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Nepal encara una nueva identidad

Lesbianas, gais, bisexuales, transexuales e intersexuales avanzan en la consecución de derechos La nueva democracia se enfrenta al reto de una constitución y de una sociedad incluyentes

Los transexuales Sirju Magar y Simrn Sherchan, cara a cara con la bandera del arcoiris de fondo.
Los transexuales Sirju Magar y Simrn Sherchan, cara a cara con la bandera del arcoiris de fondo.Ángel L. Martínez

“Me miro al espejo desnuda y no entiendo cómo una parte tan insignificante de mi cuerpo ha determinado tanto mi vida”. Sirju Margar deja sobre la mesa el documento de identidad de Kumar, el hombre que no quiere ser. “Estoy cansada de esconderme. Cuando vuelvo a visitar a mis padres tengo que travestirme de quien no soy”, explica mientras descubre su pelo largo bajo el pañuelo tradicional nepalí (kurta).

El año pasado, la comunidad de lesbianas, gais, bisexuales y transexuales e intersexuales (LGBTI) de Nepal consiguió el reconocimiento oficial del tercer género en los documentos de ciudadanía; acontecimiento esperado desde la sentencia del Tribunal Supremo de 2007. La decisión hizo valer los Principios de Yogyakarta sobre la aplicación del derecho internacional de derechos humanos a temas de orientación sexual e identidad de género. Y estableció la certificación del género de una persona bajo el único criterio de su autodeterminación y sin necesidad de justificante alguno. Sin embargo, las administraciones locales nepalíes piden pruebas que avalen el género de los solicitantes mientras que el estado solo expide identificaciones con la nueva categoría a ciudadanos que lo solicitan por primera vez. Complicaciones burocráticas que dejan a miles de transexuales como Sirju sin la posibilidad de tener documentos que reflejen su identidad, enfrentándolos al estigma social.

Swastika Lama, de 24 años, explica la situación denigrante que tuvo que vivir a su paso por el aeropuerto: “El encargado de inmigración no podía creer que fuese yo quien él veía en mi documento de identidad. Llamó a compañeros y me preguntaron por mis órganos genitales”. Swastika es transexual y encargada de un programa de sensibilización a cargo de la Sociedad del Diamante Azul, y financiado por UNICEF. La organización ha estado detrás de la evolución social y política del colectivo LGBTI en la última década y empezó siendo pionera en el tratamiento y prevención del VIH/SIDA en Nepal, labor ensalzada por el Centro Nacional para el Control del SIDA y las enfermedades de transmisión sexual (NCASC). Ahora cuenta con 750 trabajadores y numerosas organizaciones de base repartidas en 31 distritos y 40 ciudades que ofrecen servicios relacionados con prevención y sensibilización sobre derechos de la comunidad LGBTI a más de 300.000 nepalíes.

Gracias al trabajo de la Sociedad del Diamante Azul y a sus éxitos legales, Nepal se ha convertido en un referente regional en la defensa de los derechos de las minorías sexuales y de género en el sudeste asiático. Sin embargo, el Gobierno interino de la democracia en ciernes aún tiene que enfrentarse a la difícil tarea de trazar una Constitución que ofrezca identidad política al Estado y que refleje las demandas de un país con más de cien minorías étnicas y sociales.

“Hemos vuelto a acudir al Tribunal Supremo para solucionar un problema que excluye de nuevo a nuestra comunidad, contraviniendo la anterior sentencia del mismo tribunal”, cuenta Sunil Babu Pant, primer político nepalí que se declaró abiertamente homosexual y fundador de la Sociedad del Diamante Azul. Recientemente nominado para el Premio Nobel de la Paz, Pant fue quien llevó el caso en defensa de los derechos del colectivo LGBTI ante el Tribunal Supremo en 2007. La sentencia no solo ordenaba el establecimiento de un tercer género, sino que también urgía al Gobierno a eliminar todas las leyes discriminatorias relacionadas con orientación sexual e identidad de género y a crear un comité para estudiar una ley para el matrimonio entre personas del mismo sexo.

