El precio de Barcelona

Los ciudadanos de Barcelona somos conscientes de que vivimos en una capital turística y aceptamos las condiciones que esto supone en nuestra vida. El problema llega cuando el Ayuntamiento está más al servicio de los turistas que de su gente. Parece que cualquier cosa es aceptable si se trata de recibir a extranjeros, especialmente si estos vienen con el bolsillo lleno.

El ejemplo más claro en estos últimos días sucedió el sábado, cuando Montjuïc se cerró para celebrar por todo lo alto la boda de la sobrina del magnate del acero. Con este gesto, el señor Trias nos demostró que todo tiene su precio y que quien paga manda. Y es que no solo vendió un espacio público a extraños, sino que, tanto él como algunos de sus compañeros de partido, asistieron con una sonrisa al gigantesco convite de la pareja india.

Entiendo que necesitamos dinero para saldar nuestras deudas, pero ¿hasta qué punto llegaremos a vender nuestra ciudad para sanear las arcas? La gravedad del evento no es el acto en sí, sino su exposición entre los mayores magnates del mundo. Si seguimos así, Barcelona se convertirá en un parque temático al gusto de los más apoderados.— Cristina Botet Jolonch.