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La crisis borra a John Wayne de la que fue su tierra

La inminente desaparición del bar más característico de Newport Beach, donde el actor acudía diariamente y bautizado con su apodo, termina de ocultar su recuerdo en su ciudad adoptiva

John Wayne, en una imagen de 1973.
John Wayne, en una imagen de 1973.CORDON PRESS

Durante sus últimos años de vida, John Wayne fue el rey de Newport Beach. En esta ciudad de la costa californiana, el vaquero más conocido de Hollywood vivió, bebió, fumó, navegó y disfrutó de la vida de tal manera que hasta escogió su cementerio como su última morada. Pero, como buen dinosaurio de Hollywood, el nombre de ese también conocido como “el duque” está a punto de desaparecer de la ciudad que tanto quiso. El llamado Duke’s Place, bar que llevaba el apodo del actor como denominación, está a punto de desaparecer.

Fue uno de los lugares de alterne más conocidos del protagonista de La diligencia y así lo recuerdan sus fotografías colgadas en la pared. Su cóctel más característico, hecho de tequila, la bebida preferida del actor, lleva su nombre y las vistas de sus ventanas dan a un muelle donde durante años estuvo atracado el barco de Wayne, un buscaminas de 41 metros de eslora. Se trata de un bar que, como tal, abrió sus puertas en 2003, años después de la muerte de Wayne en 1979, pero que no hizo más que convertir en un local público lo que durante años fue el club privado que el actor frecuentaba a diario y donde incluso llegó a trabajar como barman durante las navidades.

La desaparición de Duke’s Place es el último ejemplo de una memoria que se desvanece en esta localidad tan cerca y tan lejos del Hollywood donde John Wayne fue el rey. Su tumba, donde Wayne quería que escribieran en español “Feo, Fuerte y Formal”, se pasó 20 años sin una placa que pusiera siquiera su nombre. Su barco, el Wild Goose, sigue en el puerto, pero pertenece a una compañía de cruceros que no tiene nada que ver con el legado del actor. El equipo de tenis local, que se llamaba Dukes, hace tiempo que cambió de nombre y la huella de la mano que este grandullón dejó en la cancha apenas se aprecia tras el paso del tiempo. Incluso el aeropuerto del condado, rebautizado como el aeropuerto John Wayne en honor de este hijo adoptivo de la ciudad de Newport Beach, es más denostado que recordado, especialmente porque muchos pasajeros se quejan de que no saben a dónde van al no incluir el nombre de la localidad.

Entre las razones citadas por los nuevos dueños de Duke’s Place para el cambio de nombre del bar está que las nuevas generaciones no saben quién es John Wayne. Un nombre que tampoco ha conseguido vender por el momento una de las casas que el actor compró en la zona, a la venta en cerca de tres millones de euros, pero sin comprador a la vista. La mansión en la que residió también fue demolida hace tiempo para dejar paso a otra vivienda más moderna. Y, en las próximas semanas, su automóvil, ese Pontiac verde oscuro que customizó en su día levantando el techo para poder acomodar sus 1,95 metros de altura y sus sombreros de vaquero, comenzará su último viaje de camino a Winterset (Iowa, EEUU), ciudad de nacimiento de Wayne y donde se está construyendo un museo en su honor.

La familia de John Wayne no está preocupada por el recuerdo de su padre. Según declararon sus hijos a la prensa local, el legado de este actor estará siempre presente en sus más de 175 películas, así como en la Fundación de lucha contra el cáncer que lleva su nombre y cuyos programas van desde la educación y prevención hasta la investigación y el tratamiento quirúrgico de esa enfermedad que acabó con uno de los tipos más duros de Hollywood.

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