El Código Civil y Penal nepalí –Muluku Ain– solo permite el enlace entre hombres y mujeres, criminalizando las relaciones entre personas del mismo sexo. Decenas de miembros del colectivo LGBTI mantienen vidas secretas a escondidas de sus parejas heterosexuales. Hari Phuyal, abogado que intervino en el primer caso favorable a la relación entre dos lesbianas, describe el contexto legal: “El actual código habla con vaguedad de ‘relaciones no naturales’. Hay que esperar a la aprobación del estudio del comité sobre el matrimonio homosexual para revisar el código. El estudio está listo y pendiente de aprobación. Lo que hace falta es voluntad política”. Por su parte, Semanta Dahal, prominente letrado en Katmandú, subraya el estado de transición del Gobierno y la premura que supondría la implementación del matrimonio entre personas del mismo sexo sin consenso previo: “La decisión del Tribunal Supremo no declaró ninguna ley constitucional o inconstitucional, solo estableció directivas provisionales”.

Tiempos de cambio

1996-2006: Levantamiento popular maoísta contra la monarquía hindú.

2001: Sunil Babu Pant, primer político nepalí que se declaró abiertamente homosexual, registra la Sociedad del Diamante Azul (BDS) en Katmandú.

Noviembre 2006: Gobierno y Partido Comunista (Maoísta) firman el Acuerdo General de Paz.

Noviembre 2006: Signatarios internacionales, Sunil B. Pant entre ellos, firman los Principios de Yogyakarta. Se presentan en la ONU y la Comisión Internacional de Juristas los ratifica.

Enero 2007: Se aprueba la Constitución Interina de Nepal

Diciembre 2007: El caso 'Sunil Babu Pant contra el Gobierno' se lleva hasta el Tribunal Supremo, que sentencia a favor del primero ocho meses más tarde.

2008: La Comisión Electoral, algunos bancos y agencias de 'trekking' incluyen la opción del tercer género.

Mayo 2008: Se establece la primera Asamblea Constituyente.

Abril 2008: El Parlamento deroga la monarquía, instaura la República Democrática y seculariza del único Estado hindú del mundo.

Junio 2011: BDS ofrece asilo a miembros del colectivo LGBTI del sudeste asiático.

Mayo 2012: Disolución del Parlamento y de la primera Asamblea Constituyente sin haber terminado el borrador de la Constitución.

Noviembre 2012: El Tribunal Supremo sentencia a favor de la relación de dos lesbianas.

Enero 2013: Reconocimiento oficial del tercer género en los documentos de ciudadanía.

Marzo 2013: El Consejo de Derechos Humanos de la ONU organiza el encuentro 'Derechos Humanos, Orientación Sexual y Género' con activistas de la región Asica-Pacífico en Nepal.

Noviembre 2013: Se elije una nueva Asamblea Constituyente.

Pese a su carácter provisional y no vinculante, la sentencia de 2007 dio lugar a la que Comisión Electoral también incluyese la opción otro –anya– en el registro. Algunos bancos y agencias de trekking se sumaron a la iniciativa. En un paso histórico para el colectivo LGBTI, el Gobierno decidió incorporar el tercer género entre sus opciones en censo federal de 2011. De esta forma, el primer censo conducido en un Nepal democrático se convertía también en el primero en el mundo en incluir la tercera opción sin necesidad de documento probatorio. Pero las trabas burocráticas hicieron imposible el recuento completo de los ciudadanos que optaron por la tercera vía.

La decisión del Tribunal Supremo de 2007 también dio visibilidad política a las minorías sexuales y de género, marginalizadas durante años. Y su salida del ostracismo de la vida pública supuso la entrada de su máximo representante, Sunil Pant, en la asamblea constituyente encargada de presentar el borrador de la primera Constitución moderna en Nepal, como estipula la carta magna previa.

La representación política del movimiento LGBTI se mantuvo hasta la disolución de la asamblea constituyente por falta de consenso en la redacción de la constitución. “El PCN (Partido Comunista de Nepal) nos había prometido participación en el Parlamento, pero ya no nos hacen caso”, afirma Sipha Choudari, quien aspira a representar al colectivo en el nuevo Parlamento que está por formarse. Miembros LGBTI se manifiestan a diario con el objetivo de que se tenga en cuenta a esta minoría. Los 26 asientos de la cámara que están por decidir serán adjudicados por el Gobierno a expertos y miembros de la sociedad civil (especialmente grupos marginados) según lo establecido por Plan Interino de Tres Años, pactado con la llegada de la democracia a Nepal.

