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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Tender puentes

Felipe González y Susana Díaz se esfuerzan por relanzar el diálogo con Mas. Es tarea urgente

Dos figuras importantes del ámbito socialista han hecho esfuerzos en los últimos días para tender puentes de diálogo con el presidente de la Generalitat, Artur Mas, a fin de evitar el temido choque de trenes sobre la consulta de autodeterminación. La visita a Mas de Susana Díaz, presidenta de la Junta de Andalucía y persona emergente en el PSOE, fue precedida del debate televisado entre Mas y Felipe González. Ambas iniciativas constituyen intentos meritorios de volver a lanzar el diálogo con el presidente catalán, frente a la —casi— abstención de Mariano Rajoy, que se limita a erigirse en el garante de que no habrá referéndum mientras él permanezca en La Moncloa.

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El cara a cara entre Mas y González, emitido el domingo por laSexta, es una prueba de las ventajas del diálogo frente a los monólogos y menosprecios que circulan por la política. Ante más de cuatro millones de espectadores —casi cinco millones en algún momento—, muchos de ellos en Cataluña, González trató de llevar a Mas al convencimiento de que ningún presidente español, sea Rajoy o cualquier otro, puede autorizar una consulta de autodeterminación, que además ven con muy malos ojos las instituciones europeas. También dejó claro lo poco que le han gustado actitudes anticatalanas en el PSOE, a la vez que Mas se distanciaba de un panfleto de CiU que presenta a España como un país subvencionado por la Cataluña productiva.

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Horas más tarde, tras visitar a Mas en Barcelona, Susana Díaz insistió en las propuestas que viene haciendo su partido: blindar las competencias de las autonomías, transformar el Senado en una cámara de representación territorial a la alemana (o suprimirlo) y reconocer otro modelo de financiación autonómica.

Mas ha dejado abierta su disposición al diálogo, pero sin permitir que el tren sea llevado “a una vía muerta”, es decir, sin renunciar a la votación deseada por la mayoría del pueblo catalán que, siempre según Mas, ya no se siente representado en la Constitución. Para ello dibuja su alternativa: o se le deja organizar la consulta, o las preguntas de la misma serán llevadas a elecciones. Dejó la sensación de que no pretende provocar una crisis irreversible, pero es evidente que se mantiene en sus trece.

Se han perdido muchos meses para explorar a fondo la vía del acuerdo, en un periodo en que la ausencia de citas con las urnas favorecía los contactos y la negociación. Cuanto más tiempo pase será más difícil y la tentación de “despertar al nacionalismo español”, en advertencia de Felipe González, puede ser fuerte. La cuestión de Cataluña forma parte de los asuntos de Estado, aquellos que nadie debería utilizar para arañar un puñado de votos. No hay tabúes que impidan explicarse ante los ciudadanos, ni se puede continuar en el clima de bronca y enfrentamiento. Por ello, bienvenido el diálogo entre políticos que saben discutir con mesura de asuntos serios.

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