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Neymar, samba y Dios en la tormenta

Con 20 años, Neymar se ha visto en el centro de un gran embrollo judicial. El Barça está imputado por irregularidades en su fichaje Abrazado a su fe religiosa, que intensificó tras conocer que iba a ser padre, el astro parece ajeno a los problemas Rodeado de amigos brasileños, fiel a su padre, vive centrado en el fútbol y en su máquina de hacer dinero

Neymar, un espectador en el partido de semifinales de la Copa del Rey entre la Real Sociedad y el Barça.
Neymar, un espectador en el partido de semifinales de la Copa del Rey entre la Real Sociedad y el Barça. DAVID RAMOS (GETTY)

El jueves pasado, al regreso de Manchester, donde jugó unos minutos en el Etihad Stadium contra el City en el partido de ida de los octavos de la Liga de Campeones, después de darle una asistencia a su amigo Alves para el segundo gol del Barcelona, Neymar cogió un helicóptero de Barcelona a Castelldefels. Llegó después a la Plaça de la Vila de Vilanova i la Geltrú, escogida como localización para el rodaje de un anunció de Wolkswagen, a cumplir con un compromiso publicitario. Una semana antes, en el mismo sitio y con el mismo objetivo, apareció Müller, el centrocampista del Bayern de Múnich, que apenas contactó con los niños que le buscaban y dejó el sabor de un tipo frío y mal encarado. Todo lo contrario de Neymar da Silva Santos Júnior (Mogi das Cruzes, São Paulo, 5 de febrero de 1992). Tras comerse una feijoada y un ossobuco en La Carpeta Moderna, la cafetería que regenta Jordi Trias, compadre del actor Sergi López, el brasileño salió del local, convertido en improvisado backstage de la grabación. Atendió a las decenas de niños que, conscientes de su presencia, se citaron allí en busca de una foto o de un autógrafo de su ídolo. “Los alemanes iban como locos detrás de él, pero no dudó en saltarse el protocolo, fue súper cercano y cariñoso, doscientas veces más amable que el jugador alemán que vino la semana pasada”, explican los vecinos. Después de rodar sus planos con una sonrisa en la cara, volvió a la casa donde vive en Pedralbes.

El jugador comparte en las redes sociales fotos familiares. EN la imagen, con su padre.
El jugador comparte en las redes sociales fotos familiares. EN la imagen, con su padre.

En su casa Neymar ha instalado más de diez descodificadores de Canal+ para ver partidos de fútbol. Y la empresa de bebida isotónica que le esponsoriza le ha montado una pequeña discoteca en los bajos, donde pincha, ríe y baila con sus amigos. “Siempre hay alguien viviendo con él, para no sentirse solo”, cuentan en el club. Tiene 20 años y un hijo de dos que vive en Brasil y que presentó en sociedad en el Camp Nou antes de Navidad. Neymar se ha convertido en protagonista de una acción judicial de tremenda magnitud. El club azulgrana ha sido imputado por fraude fiscal, por supuestamente disfrazar el salario del jugador entre otros contratos relacionados con su fichaje (por 86,2 millones de euros, según el Barcelona) del club brasileño Santos. Neymar, que parece ajeno a lo que está sucediendo como consecuencia del redactado de su contrato, sonríe y reza convencido de que Dios será justo con él.

“Sabe que pasa algo, pero no sé hasta qué punto es consciente”, insisten en el vestuario, donde celebran que haya vuelto enchufado al campo, tras la lesión que padeció el 17 de enero en el campo del Getafe. Regresó con la portería entre ceja y ceja; fue salir y marcar un golazo. Con tantos líos a su alrededor hubiera sido fácil apartarse del camino, pero no parece que sea así. “Se le ve centrado”, dicen en el equipo. “Yo le veo bien, le he visto alegre en todo momento, como siempre”, cuenta el Tata Martino, entrenador del Barcelona. “Tiene dinero de sobra para solucionar cualquier problema”, recuerdan en el club. Ni siquiera ha parecido afectado por romper con su novia, circunstancia que anunció en su Facebook: “Igual eso también es estrategia comercial, con el producto Ney todo es posible”, aseguran profesionales de la mercadotecnia deportiva.

