendo cada recurso disponible.
De esa escuela hoy se mantienen los edificios y los valores. Con su madre fallecida, Marie afrontó desde Nueva York los momentos más duros para continuar con la escuela. En ocasiones se encontraba en números rojos y no sabía cómo afrontar el pago de los profesores. Sin embargo, los padres de los niños a los que cuidaba sabían de su idea y siempre la apoyaron. Además un grupo de amigas niñeras comenzaron a contribuir con 10 dólares mensuales con los que Marie pudo garantizar la alimentación y educación de los alumnos de Jacaranda.
El centro se mantenía a flote gracias a estas ayudas y a la inversión de la tercera parte del sueldo de Marie como niñera. Creó posteriormente una fundación, también llamada Jacaranda, para intentar recaudar fondos pero nadie quiso saber de su colegio en Malaui. “No tuve respuestas porque era una niñera que quería enviar dinero a África”, explica Marie que sin embargo vería cómo todo cambiaba en 2008.
No fue fácil hasta el momento en el que la cadena estadounidense CNN supo de su historia gracias al que ahora es su marido, Luc Deschamps. Marie fue nominada como una de las héroes de CNN en 2008 (http://edition.cnn.com/2008/WORLD/africa/02/14/dasilva/) por su dedicación a los huérfanos de sida malauíes. Tras las votaciones quedó finalmente clasificada entre las diez primeras. Jacaranda comenzó a recibir más ayudas y Marie regresó a Malaui para dirigir una escuela que por entonces ya contaba con 230 alumnos.
La que fuera su casa no era suficiente para acoger esa cantidad de estudiantes y con el dinero que recibió tras su aparición en televisión decidió levantar una escuela de educación secundaria. En 11 años la transformación ha sido gigantesca.
La conversación discurre bajo un templete redondo que ahora da sombra. La entrevista se interrumpe en ocasiones por distintos visitantes que se acercan a saludar a auntie Marie, como todos la conocen. Se escuchan risas y carreras. Y música. El recinto está vivo y respira alegría aunque esconde historias de familias destrozadas por el sida.
“Muchos de estos niños vieron morir a sus padres”, explica Marie sobre un proceso traumático para los pequeños. Ella lo conoce muy bien pues vio cómo 14 miembros de su familia fallecían a causa del sida. Sin embargo, a pesar de la congoja que se observa en su voz al hablar del suceso, siempre se muestra muy positiva y sonriente.
Jacaranda fomenta actividades esenciales tras la horas académicas de las mañanas. El teatro, la pintura o la escritura son medios de expresión básicos para que los jóvenes puedan afrontar la tristeza que ha empañado sus vidas. Un ejemplo de tantos muchos es John que tras la muerte de sus padres, víctimas de sida, vivía sólo y subsistía mendigando en la calle a la edad de 10 años. Llegó a la escuela y puso su empeño en la escritura. En 2012, ganó un concurso organizado por la Commonwealth para conmemorar los 60 años en el trono de la reina de Inglaterra.
“Un niño que escribe sobre su mejor día, su primer día en la escuela. Con el uniforme podía ser como cualquier otro niño sin que nadie supiese que era un huérfano y que tenía HIV”, cuenta Marie sobre el texto premiado.
La historia de John es una de las muchas que alberga el colegio. Estos son los niños que han ido crecido con Jacaranda y de los cuales 25 de ellos han podido ir a la universidad. Ellos han sido testigos de cómo el garaje se convirtió en el taller de plástica, de la construcción de un laboratorio para sus clases de ciencia y de una cancha de baloncesto, de la llegada de libros donados que llenan dos bibliotecas o de cómo Microsoft donó algunos ordenadores que forman parte del aula de informática. Además Marie puso empeño en la construcción de una enfermería para examinar a los jóvenes y que no perdieran horas lectivas.
“Ahora cuando el niño está enfermo viene aquí, descansa y antes de que nos demos cuenta está de vuelta en clase”, dice Marie. La enfermera no sólo realiza una importante labor con los niños infectados con HIV sino que además se encarga de tratar distintos síntomas que impiden a los niños asistir al colegio como en el caso de la extendida malaria.
“Cuando esto está lleno, no puedes saber quién es HIV y quién no porque todos están sanos”, afirma Marie que también ha conseguido la ayuda de la organización escocesa Mary´s Meal (http://www.marysmeals.org.uk/a-global-campaign/malawi/) que aporta dos comidas diarias a los alumnos.
En la vida no está todo regalado. Esto se lo hace saber Marie a todos los alumnos de Jacaranda. En el colegio se les enseña a ser autosuficientes y a valerse por sí mismos. De ahí la importancia de la enseñanza de conocimientos en agricultura, carpintería, construcción o costura. Los propios alumnos son los encargados de realizar los uniformes, proveer de sillas y mesas a las aulas, vender las verduras y huevos y realizar todo tipo trabajos prácticos que desarrollar en su entorno. Incluso los mayores hacen trabajos de jardinería o administrativos en el propio centro para pagar sus exámenes.
“Tienen que ser conscientes de que este mundo no es todo gratis. Para comer tienen que trabajar y es importante que aprendan como sustentarse”, dice Marie desmintiendo a los que ven en Jacaranda una oportunidad para ser consentidos. Además añade que “si los niños al salir de la escuela son egoístas, mi trabajo aquí ha sido inútil. He perdido mi tiempo”.
Jacaranda School es también un nexo con la comunidad. El colegio da trabajo a más de 50 personas de los alrededores y su radio de acción comienza a expandirse gracias a la donación de libros a otros centros estatales que apenas cuentan con recursos. Este programa se une a la biblioteca comunitaria en la se imparten clases para reducir el analfabetismo entre los tutores de los alumnos y el nuevo proyecto “Aldea Jacaranda” en el que se construyen casas para aquellas familias más necesitadas. La fundación Jacaranda se convierte así en un centro pedagógico autosuficiente de fuerte impacto para con la comunidad en la que reside. Ahora intentan ampliar miras y ayudar a más huérfanos de sida en otras zonas de Malaui.
El esfuerzo de los integrantes de Jacaranda encabezados por Marie De Silva consiste en dar amor y educación. “Con educación puedes elegir”, afirma Marie que es corredora de seguros según su título de graduada pero que decidió ser niñera en los Estados Unidos.
“Jacaranda es posible porque damos las herramientas necesarias para que nuestros estudiantes sean como otros niños cualquiera”, dice Marie sobre esta historia de superación y éxito. Una historia que tiene lugar en África.
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