Japón no hace surf
Hace 50 años, un fotógrafo de la revista ‘Life’ se fue a Tokio y retrató una juventud que bailaba cabreada: "Fugitivos, pastilleros y chicos de la moto"

Todo adolescente niega a sus padres y se cisca en sus mayores. Pero si estos integrantes de las generaciones previas a la suya han precipitado a su país hacia una de las mayores catástrofes de la humanidad, el enfado puede ser mayor. “Ellos simplemente emergen, ven que todo está fatal e intentan implicarse de algún modo en arreglarlo o, como reacción, van a la contra y crean reglas propias”, explica Jon Savage, autor del mejor ensayo sobre esta franja de edad asaltada por el acné y las dudas: Teenage: The Creation of Youth Culture.

Se cumplen 50 años desde la sesión que el fotógrafo Michael Rougier capturó en Tokio para la revista Life. Allí fotografió melenas geométricas, muecas melancólicas y guitarras de doble mástil apuntando a minifaldas. A primera vista, parecían la versión nipona de los adolescentes europeos y estadounidenses. Pero las miradas, 20 años después de Hiroshima y cuando ya se cumplía toda una década estrenando películas de Godzilla que pulsaban ese ánimo paranoico, se intuyen más apagadas (o encabritadas). Su compañero de fatigas, el reportero Robert Morse, envió unas notas junto con los carretes en los que hablaba de estos “fugitivos, pastilleros, chicos de la moto”, de “una generación perdida y joven, una minoría amarga y envenenada que quería romper con su propio pasado en una sociedad tradicionalmente basada en el respeto a los mayores”.

Japón había estado más de dos siglos aislado cuando en 1854 los cañones de los buques estadounidenses del Comodoro Perry lo obligaron a abrir el comercio. Desde entonces, todas las subculturas yanquis han tenido su imitación pluscuamperfecta en Japón, en algunos casos obsesiva. Ya lo decía Jun, el joven nipón que visitaba la Meca de Elvis en la película Mistery Train: “Memphis se parece a Yokohama. Solo que con más espacio. Si sacas un 60% de los edificios de Yokohama se parecería a esto”. Eso, más espacio y más aire, parecían pedir estos adolescentes rebeldes, beatlescos o rockers, retratados por Rougier en 1964.
Aquí se exhibe la sesión completa.
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