Algunos creen que da la sensación de “de no entender nada”, pero últimamente parece cabreado especialmente con los directivos del Santos. Hace unos días salió a defender a su padre “de tanta mierda y tanta mentira”, después de los comentarios del presidente de su exequipo, que había calificado al padre del jugador de “bastardo” por los tratos con el Barcelona al margen de la entidad paulista. “Siempre le traté con el máximo cariño, pero me ha decepcionado. Si pensaba que mi padre era estúpido, está equivocado”, dijo el delantero.

La devoción que siente Neymar Júnior por su padre —exfutbolista, al que no se ve por Barcelona desde hace unas semanas— es tal que un día llegó a asegurar: “Daría la vida de mi hijo por la de mi padre”. Es lo único que parece enfadarle: que se metan con su padre, que ha guiado su carrera al detalle, desde niño. “Siempre supo que tenía un diamante y lo ha pulido de manera inteligente”, dicen en el club.

“Neymar tiene la cabeza bien amueblada”, advierte Luca Caioli, autor del libro O Rei Neymar (editorial Planeta), que se presenta el martes en Barcelona, un documento que suena a relato de viaje, una extensa biografía llena de voces que conforman el perfil de un chaval que sueña con ser el mejor, desde su infancia a sus primeros meses en el Barcelona, en el que el autor da pistas para entender el fenómeno social que representa Ney. “Es el último poeta del fútbol, un tipo que pinta grafitis en los estadios”, asegura Caioli, que le reconoce heredero de la mejor escuela brasileña de fútbol y al tiempo admite que, “siendo un crío, ha vivido lo suficiente para estar ciertamente curtido. No ha tenido una vida traumática como la de Cristiano ni ha padecido la desubicación de un cambio de país siendo niño, como Messi. Y, aunque creció feliz, dedicado a la pelota, pasó por dificultades familiares. No en una favela, pero sí en un barrio difícil, con un padre exfutbolista muy encima de él en todo”. Indagar en el personaje a través de la voz de quienes mejor le han conocido —amigos, excompañeros, entrenadores y hasta su cura de cabecera— le permite llegar a la conclusión de que Neymar es “un buen chico, bien llevado, con la cabeza bien amueblada, que no ha perdido el norte por la fama”. Eso sí, se llevó un susto de muerte el día que descubrió que iba a ser padre con 18 años cumplidos.

Neymar hace públicos muchos detalles de su vida en Internet. Una empresa gestiona su imagen por 20 millones de euros. En Facebook comparte fotos con sus amigos
Neymar hace públicos muchos detalles de su vida en Internet. Una empresa gestiona su imagen por 20 millones de euros. En Facebook comparte fotos con sus amigos

“Se desvive por él”, cuentan los que saben de su relación con su hijo. Con Carolina Dantas, madre del pequeño David Lucca, tuvo una breve relación. Pero dicen que más allá del acuerdo económico firmado, les une una buena relación. En aquella época intensificó su relación con la Iglesia y le vino bien llevarse por los consejos del padre Newton Gloria Lobato en aquella fase de su vida. “Acostumbra a rezar antes de los partidos”, afirman sus compañeros, alguno de los cuales ha advertido frases de la Biblia tatuadas en su cuerpo. Neymar abrazó de niño la fe baptista en la Iglesia Peniel y no ha dejado de atender los consejos del padre Newton, que le bautizó en 2008.

Neymar volvió a jugar contra el Rayo Vallecano, tras estar un mes de baja por la lesión en el tobillo del pie izquierdo, y marcó el sexto gol. Se puso a bailar ajeno a cualquier código de respeto al rival. “En Brasil lo hacemos”, se justificó. “Son gestos divertidos”. Un detalle que demuestra que sigue viviendo a la brasileña, rodeado de brasileños y escuchando música brasileña. Y, a la brasileña, reza, juega, marca y baila, mientras hace pública su vida en las redes sociales. Por 20 millones de euros que le paga una empresa para gestionar su imagen, no se puede negar. Y, si ha de salir en calzoncillos jugando con unos amigos a la Play, sale; y si ha de compartir su visita a la Sagrada Familia, lo hace.

“Habrá cielos nuevos y tierra nueva, donde morará la justicia”, reza uno de los 15 puntos de la declaración de fe de la Iglesia Peniel. La de Neymar estará llena de goles y fe en Dios. Vestido de azulgrana con una sonrisa en la cara. “Si está sufriendo, no lo demuestra”, aseguran sus compañeros. Con pan, Dios y samba, las penas son menos.

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