Contar con representación política en el nuevo sistema parlamentario ofrecería una posibilidad histórica al colectivo LGBTI para afrontar el principal desafío del futuro: la eliminación de la violencia y discriminación social e institucional. “Tres chicos me esperaron en un callejón, me desnudaron y me violaron. Aún conservo las marcas… Y recuerdos que no podré olvidar”, cuenta Bishwaraj Adhikari, trabajador social en el centro de consultas para gais del barrio de Chandol, en la capital nepalí. Bishwaraj explica que por aquel entonces se sentía avergonzado de lo ocurrido y no denunció. Se escondió. Como se esconde de su familia, que no sabe su verdadera identidad.

Sin embargo, la ley nepalí solo reconoce explícitamente la violación de un hombre a una mujer. “La normativa sobre violaciones está siendo revisada por el mismo comité encargado de analizar la ley del matrimonio entre personas del mismo sexo y la ley de familia. Todo está pendiente de pasar por el parlamento”, comenta el abogado Hari Phuyal.

La violencia es social e institucional. Human Rights Watch (HRW) denunció arrestos arbitrarios y ataques gubernamentales hacia a la comunidad LGBTI en 2013. Pese a las evidencias, Shiva Achariya, coordinador de derechos humanos en el NCASC (dependiente del Ministerio de Salud) niega que haya existido violencia contra las minorías sexuales y de género: “El Gobierno tiene cosas más importantes por las que preocuparse. Simplemente es mentira”. Entre los ataques a los que hace referencia HRW, está la suspensión de las subvenciones estatales a la Sociedad del Diamante Azul por un caso de corrupción interna. Aunque la acusación se descubrió falsa, la congelación de fondos supuso un riesgo para los beneficiarios de los programas de prevención de VIH/SIDA y para los empleados de la organización.

La Sociedad del Diamante Azul no solo ofrece servicios de prevención y sensibilización, sino que todos sus empleados son gais, lesbianas o transexuales. Una ayuda imprescindible para un colectivo socialmente excluido, pero muy especialmente para los transexuales, que por su aspecto físico tienen imposible el acceso al mercado laboral. “Las entrevistas de trabajo son humillantes, te dicen: ‘¿Cómo puedes pensar que este es un trabajo para ti?’ Yo intentaba evitar la prostitución y entré a trabajar como bailarina en un club de alterne, pero me echaron cuando se enteraron de mi identidad”, relata Barsha K. C, quien combina su trabajo a media jornada en CruiseAids, una de las organizaciones de base, con noches en Ratna Park, en el centro de Katmandú. Como Barsha, gran parte de las mujeres transexuales nepalíes se ven obligadas a ejercer la prostitución por falta de recursos.

Las mujeres transexuales están especialmente expuestas a la Ley de Ofensa Pública, que otorga poder absoluto a las fuerzas del orden público para detener a ciudadanos sin proceso previo. “Me arrestaron durante 16 días cuando estaba en un club de Thamel –barrio turístico de la capital–, acusándome de prostitución. Acabé pagando la fianza aunque no soy prostituta”, se queja Sipha Choudari. El año pasado se registraron miles de detenciones arbitrarias, incluyendo minorías sexuales y de género, principalmente transexuales.

Mira Mishra, doctora en sociología y estudios de género de la universidad de Tribhuvan (Katmandú), cree que más allá de los necesarios avances legales y políticos, se necesitan campañas generales de sensibilización de la sociedad para evitar la exclusión social y los problemas derivados de la misma. “Hombres de negocios, abogados, jornaleros y demás vienen a tener sexo con nosotras y saben que somos transexuales. Pero cuando hay que hablar de los problemas que nos afectan, no existimos”, cuenta Swastika con una mueca de carmín rojo.

“He perdido muchas veces el equilibrio. Es muy duro que tu familia no te acepte, porque es lo único que tengo… Cada vez que me acuesto con un hombre por dinero, siento que muero por dentro. Antes no entendía por qué la naturaleza me había hecho esto”, Simran Sherchan agacha la cabeza. Después de un silencio, se recoge el pelo tras la oreja con un gesto decido, femenino: “Pero ahora me doy cuenta de que puedo hacer realidad mis sueños de infancia cuando me maquillo y me pongo un vestido bonito. Y acepto como soy”.

