Violencia de género: de víctimas a supervivientes
Esta entrada ha sido escrita por nuestro colaborador habitual Manuel Bruscas.
Fotografía: El País/Ricardo Gutiérrez.
“Y dicen por la tele que han muerto más mujeres y que han sido ellos”
(Primer movimiento: El sueño, “La Ley Innata”, Extremoduro)
En muchas ocasiones las estadísticas sobre los malos tratos a mujeres no reflejan todo el dramatismo ni tampoco escupen todo el dolor que hay detrás. Son cifras, sin nombres, ni apellidos, ni sueños, ni ilusiones. Los informes oficiales señalan que en el mundo la violencia de género mata a más mujeres que el cáncer, la malaria, los accidentes de tráfico y las guerras juntas. Solo en España, en lo que llevamos de 2013, 61 mujeres han sido asesinadas y 1 de cada 10 mujeres ha sido maltratada a lo largo de su vida. Sí, son cifras que quizá impresionan, pero lo que de verdad resulta conmovedor es hablar con una víctima, con cualquiera de esas muchas mujeres que sufren vejaciones y abusos. Una mirada quebrada, un rostro magullado y una vida que no es vida.
Cuando una mujer da el paso de denunciar al maltratador lo primero que necesita es un techo, comida y apoyo jurídico y psicológico. Esto es crucial. Pero después viene otra etapa igualmente complicada. “Manuel, ¿tú sabes lo difícil que es rehacer tu vida?”, me dijo un día Ana con vehemencia. En la mayoría de los casos el maltratador aísla a la mujer de su círculo más íntimo, hace que la mujer renuncie a sus metas y que no tenga trabajo.
La misión de la Fundación Ana Bella es animar a las mujeres a romper el silencio ante el maltrato y ofrecerles una oportunidad laboral. Una red de mujeres que se ayudan de forma positiva. Ana se emociona cuando habla de sus “chicas”: “Gloria, por ejemplo consiguió su primer contrato de trabajo con 62 años gracias a la Fundación. O Mari, que tenía su currículum en la pared porque era un currículum en blanco: no tenía ninguna experiencia”. Ana es una mujer pasional, llena de coraje e ilusión. Un día está en Barcelona para reunirse con la directora de Responsabilidad Social Corporativa de una empresa de yogures y crear juntas la Escuela Ana Bella para el Empoderamiento de la Mujer y dar una oportunidad laboral a mujeres supervivientes como embajadoras de marca. Al día siguiente viaja hasta un pequeño pueblo de Andalucía para hablar con el alcalde y conseguir un local que sirva de hogar para las mujeres de la Fundación. También recorre el mundo (recientemente ha estado en Alemania y Estados Unidos) para dar charlas sobre violencia de género. Y entre viaje y viaje saca tiempo para retomar una vieja aspiración: graduarse en la Universidad. Y es que Ana, desde hace unos meses, está cursando la carrera de Administración y Dirección de Empresas. Porque si uno lucha, los sueños siguen despiertos.
Si queréis conocer más detalles de Ana Bella y su Fundación, os recomiendo esta charla que ofreció en el ciclo de conferencias que organiza “TED-Talks”
Y para concluir, una canción sobre malos tratos de Reincidentes: duele, pero tiene un feliz final.
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