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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Moderado crecimiento

La perspectiva global y europea condicionan el necesario afianzamiento de la demanda en 2014

La economía mundial se perfila en 2014 de forma algo más positiva. La tracción que hasta muy recientemente ejercían los países emergentes será parcialmente relevada por Estados Unidos, que recoge los frutos de políticas expansivas, fundamentalmente en el ámbito monetario, y saca partido de su revolución energética en curso. Mucho más tibia será la contribución de los otros grandes bloques como Japón y Europa. La economía nipona debe asimilar esas tres flechas por las que discurre la política económica del Gobierno de Abe: la expansión monetaria, los estímulos fiscales y las reformas estructurales. Es ya una buena señal la superación del estancamiento con deflación de la última década; este es precisamente el cuadro que amenaza a la eurozona como consecuencia de políticas basadas exclusivamente en restricciones fiscales.

El abandono de la recesión en el área monetaria común en el tercer trimestre de 2013, además de tibio se presenta vulnerable. La economía francesa ha vuelto a decrecer, la italiana seguía en recesión y la alemana ha reducido su intensidad. Junto a ello, emergen nuevos problemas, como la incertidumbre en la transición a la unión bancaria —en especial, la ausencia de un mecanismo simple y único de resolución de crisis bancarias—. Eso no facilitará la normalización del crédito bancario en aquellas economías que más lo precisan; la española entre ellas.

En ese contexto se inscriben unas previsiones para España que incorporan como señal más favorable el abandono de la recesión y la reducción gradual del desempleo, ya apuntado en los últimos datos estadísticos. Sin embargo, un crecimiento inferior al 1% en 2014, como anticipan muchas previsiones, es insuficiente para garantizar mejoras significativas en la creación de empleo y en la solvencia financiera de familias y empresas. Ambas son necesarias para eludir el riesgo de estancamiento. La incipiente recuperación de la demanda interna sigue condicionada, además, por caídas en la renta disponible de las familias y por la confianza en mínimos. La continuidad del impulso de la demanda exterior, por otro lado, dependerá de la intensidad de la recuperación de las principales economías europeas, que son nuestros principales socios comerciales, y por un tipo de cambio que erosiona la competitividad de las empresas de la eurozona.

Ante ello, las autoridades españolas apenas disponen de margen de maniobra para aplicar políticas que afiancen la demanda. Sí pueden, sin embargo, tratar de que sean las instituciones comunes europeas y las economías menos dañadas las que arbitren decisiones expansivas. Además, el Gobierno no debería generar elementos de inestabilidad como riesgos regulatorios o inseguridad jurídica en sectores esenciales y, en todo caso, no tolerar que factores domésticos —como los problemas políticos en Cataluña— acaben siendo disuasorios de la muy necesaria inversión extranjera directa.

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