Travestidas de hombres para sus familias. De otro para el sistema legal. De grupo marginal invisible para la sociedad. De prostitutas para los hombres. De criminales para la policía. Solo se sienten identificadas cuando dejan de disfrazarse. Cuando son ellas.

La importancia de llamarse Bishwa

"En el colegio me han despreciado llamándome chakka (maricón)", dice Jyoti Thapa. "Me han gritado por la calle vikriti (desviado)", cuenta Sahara K. C. "No soportaba que me dijesen hijra (castrado)", se queja Kumar Baidhyai. La ONU reconoce que estos abusos multiplican el absentismo escolar y suicidio.

Lesbianas, gais, transexuales e intersexuales (LGBTI) no son identificados como tales a no ser que vivan en un contexto social en que esos conceptos estén enraizados en el imaginario colectivo. La sentencia del Tribunal Supremo de Nepal que hizo oficial la categoría del tercer género –otro (anya)–, materializó legalmente la idea LGBTI. Constituyó al colectivo como una minoría institucionalmente reconocida, dándoles visibilidad pública. "El tercer género simboliza lo que soy y me identifica. Es un avance muy positivo en la consecución de igualdad para nosotros", explica Bishwa, uno de los pocos que ha conseguido un documento de identidad con la nueva categoría.

Nepal, aunque con trabas burocráticas hasta el momento, se une a los pocos países que acreditan oficialmente a la comunidad LGBTI. "Tanto en Pakistán como en Bangladesh, las autoridades reconocen a mujeres transexuales, pero tienen que estar castrados. Lo que supone una medida discriminatoria y abusiva", comenta Sunil Babu Pant, político homosexual que llevó el caso ante el Tribunal Supremo en 2007. India y Bangladesh añadieron la categoría eunuco en muchos de los registros de la administración y en los documentos de voto. Pero la nueva decisión del Tribunal Supremo de India, que criminaliza las relaciones homosexuales, contrasta con el contexto legal en el vecino Nepal. No obstante, el abogado Semanta Dahal subraya: "Existe una vieja ley nepalí que utiliza un lenguaje similar a la ley india. Nepal está más avanzado porque no criminaliza las relaciones homosexuales, pero es necesario declarar esa ley inconstitucional". Por su parte, Australia y Nueva Zelanda contienen la opción 'X' como tercera vía. Mientras que el Tribunal Supremo de Pakistán ordenó el uso del término 'tercer género' en los documentos de identidad, aunque nadie lo haya solicitado hasta el momento.

"La diferencia con otros países del entorno es que la Ley de Tratados de 1990 otorga mayor estatus a las leyes internacionales. Por eso el Tribunal Supremo establece decisiones en línea con la legislación internacional de derechos humanos", explica el letrado Hari Phuyal. La decisión del tribunal nepalí es una medida progresiva en sí misma, pero se diferencia de los modelos del resto de países por el lenguaje comprensivo en que se ideó. Apoyándose en la fórmula legal internacional de los Principios de Yogyakarta, la resolución otorga derechos a personas naturales que, naciendo con un determinado género, pueden sentirse atraídas de forma natural o social por personas del sexo opuesto. Su carácter inclusivo abarca tanto a lesbianas, como gais, transexuales o intersexuales (aquellos que han nacido con ambos sexos).

La medida legal tiene su impacto en la vida diaria del colectivo LGBTI, especialmente en el caso de los transexuales. Jyoiti Thapa, mujer transexual, explica las complicaciones que supone no disponer aún de un documento de ciudadanía que refleje su identidad: "El documento es necesario para comprar una tarjeta de móvil, para abrir una cuenta bancaria, para obtener el carné de conducir, para solicitar trabajo… Tengo problemas hasta cuando voy a enviar dinero a mi familia por correo porque mi género está marcado como hombre y yo soy transexual". La situación se agrava cuando se trata de acceder a servicios de primera necesidad. En 2008, después de las inundaciones en el distrito de Sunsari (sureste de Nepal), se informó de discriminación en pueblos habitados por metis – suerte de casta en la que los hombres son afeminados –. Algunos de los afectados por las riadas en estos pueblos no recibieron ayuda en forma de raciones de alimentos por su aspecto físico.

