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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Falta crédito

Los volúmenes de deuda de empresas y familias vuelven a los niveles del inicio de la crisis

El descenso de la deuda de empresas y familias hasta los niveles previos al estallido de la crisis, en 2007, constituye al mismo tiempo un requisito para la salida del estancamiento económico y un síntoma de lo costoso que va a resultar. Es un requisito inexcusable porque el grado de endeudamiento privado, cercano al 200% del PIB, es el principal cuello de botella para la recuperación. Sin reducirlo, la reactivación será mucho más difícil; mientras que la deuda pública, aunque triplica la de los mejores años –en buena medida porque el sector público ha tenido que acudir en auxilio del privado–, todavía no llega al 100% del PIB.

Habiendo un exceso de deuda empresarial apenas crecerá la demanda de crédito, al menos hasta que se digiera ese exceso. Y si no hay demanda solvente de crédito nuevo es que la economía carece de proyectos de inversión fiable en cuantía suficiente, o bien de un sistema financiero capaz de proveerles apoyo. El caso es que un descenso del crédito en nueve puntos se erige en preocupante señal de alarma. ¿Cómo puede afianzarse el crecimiento sin que circule el crédito, verdadero sistema de irrigación sanguínea para el cuerpo económico?

Un segmento del necesario desapalancamiento, el de las familias, representa también una cierta rémora para el despegue, aunque de nuevo sea ineludible: por un lado, lo que se dedica a quitar mochilas (sobre todo en crédito hipotecario, que supone tres cuartas partes del total) no se destina al incremento del consumo interno. Y sin que este se recupere no se completará el excelente, pero insuficiente, aumento de la exportación, por ahora único tractor del crecimiento. Por otra parte, mientras no disminuya la deuda no habrá suficiente ahorro neto para financiar una expansión: solo el ahorro privado puede sustituir, de forma sostenible, la oferta pública de liquidez o la entrada de capitales exteriores.

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La oferta pública de liquidez al sistema productivo no funciona como debiera. Una cifra lo resume: el ICO ha prestado hasta septiembre 7.941 millones, un 21% menos que en el mismo periodo del año anterior. Y el severo descenso del crédito a empresas por parte del sistema bancario reafirma que el mensaje con que se presentó su rescate —recuperar el crédito al sistema productivo para generar empleo— ha sido incumplido.

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Escasean las medidas para paliar esta sequía del crédito. A nivel europeo, el BCE ha anunciado más de lo que ha hecho y en España apenas puede contabilizarse alguna facilidad en la legislación de emprendedores y una redefinición de las características de las pymes por el Banco de España, para mejorar su calificación como prestatarias ante la banca. Y no será por falta de ideas: recientemente el propio emisor brindó una amplia panoplia de posibilidades para reactivar el crédito. Si las ideas están ahí o pueden adquirirse fácilmente en el mercado global del conocimiento, ¿por qué no se aplican?

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