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África No es un paísÁfrica No es un país
Coordinado por Lola Huete Machado

A propósito de la homosexualidad: cuando ellos abusan y el niño es el depravado

Por Analía Iglesias

"Por favor, seamos adultos y dejemos de asociar homosexualidad con pedofilia". Es el clamor de Abdellah Taïa, escritor y realizador marroquí, frente a la repetida pregunta sobre la apología de la pederastia. La charla con periodistas y gente de la industra del cine se ha puesto álgida tras el pase de su película Ejército de salvación, en Tánger, Marruecos, quizá el rincón más tolerante de un continente que demora demasiado en reconocer y respetar la libertad en los vínculos entre los individuos.

El primer personaje público en 'salir del armario' en el mundo magrebí (apareció en la portada de la revista Tel-Quel, en el verano de 2007) rodó en Casablanca una película de una fina sensibilidad, elíptica y dolorosa, hecha de imágenes de una belleza imborrable, a partir de sus propios recuerdos de adolescente pobre y gay en el poblado de Salé, en Rabat.

Abdellah Taïa lee en Tánger.

"¿Por qué nadie en el barrio, ni el padre ni la madre, defienden a un chico al que todos los hombres mayores acosan y luego llaman 'depravado'?", se pregunta y pregunta este hombre de 40 años que fue aquel adolescente que construía su sexualidad "interactuando con la hipocresía". A propósito, hay una escena que otro director destaca por su silente elocuencia y es cuando el chico de 15 años, que ha entrado al mercado sin un céntimo, sale de allí con una sandía que le acaba de regalar el frutero.

"No sé cómo hice para salir de esa violencia sin límites", se pregunta el chico que luego indagaría en las respuestas que nos puede revelar la creación literaria, y también el cine. Sin embargo, él quiere dejar claro que aquel Abdellah no era solo una víctima, o que no era una víctima diferente a las demás. Taïa defiende una y otra vez su pertenencia sin ambages a Salé.

Imagen de 'El Ejército de salvación'.

"Todo lo que he aprendido del sexo, del amor, de la vida, lo he aprendido en Salé", agrega, por si a alguien le cabía alguna duda de que la homosexualidad existía en el Magreb antes de que él naciera. "Esa familia es la mía. No me la inventé": esa familia que es la suya estaba constituida por un padre violento al que, lleno de indefensión, el pequeño Abdellah busca como protector, una madre sufrida y montones de hijos que duermen apilados en una misma habitación. La noche de pasos tenues, respiraciones amontonadas, ira y ahogo que dibuja Taïa en su película resulta tan verosímil que el espectador se revuelve en la misma impotencia.

"Yo hablo de todos los marroquíes, no de los intelectuales, crecí en un barrio en el que no había libros. Adoro la televisión porque era por donde nos llegaba todo. En mi casa no había libros... Así es que ver bailar a las estrellas del cine egipcio era un acto de resistencia", recuerda Taïa, que hoy vive con reconocimiento, en París, pero que vuelve a decir: "no sé salir de esa identidad política de pobre".

Le mencionamos El primer hombre de Albert Camus, sobre la infancia del Nobel en Argelia, Taïa sonríe y asiente. "No he necesitado intelectualizar la vida verdadera para crear. Tampoco tengo que sociologizar los problemas de expresión de los sentimientos que tenemos los marroquíes. El artista no puede salir de la realidad de la vida. Nos inspira la vida verdadera de nuestra madre analfabeta, la infancia y la adolescencia, aunque luego intelectualicemos y aprendamos a seducir... No soy capaz de crear una ficción pura", explica Taïa en otra cita tangerina, esta vez en la Librerie des Colonnes, presentando su cortometraje La tumba de Jean Genet.

La tumba de Jean Genet (París, 1910-1986), en Larache, apunta a La Meca.

"Un día Genet será santo en Marruecos", repite el escritor a quien quiera escucharlo, mientras narra el proceso de filmación de un cortometraje del que dice no importarle el valor artístico y del que, en cambio, destaca la contemplación sin explicaciones de la vida cotidiana de Larache. Allí, en el país que siempre espera, el realizador sin guión se detiene en la libertad y la "sensualidad desbordante de los chicos en la playa", delante de carteles con prohibiciones que nadie cumple, muy cerca del cementerio en el que quiso ser enterrado el francés maldito. Y cita a Goytisolo hablando de Genet, emparentándolo con los santos populares de ciertas tradiciones del islam, los malamatís, que tenían conductas réprobas, como la de este autoproclamado "maricón" del siglo XX.

Una mirada al interior y al exterior, sin juicios, en silencio, que, sin embargo, genera una cierta incomodidad: "ya está, ¿por qué no habla de otra cosa?". Taïa habla de otras cosas. Por caso, la primavera árabe, de la que "por fin entendemos su coraje", luego de un tiempo en que él mismo fue escéptico sobre lo que los árabes eran capaces de hacer para revertir su situación en dictaduras que parecían eternas, por la emancipación individual y colectiva. "Los árabes han despertado y en Marruecos los cambios han empezado", enfatiza el escritor. "Soy homosexual y no soy diferente. Resisto junto a ellos".

Comentarios

"No dejes que los niños se acerquen a esos, son peligrosos", decía una tía mía cuando se mudaron cerca de casa una pareja de homosexuales. A ella la perdono, por su falta de conocimientos, y porque pertenecía a una sociedad un poco fuera de lugar, pero los de ahora deberían entender que esto no se debe a una desviación de la personalidad ni conlleva maldad, como muchos pretenden hacernos ver.http://interesproductivo.blogspot.com.es/2014/02/ser-joven-penaliza.html#more
A veces me pregunto ¿Seguimos en la Edad de Piedra? http://xurl.es/vebod
Una cosa es al homosexualidad y otra muy distinta es la pedofilia. La primera es un asunto biológico, mientras que la segunda es un asunto de canallada y desvergüenza total. El que viola a un niño o niña merece la pena capital, nada de cárcel para esa clase de asesinos.
A propósito, ¿cuantos años tenía la prometida de Mahoma?
"No dejes que los niños se acerquen a esos, son peligrosos", decía una tía mía cuando se mudaron cerca de casa una pareja de homosexuales. A ella la perdono, por su falta de conocimientos, y porque pertenecía a una sociedad un poco fuera de lugar, pero los de ahora deberían entender que esto no se debe a una desviación de la personalidad ni conlleva maldad, como muchos pretenden hacernos ver.http://interesproductivo.blogspot.com.es/2014/02/ser-joven-penaliza.html#more
A veces me pregunto ¿Seguimos en la Edad de Piedra? http://xurl.es/vebod
Una cosa es al homosexualidad y otra muy distinta es la pedofilia. La primera es un asunto biológico, mientras que la segunda es un asunto de canallada y desvergüenza total. El que viola a un niño o niña merece la pena capital, nada de cárcel para esa clase de asesinos.
A propósito, ¿cuantos años tenía la prometida de Mahoma?

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