Pese a las implicaciones que la medida supone para la vida diaria del colectivo LGBTI y para la ayuda ante catástrofes naturales, la sentencia del Tribunal Supremo no ha sido entendida por toda la sociedad nepalí. “Personalmente, creo que no existe tal cosa como el tercer género. O eres mujer o eres hombre. La tercera categoría es un sinsentido”, sentencia Shiva Acharya, coordinador de derechos humanos en el Centro Nacional para el Control del SIDA y enfermedades de transmisión sexual de Nepal (NCASC).

Continuando su avance legal en el terreno de los derechos humanos y la inclusión social de minorías, el Gobierno de Nepal decidió incluir el tercer género en el censo federal de 2011. Sin embargo, el hito histórico no funcionó. “Las respuestas de los cabeza de familia no fueron las esperadas, seguramente porque se trata de un tema sensible en la sociedad nepalí. Tuvimos el mismo problema con el censo que incluía a la población discapacitada en 2001”, comenta Rudra Suwal, técnico responsable de población de la Oficina Central de Estadística (CBS) encargado del censo.

Aunque parte de los encuestados en zonas rurales no quisieron dar a conocer su verdadera identidad frente a sus familias, el principal problema que evitó el éxito de la iniciativa volvió a ser la pesadilla kafkiana de la burocracia. El primer recuento del censo hace referencia al número de habitantes por familias y casas junto con su identidad sexual. Mientras que el segundo escrutinio hace referencia a las condiciones socio-económicas de cada una de las familias. En ambos estudios se registraron irregularidades en el sistema; bien por falta de la tercera categoría en los formularios, bien por falta de voluntad de los encargados de conducir el censo. "Ha habido muchos problemas burocráticos y de falta de información por parte tanto de los responsables de conducir el censo y como de las familias. Pero hemos sentado las bases para que el próximo censo recoja datos de nuestra comunidad", afirma Sunil Pant, quien se muestra esperanzado. Organizaciones internacionales derechos humanos como HRW pidieron al Gobierno que finalizase el censo como había anunciado.

La introducción efectiva del tercer género en el censo no sólo supondría el recuento de la población LGBTI, determinando su importancia socio-política a nivel nacional. Sino que las necesidades de la población, el nivel de marginalización social y las ayudas estatales también se basan en los resultados del censo. La ausencia de las minorías sexuales y de género en el censo las expone al riesgo de ser excluidos. Tras el terremoto que sacudió Haití en 2008, por ejemplo, homosexuales que vivían en la misma casa, no recibieron ayuda porque esta estaba destinada solo a la población en riesgo registrada en cada residencia familiar: mujeres y niños. En momentos de crisis humanitarias o desastres naturales, la exclusión administrativa supone un riesgo muy alto para comunidades marginalizadas.

El contexto político de Nepal ofrece oportunidades para experimentar con nuevas formas de apertura e inclusión. Las minorías como el colectivo LGBTI han aprovechado este espacio para reclamar sus derechos. Sin embargo, la doctora especialista en estudios de género Mira Mishra enfatiza la inestabilidad del momento: “Comparada con países vecinos, la sociedad y política nepalí tienen altos niveles de tolerancia. Pero la debilidad del Gobierno interino puede hacer que decisiones políticas actuales no acaben por cristalizar”.

El nuevo periodo democrático en Nepal y las leyes relacionadas con los derechos de las minorías sexuales y de género son esperanzadores. “El efecto social de las medidas legales debería ser el aumento de la visibilidad social del colectivo. Que formará parte del paisaje diario”, explica Chaitanya Mishra, profesor de sociología de la Universidad de Tribhuvan, en Katmandú. Está por ver si las medidas calan en el discurso social y cultural. El que permite la completa integración de minorías y mayorías en el ámbito público.

“Espero que dentro de poco el problema del género no exista. Que políticos y sociedad nos reconozcan. Que entiendan la importancia de llamarnos por lo que somos”, dice Biswha. Su nombre sirve tanto para hombre como para mujer.

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