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LA PARADOJA Y EL ESTILO
Columna
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Todo cambia

La reunión de la Reina y sus hijos en Tatoi es un capricho de abuela que ha mostrado la incómoda relación entre la Infanta y el Príncipe. La pelea es dura

Boris Izaguirre
El exitoso ‘selfie’ de DeGeneres y los actores de Hollywood en los Oscar.
El exitoso ‘selfie’ de DeGeneres y los actores de Hollywood en los Oscar.

Los Beckham, esa pareja feliz y millonaria, han vuelto a ser noticia porque se han comprado Villa Casuarina, la mítica casa en South Beach (Miami) donde murió asesinado Gianni Versace en 1997. Aunque es lúgubre el pasado de esa mansión, no deberíamos detenernos más en eso. Lo importante es que los Beckham han vuelto a demostrar al mundo que son posibles buenas noticias. Que existe el éxito económico. Que el glamour es poderoso y que entre tantas tinieblas hay en camino una mudanza portentosa. Un cambio a mejor.

Versace fue tiroteado en las puertas de esa casa por un psicópata, Andrew Cunanan, que había entrado en una espiral de violencia y mataba sin discriminación. Para el mundo fue un shock, y para la propiedad, una marca que la convirtió en lugar de peregrinaje; hoy todavía se detienen en esas escaleras cientos de turistas haciendo una foto que tiene morbo soleado. Eso va a cambiar. Ahora la expectativa es ver salir a David, con shorts, corriendo hacia la arena del océano vecino. O a Victoria rodeada de su parafernalia: bolsos, niños, escoltas, tacones y gafas. Si de verdad ha terminado la crisis, volverá el glamour.

Como ese poema de Julio Numhauser, Todo cambia. “Cambia lo superficial. Cambia también lo profundo. Todo cambia en este mundo”. Es lo que claman en las redes sociales Madonna, Jared Leto y hasta Carlos Baute en sus mensajes sobre Ucrania y Venezuela: más cambios que soluciones. Un deseo global de rejuvenecer. Como si el cambio fuera un estallido que al despejarse deja una estela por donde construir la solución. Así como nos dejamos seducir por el optimismo, asumimos que el futuro será pura improvisación. Ya lo ha dicho el bello arzobispo Georg Gänswein, ese tiarrón eclesiástico que la Vanity Fair italiana canonizó como san George Clooney del Vaticano, durante una entrevista sobre el papa Francisco: le ha resultado “difícil adaptarse a la improvisación del nuevo Pontífice, pero es una musicalidad que debemos volver a aprender”. Elegantísima manera de sintetizar las diferencias entre los dos papas y entre Alemania y Argentina, mas allá del fútbol y la religión. Pero también debemos asumir estas palabras de Georg como un mantra, sí, todo cambia, incluso la Iglesia y su musicalidad. Solo podemos improvisar, con el esfuerzo y con el deseo.

Habría que pensar que la Reina y sus hijos llegaron a Tatoi con algo de este espíritu, pero las fotos solo demuestran que, pese a los esfuerzos innecesarios por parecer una familia normal, son el retrato de otra cosa. Un capricho de abuela que ha mostrado la incómoda relación entre la Infanta y el Príncipe. La pelea es dura. Y eso que ella no tiene memoria, pero sus ojos, que intentan encontrar los de su hermano, parecieran decir que no se le olvidará este desplante tan público. Marie Chantal Miller, esposa del príncipe Pablo, tomó la mayoría de los retratos y en todos sale tranquila y guapa. Claro, es la más rica de la familia: sus padres son los reyes del duty free y a ella le va muy bien vendiendo ropa carísima de bebés. Al contrario que sus primos políticos, es independiente. En las familias reales pasa que los miembros B están más tranquilos que los A. Y eso que los griegos evitaron que la princesa Alexia acudiera con su marido, también afectado por la gripe familiar de la imputación. No hay que preocuparse mucho. Igual que Cristina, lo olvidan todo en el avión de regreso a Ginebra o a Mayfair.

Con tensiones pero menos aburridos han sido los Oscar de este año. Ellen DeGeneres consiguió un selfie con reyes populares, las estrellas de Hollywood. Y fue genial el reparto de pizzas. DeGeneres invitó a su programa al repartidor, Edgar Martyrosian, que se ha convertido en otra buena noticia, y le entrego unos 400 dólares que sumados a los 600 que recaudó en el patio de butacas han quebrantado otro récord para esta entrega de premios. Una propina de mil dólares. ¡Vuelve el sueño americano! Y sus propinas. También se especula con que Lupita Nyong’o pudiera ser novia de Michael Fassbender. El summum de lo interracial, magnífica buena noticia. Además de amor, deberíamos pedirles reproducción inmediata, improvisada o no.

Y así como el negarle el Oscar a DiCaprio me ha sentado fatal, sospecho que quizá como nubarrón vuelven a surgir dudas que la Academia de Televisión española tampoco es del todo justa con sus premios. Un año más, el programa La voz no encuentra suficientes nominaciones para optar a un galardón. Es raro porque no es un mal formato, ha sido un éxito y su versión con niños arrasa en la audiencia (aunque no tanto como el desnudo de Hiba Abouk, que deberían reprogramarlo varias veces a la semana). La voz es a esta academia lo que DiCaprio a los Oscar, un rentable apestado. Quizá las cadenas o las productoras deberían “cuidar” más a los académicos. Un premio debería parecer improvisado, pero muchos sabemos que es bastante “currado”. Cenas, cines, fiestas, se hace de todo por conseguir un premio. A lo mejor Telecinco podría ofrecer a los académicos o un reality sobre el premio o una participación en Supervivientes. Eso también sería una nueva musicalidad y también todo un cambio.

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