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La ‘primera hermana’ de Silicon Valley

Randi Zuckerberg, hermana mayor del creador de Facebook, quiere que su nombre sea igual de relevante que su apellido Su faceta como escritora la ha llevado por multitud de medios, hasta aterrizar en el foro de Davos

Tom C. Avendaño
Randi, tras un acto en un centro comercial en abril.
Randi, tras un acto en un centro comercial en abril.WIREIMAGE

De la vida de Randi Zuckerberg se conocen tantos detalles personales como uno imaginaría que le corresponden a la hermana mayor del creador de Facebook. Se sabe, porque un vídeo de YouTube así lo atestigua, que en su despedida de soltera, en 2008, se desgañitó cantando, como tanto le gusta, ante sus amigas en el borde de una piscina. Gracias a una foto que publicó en su Facebook se sabe también que la Nochebuena de 2012 la pasó con todo el clan Zuckerberg. El problema es que nada de esto debería ser público. Toda esta información viene de los múltiples patinazos que esta neoyorquina de 31 años ha cometido en redes sociales a lo largo de los años. Lo que no es tan evidente es por qué Randi estaba esta semana en el Foro Económico Mundial de Davos. Presentaba un libro para niños sobre la importancia de desconectar del teléfono móvil.

Esa obra, titulada Dot, es una versión simplificada de Dot Complicated, una mezcla de libro de autoayuda digital y autobiografía en el que Zuckerberg narra estos problemas con las redes sociales. Así y todo, el tomo es menos relevante por su publicación, en noviembre del año pasado, que porque haya provocado que la primera hermana de Silicon Valley esté viviendo un frenesí promocional para duplicar su presencia en medios y posicionarse no tanto como escritora, que sería su enésima reencarnación en la esfera pública, sino para establecerse como una celebridad cuyo nombre propio es tan importante como su apellido. Para ello, está tocando todas las teclas que han pasado por su vida, de contactos en empresas de tecnología a la organización de Davos.

No consta que Randi Jayne Zuckerberg tuviera siempre este afán de protagonismo. Fue la primogénita en el hogar familiar de Dobbs Ferry, un pueblecito de Nueva York a 40 minutos de Manhattan, y la primera en elegir educación complementaria: en su caso fue la música. Mark, que nació dos años después, decidió aprender programación de la mano de su padre. En 1999, Randi ingresó en Harvard con toda la intención de seguir centrada en sus estudios musicales. La Universidad consideró “insuficiente su talento para la materia” –ella misma rememoró esa valoración en una entrevista a The New York Times así que se conformó con estudiar Psicología, como su madre. Seguiría cantando bajo el sobrenombre de Randi Jane: la última vez que escondió su apellido. Mark ingresó en Harvard en 2002 y, dos años después, los dos estaban enzarzados en sus proyectos personales. Ella, en la agencia publicitaria Ogilvy cobrando 32.000 dólares anuales. Él, en algo llamado thefacebook.com.

En 2006, Facebook estaba en los albores de la conquista mundial y Mark Zuckerberg había reunido un salario 12,7 millones de dólares. Entonces la vida de Randi cambió para siempre. Hablando por teléfono con su madre, el pequeño confesó: “Me preocupa que Randi no tenga futuro”. Meses después, los dos hermanos negociaban un salario en un restaurante. Mark le pasó una oferta escrita en una servilleta: en una línea de arriba estaba el sueldo; en la de abajo, las acciones que le ofrecía. Ella tachó las acciones y pidió un salario mayor. “Entonces no sabía que puedes participar en los beneficios de una empresa”, confesó este mes al recordar la anécdota en la revista Pret-a-Porter.

Con ese tachón había perdido millones de dólares. Pero inició la fase más célebre de su vida: directora de marketing de Facebook. Cierto que esta fama no siempre estuvo relacionada con su trabajo. Empezó a ser conocida por romper a cantar en momentos inesperados durante las cenas de empresa, algo que sus empleados grababan y luego subían a YouTube. O por desahogarse en Twitter cuando un bar de Nueva York le prohibió la entrada. “A ver si vuestra página de Facebook va a desaparecer”, tuiteó. O por contarle a la prensa lo mal que le iba a Facebook en la convención Republicana de 2010. “Era el chiste de Silicon Valley”, explica Jason Hreha, psicólogo y residente del Valley desde hace años. “Era difícil tomársela en serio cuando solo quería llamar la atención”.

En su defensa, de su departamento surgieron proyectos trascedentales como Facebook Live, donde llegó a entrevistar a Obama y donde se emitió una cobertura de las elecciones legislativas de EE UU de 2010 que le valieron una nominación a los Emmy. Pero luego fue más allá: “Escondí en un armario un logo de Facebook y una cámara y me puse a hacer entrevistas a visitantes a la oficina por mi cuenta”, le confesó a The New York Times en 2011. “No se lo dije a ninguno de mis superiores”. Ese práctica la llevó a entrevistar a Tony Blair en Davos.

Aquel mismo año, Randi reparó en que cada proyecto que ella había ideado acababa en manos de otros. Entonces decidió dimitir (se cuentan hasta siete motivos diferentes para esa dimisión según la entrevista que se esté leyendo; del nacimiento de su hijo cinco meses antes a estar harta de darle ideas a los demás) y aun hoy sigue buscando su nicho. En 2012 produjo un reality sobre la vida en Silicon Valley que fracasó tras su primer capítulo. Tras un año de silencio, ha vuelto con el libro sobre ella misma y, de paso, sobre las redes sociales. La primera frase sigue recordando la misma idea que, hace tantos, la metió en el camino en el que está hoy: “Soy la hermana de Mark Zuckerberg”.

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Sobre la firma

Tom C. Avendaño
Subdirector de la revista ICON. Publica en EL PAÍS desde 2010, cuando escribió, además de en el diario, en EL PAÍS SEMANAL o El Viajero, antes de formar parte del equipo fundador de ICON. Trabajó tres años en la redacción de EL PAÍS Brasil y, al volver a España, se incorporó a la sección de Cultura como responsable del área de Televisión.

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