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red de expertos planeta futuro
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El acceso al agua y la energía, condición básica para superar la pobreza

Pese a los avances, más de 800 millones de personas carecen de servicios básicos de agua El 40% de la población mundial depende de la leña, el carbón y residuos animales para iluminarse

El agua y la energía son dos recursos escasos, esenciales para la vida e indispensables para la producción. El acceso al agua y la energía son una condición básica para superar la pobreza que aún hoy aqueja a cientos de miles de personas. A pesar de los avances recientes más de 800 millones de personas todavía carecen de servicios básicos de agua y saneamiento y más de 2.000 millones (el 40% de la población mundial), depende aun de la leña, el carbón y los residuos animales para iluminarse y cocinar sus alimentos. La falta de agua y energía ocupan un lugar destacado entre las causas reconocidas de la pobreza y el atraso.

El éxito económico de los países trae también nuevos y mayores desafíos en materia de agua y energía. En los próximos años cerca del 90% del crecimiento en el uso del agua se originará en países de rápido crecimiento económico, como China e India. Se estima que entre 2000 y 2035 el consumo mundial de energía aumentará un 50% como resultado del crecimiento demográfico pero principalmente del aumento de la producción y de la mejora de los niveles de vida.

Con una cantidad de agua disponible constante, en el mejor de los casos, se estima que los usos del agua en 2030 podrían exceder en un 40% (2,7 billones de metros cúbicos) los recursos renovables anuales. Al mismo tiempo la demanda de energía podría aumentar en un 44% entre 2006 y 2030 y, a pesar del avance en las energías renovables, que crecerán en un 60%, hasta el 70% de dicho aumento deberá ser cubierto con combustibles fósiles tradicionales con los riesgos asociados de escasez y de calentamiento global.

Los retos que plantean el agua y la energía para el progreso material y para la sostenibilidad ambiental no son sin embargo temas independientes que se puedan resolver de un modo separado. Todas las fuentes de energía utilizan el agua en mayor o menor cantidad. El agua es un elemento crítico para satisfacer la demanda de energía. En Estados Unidos hasta el 40% de las extracciones de agua tienen como destino la producción de energía eléctrica, ya sea para la turbinación de caudales o para la refrigeración de las centrales térmicas. Pero, al contrario de las fuentes tradicionales, el agua es una fuente de energía limpia y, comparada con la energía solar y eólica, la energía del agua se pueden almacenar en grandes cantidades y, a diferencia de casi todas las alternativas, la producción hidroeléctrica se puede ajustar a las cantidades que se requieran en cada momento del día o del año sin incurrir en costes excesivos.

La energía necesita agua y por ese motivo la creciente escasez de agua y los eventos extremos tienen efectos negativos sobre el sector energético. En España, que cuenta con una potencia instalada entre las mayores de Europa, la capacidad hidroeléctrica no puede utilizarse más que en un 35% aun en los años de lluvias abundantes. La merma experimentada en los caudales de los ríos puede llegar hasta niveles críticos que comprometen la viabilidad de embalses y de las centrales hidroeléctricas (como ocurre en distintas zonas de la cuenca del Colorado y en el suroeste de los Estados Unidos). La ola de calor del año 2003, que disparó la demanda de energía, redujo el agua en los ríos y aumento su temperatura simultáneamente, llevó a que las centrales nucleares francesas, la principal fuente de suministro eléctrico del país, debieran operar a niveles mínimos por razones de seguridad. De la misma manera, 24 de los 104 reactores nucleares de los Estados Unidos están localizados en zonas áridas o escasas de agua y son crecientemente vulnerables a episodios de calor o de sequía.

Pero la energía es también esencial para la prestación de los servicios del agua. En todas las fases incluyendo la captación, el transporte, la potabilización, la distribución, el uso y la depuración de los vertidos a utilizan ingentes cantidades de agua. El agua necesita energía, la energía necesita agua y la producción de alimentos necesita de los dos. Por ejemplo, para producir un kilo de trigo se requieren 1,5 metros cúbicos de agua y 10 megalulios de energía y para un kilo de carne hace falta una cantidad de agua 10 veces mayor y una de energía 20 veces mayor.

La percepción errónea de que los problemas del agua y la energía son diferentes puede llevar a soluciones insostenibles. En efecto, los intentos de solución de un problema puede agravar el otro. Por ejemplo, el acceso a la electricidad en las zonas rurales ha sido desde los años 70 el principal factor que ha hecho posible el uso masivo del agua subterránea con importantes consecuencias a largo plazo. Desde 1950, la electrificación rural permitió el uso de bombas de agua y la excavación de más de 20 millones de pozos en 20 años en la India aumentando las extracciones de agua subterránea hasta niveles insostenibles que explican que los niveles del agua hayan caído hasta 6 metros anuales en algunas zonas, aumentando los costes y haciendo inviable la agricultura.

La conferencia internacional de ONU Agua que tiene lugar todos los años en Zaragoza ha tratado este año sobre el agua y la energía. En esta edición, celebrada el entre el 13 y 16 de enero, se abordó precisamente la importancia de las alianzas de todo tipo: públicas y privadas, a nivel local y nacional, involucrando la tecnología y la investigación, generando mecanismos de participación social. Con el propósito de resolver los desafíos del agua y la energía de un modo simultáneo y sostenible. Con este objetivo se hizo una revisión de las experiencias exitosas y fallidas con el fin de extraer lecciones de la experiencia y definir prioridades de futuro identificando los requisitos para construir alianzas efectivas de colaboración.

Josefina Maestu es directora de la Oficina de Naciones Unidas de la Década del Agua 2005-2015.

Carlos Mario Gómez es profesor titular de Fundamentos de Análisis Económico de la Universidad de Alcalá.

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