La dificultad de decidir
El PSC debe resolver el dilema de su credibilidad y su tradición de integración transversal
El Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC) afronta un difícil trago: qué hacer con sus tres diputados autonómicos que votaron contra lo decidido por la dirección en la resolución del Parlament que solicitaba al Congreso la delegación de la competencia para celebrar un referéndum sobre la independencia. A título provisional, los tres afectados han sido desposeídos de sus responsabilidades en distintas comisiones de la Cámara. Pero queda pendiente una decisión definitiva sobre su futuro, en la que solo influirá la dirección, pero dirimirá la comisión de garantías. En breve, se trata de si los “rebeldes” deben ser expulsados o no, lo que no solo afecta a su partido, sino también a la calidad y a la seriedad de las instituciones.
Distintos argumentos se conjugan en favor de una solución drástica: se correspondería con el alto nivel de la decisión conculcada (una votación con urna del Consejo Nacional, máximo organismo entre Congresos); con la necesaria coherencia de los partidos, como instrumentos de representación que deben defender posturas claras para no confundir al electorado (propio y ajeno); con la lógica de la defensa de la credibilidad de las posiciones adoptadas; con el hecho de que no se trataba de un asunto de menor cuantía, sino todo lo contrario, ni tampoco de un tema que afectase primordialmente a la conciencia íntima de los diputados como personas.
Sin embargo, quienes al final decidan deberán considerar hasta qué punto esa decisión pueda perjudicar el necesario empeño del PSC por recuperar la transversalidad que ha permitido la cohabitación en su seno de distintas sensibilidades y tradiciones culturales. Y precisamente por ello, convertirse en uno de los dos grandes mecanismos vertebradores de la Cataluña actual (el otro es Convergència i Unió), en tanto resultaba funcional como argamasa de una sociedad plural. Resolver ese dilema no recae sobre los medios de comunicación, aunque sí es deber suyo señalar las eventuales deficiencias de las decisiones que adopte: sus protagonistas directos no pueden apartar de sí este cáliz.
Editoriales anteriores
Este episodio dejará tocado, en cualquier caso, al PSC, incluso aunque su primer secretario haya tenido el valor político de fijar posiciones claras en un asunto muy espeso: se arriesga a perder base social por los flancos (PP y Ciutadans por una parte, CiU y Esquerra por otra). Es cierto que no ha acertado a explicar convincentemente el salto dialéctico entre su apoyo genérico a la celebración de un referéndum “legal y pactado” y su negativa concreta a dar más pasos en pro de una consulta contradictoria con ese requisito del acuerdo previo. Pero cuando una escena política se polariza tanto como sucede ahora con la catalana, resulta más que arduo deslindarse de los blancos y los negros y establecer nítidamente posiciones intermedias. El desgarro del PSC tampoco es buena noticia para sus rivales: puede prefigurar otras divisiones.
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